La semana pasada me quejaba de
lo difícil que es ser justo hoy, cualquier persona, y lo injusta que es nuestra
sociedad, cuando permite que en su seno haya personas desamparadas, abandonadas
a su suerte, y vagando por las calles.
Hoy, sin embargo, gracias a
Dios, puedo dar fe de que aún hay esperanza, y que muchas veces hay que
insistir para conseguir resolver algún problema. Como dice el Evangelio, y cito
de memoria: ‘pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá”. Y
en otro lugar dice el Evangelio que Jesús, Maestro universal, les
decía a sus discípulos una parábola en la que una pobre viuda acudía insistentemente
ante un juez inicuo, porque ni temía a Dios ni le importaban los hombres, para
pedirle que le hiciera justicia. Y para que no le importunara más pensó el juez:
‘aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando,
le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”…
Y digo todo esto porque, como
decía en un post reciente, costó mucho trabajo conseguir que una mujer, una
enferma mental profunda, fuera llevada por la policía al hospital, donde un
médico, aunque fuera contra su voluntad, la atendiera.
Pero quiero resaltar ahora que
esta vez los recursos con que cuenta la sociedad, gracias a los impuestos de
todos, fueron puestos a disposición de quien
los necesitaba: la policía llevando al hospital a la enferma, y el hospital,
después de atenderla, poniendo una ambulancia a su disposición, para trasladarla hasta su residencia, donde puede
descansar segura y ser atendida adecuadamente.
También es cierto que unas
trabajadoras sociales de Cáritas pusieron todo su empeño en poner en marcha
esta cadena de servicios en bien del necesitado, logrando finalmente su
objetivo. Pero no ocurre siempre así, por eso esta actuación debiera servir de ejemplo
y ‘escarmiento’, para que no tenga que acudir de nuevo ‘otra pobre viuda’ como
la del Evangelio, ante un ‘juez ( o un funcionario) inicuo o sordo’.
Y también debiera servir de
estímulo para los profesionales y voluntarios de los servicios sociales,
privados o públicos, para que no se cansen de pedir y mediar en bien de los que
no tienen voz, o no tienen medios, o no saben ni siquiera qué pedir o cómo
pedirlo.
Cierto Octovilo, final feliz. Todos en conjunto funcionamos mejor.
ResponderEliminartodos al servicio del bien común, un buen lema para cualquiera
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