30 de janeiro de 2016 https://www.facebook.com/jlmartins?fref=nf
Hay personas que brillan mucho, pero no iluminan nada…
son solo estrellas (de)cadentes.
Hay quine cree que la apariencia es esencial. Tanta
preocupación tiene por su exterior, que descuidan el interior. El tiempo va
soplando y descubriéndolo todo, revelando lo que hay por detrás de los
disfraces con que tanta gente finge ser lo que no es… muchos desiertos se
esconden tras imponentes fachadas.
La apariencia es siempre vacía. Pero mientras algunos
intentan parecer y aparecer olvidando su interior, otros optan por mantener la
trasparencia, no permitiendo que se cree un muro que esconde el corazón… una
apariencia trasparente protege el interior y nunca se superpone a él.
El que cree que su valor reside en lo que los otros ven,
condena el castillo de su interior a la tristeza de la degradación, sin luz ni
aire ni vida… sin un resto de amor. Son una enorme ruina egoísta que se
destruye sí misma de forma lenta.
Es importante abrir puertas y ventanas, invitar a los
otros, el viento y el sol a que dancen en los salones y descansen en los
cuartos de los palacios que tenemos dentro…
Es cierto que cada uno de nosotros debe cuidar su
apariencia a fin de que, al darse al otro, le entregue algo tan valioso cuanto
sea posible. Pero tratar de lo esencial es diferente de pasar todo el tiempo de
espalda a lo accesorio. ¡Si es verdad que en el exterior puede haber algo de
valor, también lo es que dentro de nosotros hay muchas cosas sin ningún
interés!
Es mejor ser un espacio limpio donde haya paz y pueda
brillar la luz que ser un montón de baratijas sucias y sin ningún valor. Lo que
importa es ser, no tener.
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