José Luis Nunes Martins
(ilustração de Carlos Ribeiro)
Antes de decir a la vida lo que queremos, es importante
escuchar nuestra intimidad, para que, en
silencio, el corazón y la razón nos indiquen el sentido que elegiremos para
nuestra vida.
Hay el silencio del coraje de aquel que lucha, pero está
en paz… y el silencio de la derrota de aquel que calla, cultivando odios y
fomentando venganzas, a propósito de maldades que, muchas veces, ni siquiera
existen…
Hay el silencio de la contemplación y el del desprecio…
Hay el silencio de los secretos y misterios, y el
silencio donde todo se descubre…
Hay el silencio en que con alegría se espera, y aquel en
que se desespera, en una angustia donde la ansiedad siembra pesadillas y
dolores…
Hay el silencio de la pureza que se guarda para el
momento oportuno y el silencio de quien, arrepentido, emplea su pureza en el
tiempo equivocado…
Hay el silencio de quien se esfuerza, el de quien
descansa, pero también el de quien finge…
El silencio es la luz de las grandes obras. Sólo cuando
nos hacemos pequeños podemos comprender la grandeza de lo que nos sobrepasa.
Sólo el silencio permite que veamos con atención. Admirando como quien escucha.
Notas sueltas no son melodía… Es necesario acallar las
inutilidades si se quiere llegar más adentro. Es tan heroico decir lo que se
debe, cuando se debe, como callar lo que no ayuda ni hace bien alguno.
Estamos aquí de paso, pero con el deber de hacer algo con
sentido. Sólo en el silencio de la fe se abrazan la pasión y la razón.
Hay quien vive una vida entera sin querer saber nunca la
verdad… un día de vez en cuando, como si pudiese comenzar y acabar cuando le
parece bien… pero escoger una vida así es como decidir coser sin hilo.
Hay un silencio en el que todo se entrelaza, en que se
deshacen los nudos, se cierran las heridas y se cosen todos los pedazos…
tejiendo en un yo, entero… una obra perfecta, llena de imperfecciones.
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