“Súbete a un monte
encumbrado, (…) / Alza tu voz sin miedo, / Di a las ciudades (…): / “Aquí está
vuestro Dios. / Aquí llega con fuerza el
Señor Dios; (…) / Conduce a su rebaño como un pastor, / Lo va reuniendo con su
brazo; / Lleva en su regazo a los corderos, / Va guiando a las que crían.”
Is.40, 9-11
Así, a los rencores presentes algunos resucitan viejos enfrentamientos, odios,
guerras… ignorando completamente la tutela divina, cuando lo que debemos
hacer, por lo que más queramos, por nuestro propio bien incluso, es recurrir a
ella, ya que todo lo puede.
Hemos caído de nuevo en
el gran pecado de la soberbia, los
nuevos salvadores pretenden ser mejores que los que nos han conducido a esta
crisis total, y pretenden imponer su ideología totalitaria (‘tonto y malo el
que no adopte sus dictados’) en la que no quepa ni siquiera la excelsa idea de Dios; Entre
unos y otros, por dejación de sus deberes y malos servicios los
anteriores, por prepotencia y orgullo
los que quieren gobernar imponiéndonos a
todos su ideología, están construyen nuestro propio infierno.
Y Dios nos parece que calla,
y es que no lo reconocemos, porque nos hemos desacostumbrado a escuchar su voz.
Pero, a nuestro pesar incluso, Dios nos juzga silenciosamente, en nuestro
interior, y como hacemos un ruido ensordecedor,
no lo oímos, y mucho menos lo escuchemos…
‘Mas, la voz de Dios no estaba en la tormenta, ni en el fuego, ni en el rayo…
es una brisa suave’,
humilde y servicial, pues hace lo que dice, no engaña. Me
temo que cada vez estemos menos preparados, aunque tampoco dispuestos, a
escuchar a la Verdad.
Antes la cultura clásica nos enseñaba desde niños a entender
y aceptar el mundo, para mejorarlo e ir ascendiendo peldaños en la evolución
histórica; ahora no entendemos nada, porque todo es cercano, rastrero y relativo, le falta perspectiva y estímulo, no ofrece por tanto confianza tanto en uno
mismo como persona como en los demás
como sociedad. A cambio se nos trata de imponer una ideología, halagadora pero totalitaria.
“¿No
lo sabéis ni lo habéis oído? / ¿No os lo
han dicho desde el principio? / ¿No habéis llegado a entender / cómo se
sostiene la tierra? / Él habita en el orbe terrestre / (…) / Despliega el cielo
como un toldo / y lo extiende como tienda habitable. / Él convierte en nada a
los príncipes / y transforma en nulidad a los gobernantes (…)
/
¿Con quién me compararéis? / ¿Con quién
me asemejaréis? /(…) /
Ved quién ha credo estas cosas / El que saca a su ejército innumerable / y llama a cada cual por su nombre. / Tan sobrado de poder y de fuerza / que no
puede fallarle ninguno (…) /
¿No lo sabes, no lo has oído / que el
Señor es un Dios eterno, creador de los confines de la tierra? / No se cansa ni
desfallece, / su inteligencia es inescrutable. / Da fuerza al cansado, / aumenta el vigor de los débiles. / Los
jóvenes se cansan y se agotan, / una y otra vez tropiezan los mozos; / Recobran
en cambio su fuerza, / Los que esperan en el Señor, / Alzan su vuelo como las
águilas; / Corren pero no se cansan, / andan y no se fatigan. Is. 40, 21-31
Amén.
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