sábado, 31 de octubre de 2015

Alcohólicos Anónimos

El pasado día 28 fui invitado a  una charla en AA, que en esta ocasión da abierta al público. Es cierto que ya conocía algo sobre el funcionamiento de este grupo, pero era muy poco, o nada, por eso no lo valoraba suficientemente. Es  tanta la discreción en la forma de actuar de estas personas que casi sobrecoge, se siente uno anonadado al compartir con ellos conocimientos y testimonios,  en vivo y en directo.

Como siempre voy preparado de boli y papel me quedé un poco paralizado al escuchar al primer interviniente decir que no estaba permitido tomar datos sobre lo que allí se dijera y menos de las personas que expusieran su testimonio. Normal, eso es lo justo y cabal, y a mí no se me iba a ocurrir escribir nada que pudiera ofender a nadie.

Así que comencé a escribir palabras sueltas que me ayudaban a ir entendiendo los objetivos y los métodos que aquí se utilizan en bien de unas personas que, como pocas, han perdido su dignidad, y están dispuestas a recuperarla, pero para ello necesitan un cuidado exquisito, una compañía muy atenta e incluso silenciosa.

Había en el ambiente precisamente eso, una ‘presencia mágica’, se sabe que alguien está ahí; que somos fulanito y menganito; nadie te va a interrumpir, ni a molestar, nadie quiere herir en absoluto tu dignidad, digas lo que digas, te sientas como te sientas.

Empecé escribiendo la palabra ‘anonimato’. Me impresionó la insistencia y el énfasis que se le daba a la palabra, como queriendo salvaguardar la intimidad de los que iban a exponer sus testimonios. Pero precisamente allí nadie era un desconocido para nadie, salvo yo, un simple voluntario ‘curioso’…, que hacía tiempo intentaba tener este contacto, con el fin de aprender y poder  informar a alguna de las personas con las que trato a diario, personas sin hogar, muchas de ellas víctimas también del alcohol, antes de ser una persona sin hogar o después, cuando ya se ha convertido en un excluido social, y no le queda otra que refugiarse en algo que le impida ver la miseria que le envuelve.

Luego anoté la palabra ‘subvenciones’. Y se decía también con mucha insistencia. Más bien parecía como un ‘conjuro’ para impedir que nadie intentara con una aportación económica condicionar el funcionamiento y la evolución del grupo. De nuevo se requiere la máxima discreción, para alejar cualquier presión o dependencia, tampoco económica, que pueda interferir en la terapia puramente humana que aquí se practica.

Aquí cuentan las personas, cada uno debe querer ser, y poner toda su voluntad en ser fiel, en cumplir consigo mismo, en recuperar la dignidad para ser y luego ayudarle a otro a recuperar la suya, pero de esa manera tan peculiar como aquí, en AA se hace, con el máximo respeto, en silencio, permitiendo que todo el mal se exprese, salga y se aleje para siempre, muy lejos, liberando el espíritu atormentado y devolviendo la paz y la alegría de vivir.

Y la palabra más auténtica, que se hace carne: ‘testimonio’. Después de cada intervención de los que moderaban la reunión, con datos e información general relacionados con el alcoholismo, tomaba la palabra alguien dispuesto a darnos su testimonio, a contarnos con todo lujo de detalles su lucha contra el alcohol. Comienza cada uno presentándose a la asamblea y todos responden saludándolo diciendo alto y fuerte su nombre.

El primer testimonio fue el de una mujer: ‘Yo era un despojo’. Así empezó para decir a continuación que su vida había cambiado totalmente, y eso lo debía al amor que encontró en AA, el respeto, la escucha atenta. Ahora se siente totalmente persona. Recomienda no olvidar que una copa, solo una, puede llevar de nuevo a la destrucción.

En la mujer el alcoholismo se agrava, nos dijo, pues tiende a ocultarlo. Es ‘normal’ ver a un hombre borracho en un bar, pero en una mujer está muy mal visto. Las causas suelen ser  ‘emocionales, muy secretas…, de dormitorio. La mujer suele ser ‘diurna’, bebe cuando los hijos están fuera. Controlan mucho el beber en público, ‘es capaz una mujer de aguantar el sufrimiento necesario con tal de ocultarlo’ porque socialmente está peor visto.

Pero también ‘se desprecia más a sí misma que el hombre’, suele ser tema de conversación, se refieren a ella como ‘esa borracha’, ‘incapaz de hacer la comida a sus hijos’, ‘ni la invitan ni la visitan’. En vez de ayudarla la abandonan, incluso sus familiares.

La mujer que nos habla se siente desgraciada desde niña… Bebía sobre todo ocultamente, luego ‘socialmente’, porque la bebida le daba el valor necesario…Después, de nuevo en casa, cuando se fue a vivir sola, sin el control de los padres, y terminó bebiendo de todo. Deja de tener vida social, de hacer deporte. Cada vez se ve más fea, ni se mira al espejo…

Nos confiesa algo impresionante: a menudo se ve en una montaña, frente un abismo…para tirarse. Esta ‘visión’ se repite una y otra vez. Ya no le llena nada, no quiere levantarse. Va atrabajar con resaca todos los días…

Hasta que un día alguien te dice ‘tienes un problema’ y ya… ‘saltas de la montaña… o buscas llegar a AA. Ahora ya no te sientes al borde de esa montaña, ni un trapo. Antes ‘todo lo malo me pasaba a mí’, ahora sólo tengo que luchar, como todo el mundo, por conseguir las cosas.
El alcoholismo es una enfermedad. Si estoy bebiendo me siento peor.

En AA se encuentra apoyada, empieza una nueva vida. Ahora me siento feliz, y me gustaría gritarlo para que otros, mujeres sobre todo, no tuvieran que pasar por lo mismo, y si fuera madre menos aún debe perder su dignidad.

El segundo testimonio es el de un hombre: ¿Qué me pasa?...  empieza su recuperación reconociendo que padece una enfermedad, y que esta enfermedad es progresiva. No hay nada vergonzoso en admitirlo. Pero hay que abstenerse totalmente, no hay alternativas. Si lo consiguen se abre una nueva vida. La primera copa inicia la cadena de pensamiento como alcohólico, hay que persistir desde el momento en que se empieza a vivir, y librarse del deseo de beber. Hay que vivir el hoy, las veinticuatro horas seguidas, sin beber.

Piensas que tú no serás capaz. Siempre habrá altos y bajos, incluso estando en AA, pero el que honradamente quiere superarlo, lo logra.

El tercer testimonio comienza diciendo ‘Yo lo sabía todo’… Pasó más de veinte años bebiendo.
Le impresionó encontrar mujeres en AA. Pero ‘me dejé guiar’… lo repite varias veces como para contrarrestar la primera frase ‘yo lo sabía todo’. Cojo las armas que me da la AA y voy bien. He encontrado otra forma de vida, cansado de dar vueltas.

También confiesa que tenía ‘mala leche’, e iba a peor. Hay que trabajar, cada uno debe trabajar lo suyo, la asociación no lo hace todo. ‘Me alegro de haber conocido la AA y de haberme dejado guiar”.

‘No miraba para atrás de la vergüenza  que sentía por mí y por mi familia’. Bebía mucho en casa, por timidez… me agarré a ver las cosas malas que le vienen a uno. Hay que ser un luchador, AA no lo hace todo. Acude a la asociación para no recaer, porque aquí encuentra mucho cariño, y escuchar los testimonios le permite coger fuerza, seguir luchando, tener valor para sufrir. Es importantísimo venir por mi recuperación pero también para ayudar a otros.

Ya no soy tan desgraciado como antes. No duermo, pero pienso en cómo solucionar los problemas que vienen, como cualquiera. Mi familia ha sufrido.

Intervino a continuación un moderador para exponer cómo funciona el programa en la asociación:
-No tomar la primera copa; -ocuparme del ahora y no preocuparme del pasado; - el alcoholismo no afecta solo al cuerpo, afecta al espíritu. Descargarse de lo negativo; -estar en contacto con los compañeros.

Cuarto testimonio: Primero da las gracias al grupo. ‘El alcoholismo es una droga depresiva’. Se enteró de AA por la radio y llamó. Siente un gran alivio desde el primer día. No era una mala persona, ni mala madre, etc. Hasta que empezó a sentir que tenía una enfermedad y entonces empieza a recuperarse. Descubre que el alcoholismo ‘es una losa que le impide vivir’. Nunca ha dejado de venir a las reuniones, valora la constancia; ‘machacando’… ahora puede vivir feliz sin el alcohol.

Antes era ‘rara’, y el alcohol le quitaba esa rareza. ‘Yo era complicada’, rara, pero en el grupo cambia totalmente. Aunque el programa es duro, tienes que reconocer que tienes una enfermedad y acudir a Algo… mi Superior… entonces ‘empieza a conocerse a sí misma y ya no es aquella creída’. Ahora es posible sacarle partido a la vida, se siente  mejor, pero hay que  seguir pidiendo fuerza para superar los errores.

He recuperado mi dignidad y me acepto con defectos. He cambiado muchísimo, y educo a mis hijos. Todos somos capaces de aguantar la carga, pero compartirla es mejor, pues sé que mi enfermedad es para toda la vida.

‘Me siento orgullosa de haber aguantado’, de mantenerme sobria, la veinticuatro horas del día. Hay que luchar cada día. Sólo sabía maldecir, sufrir, odiar… Ahora todo es alegría.

Y a continuación, uno de los moderadores habló para comentar que podría haber venido más gente de fuera a la charla, pero dijo, ‘los que estamos, valemos’. Insiste en las ‘técnicas’ que se emplean en el movimiento: anonimato, fidelidad a los principios, los mensajeros, y el automantenimiento, cada uno aporta según sus posibilidades, pusiéramos decir que se 'paga su recuperación'.

Cuando uno llega aquí empieza a  sentirse acogido, dice el quinto  testimonio, cada vez se siente más acogido; el encuentro con los demás es reconfortante y esencial. Los ‘mensajeros’ fueron fundamentales para hacerme ver que era alcohólico. Todos podemos recuperarnos. El alcoholismo era difícil, como lo es el tabaquismo, pero lo peor era mi carácter.

Hoy casi no veo, y sin embargo veo más que antes, sin alcohol, sin drogas. No juzgo a nadie…los silencios son maravillosos… estoy sintiendo algo.

No hay nada inútil, quien siembra recoge. En AA se siembra.

Último testimonio. “Morir en soledad”, él murió después de 20 años en AA.


Tenemos que aceptar las cosas. La esperanza es importante para ver la luz. Se siente satisfecho ahora porque a pesar de haber pasado por el siquiátrico, fue capaz de ver la luz. Está contento de saber que es alcohólico, de saber que por eso no puede beber. Él dejó de beber en el psiquiátrico, por fuerza…pero ahora sabe vivir,  y vive las veinticuatro horas del día. Una buena vida, sumergida en su interior que ahora se está desarrollando. No sabe lo que será, pero será buena, porque aquí se nos da una nueva vida, y sólo porque hemos llegado a ser alcohólicos.

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