Esta mañana por fin surgió espontáneamente una tertulia muy
animada, en la que entre todos planteamos una solución posible para rescatar a
todos los que están en paro, pasarían a ser considerados ciudadanos de derecho,
con deberes y derechos. Quedó muy claro que la ayuda, o salario social, sería
ganado a través de múltiples trabajos o
servicios a la comunidad.
Fue unánime la
acusación a los políticos y los poderosos de que no les importa el paro, ni el
sufrimiento de los demás, ellos van a los suyo, a asegurarse su porvenir,
aunque eso suponga quitar recursos para los que menos tienen. Falta humanidad.
Un momento de cierta tensión fue cuando a uno de los
tertulianos se le ocurre decir: ‘he oído que a los refugiados les dan una casa
y lo necesario para vivir. En cambio a nosotros, los nacionales, ni caso nos
hacen”, esta afirmación hizo que otro protestara, porque entendía que la queja
del primero iba en contra de admitir refugiados. Trabajo nos costó convencer al
segundo de que no era eso, sino que lo que duele es la discriminación que se
hace de los propios nacionales, frente a los refugiados. ‘Sí -dice otro-, ellos
vienen de una guerra, pero nosotros también padecemos y sufrimos las consecuencias
de otra guerra...Si no, ¿qué es esta crisis interminable?’
El que habló primero, guardaba un recorte de periódico que
trataba del Housing First, de cómo un
psicólogo ha logrado sacar a muchas personas de la calle, alojándolas en pisos.
También el padre citó un libro, ‘sí se puede’, que defiende la misma idea que todos
nosotros teníamos muy clara: se puede mejorar sensiblemente la situación de millones
de personas, dándoles una oportunidad. Habría más dinero, más consumo, más producción,
más trabajo y posibilidades de mejorar, de reciclarse, de formarse...
Queríamos dejar bien claro que no se trataría de una
limosna, sin obligación alguna, todos coincidíamos en que se podrían llevar a
cabo numerosas actividades, adecentando jardines, limpiando calles y
carreteras, un sinfín de servicios a la comunidad, con lo que se reduciría
incluso la delincuencia, las adicciones, ideas de suicidio...
Sería, sin duda, una sociedad mucho mejor, más justa, en la
que todos estarían dispuestos a servir al bien común, cuidando unos de los
otros, y vigilando para que nadie abusara de nadie.
Y apenas duró media hora esta interesante tertulia, pero hemos
de seguir creando mentalidad, aportando soluciones, combatiendo la ineptitud de
políticos y sindicatos, incapaces de aportar las soluciones que, como servidores
públicos, tendrían que aportar, demostrando con ello que son capaces de ganarse
el sueldo que reciben del mismo pueblo al que no sirven, al menos en su
totalidad.
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