domingo, 3 de febrero de 2019

Pensiones míseras frente a alquileres elevados.



Esta mañana nos hallábamos en medio de dos tormentas atmosféricas, la que nos había golpeado durante toda la noche y la que llegaba, que se llamaba Helena, sin embargo, entre una y otra hubo un tiempo de calma que nos permitió acudir a la cita, cada uno con sus diferentes motivos.

Entre estos motivos está, para muchas de las personas que aquí acuden,  la búsqueda de una habitación para alquilar. Es una necesidad esencial, que le permite recuperar gran parte de su dignidad dañada,  pues les pesa demasiado la vida nómada de albergue en albergue, unos porque ya son mayores y otros porque, siendo aún jóvenes, padecen cualquier achaque o enfermedad severa.

Este fue el tema de conversación de hoy. La oferta de alquileres, por lo general, no tiene en cuenta el nivel adquisitivo de muchos ciudadanos, ya que su única fuente de ingresos es, en el mejor de los casos un salario mísero, una pensión, u otro tipo de ayuda. Para una persona sin hogar, aun siendo barato el alquiler, 150 0 200 euros por habitación, más otros 50 o 60 aproximadamente entre la luz y el agua, como la pensión media son 360€, sigue siendo elevado, de modo que para sobrevivir han de acudir diariamente al comedor social o arreglárselas como cada uno como Dios le dé a entender.

La verdad es que también otras muchas personas, que no viven en la calle, no tienen unos ingresos suficientes para alquilar una casa, y luego mantenerla y comer y vestir, y además, en muchos casos, tienen unos niños de los que cuidar. Por eso son numerosas las familias y personas que se ven y se las desean para pagar un alquiler, teniendo que buscar comida y ropa en Cáritas u otras organizaciones, y que pedir ayuda para pagar recibos de agua, luz y butano.

Pero en el caso de las personas sin hogar, aquellos que han pasado muchos años de su vida en la calle o de albergue en albergue, una vez que alcanzan la edad de jubilación y comienzan a cobrar su pensión social, no contributiva, o aquellos que cobran su pensión por cualquier tipo de discapacidad, poder alquilar una vivienda es un sueño, porque entonces ya no se les acepta, por lo general, en un albergue, y tampoco tienen acceso directo a una residencia. ¡Entonces qué pueden hacer, si su sueño es poder vivir los años que le queden como un ciudadano de plenos derechos y recuperar su dignidad!
 
La conclusión a que llegamos es que la sociedad, bueno, los políticos, no se ocupan de los problemas de la ‘gente’, enredados en sus peleas y ambiciones particulares y como partido, no ven los problemas concretos de la gente, resuelven los problemas sobre todo cuando hay  elecciones y por eso de manera aislada, inconexa, sin previsión, más para acallar las protestas y evitar desórdenes que con intención de garantizar que todos los ciudadanos vivan con la dignidad que les corresponde como personas. Por no hablar del despilfarro de algunas ayudas, o la forma indiscriminada de concederlas, buscando afinidades y fidelidades a largo plazo.

Pero nosotros sí encontramos soluciones, y a nuestro entender se pueden llevar a la práctica. Las autoridades tienen que empeñarse en crear alquileres sociales de verdad, no es suficiente, ni la mejor solución,  tolerar la ocupación de viviendas particulares, el Estado o los ayuntamientos deben procurar que exista en cada municipio un número de viviendas sociales razonable con alquileres asequibles, especialmente para personas que están necesitando dejar de vivir en albergues o en la calle, o en la pura calle.

También hay otra solución, que ya algunos han sido capaces de llevar a cabo, y es la de asociarse varias personas para alquilar un piso. Pero tiene esta solución algunas dificultades para poderla llevar a la práctica, la primera puede ser la de encontrar la persona dispuesta a cumplir los mínimos deberes de convivencia, lo cual no es tan fácil después de haber pasado años viviendo como excluido social, en la calle, sin recursos, sorteando dificultades y peligros, sin poderse fiar de nada ni de nadie.

Otras dificultades están en los demás, los que tienen pisos en alquiler exigen avales y más avales, no se fían, protegen ante todo su piso y su economía, y están en su derecho, desde luego. Tampoco las leyes vigentes garantizan los derechos de propietarios e inquilinos.

Se podría decir, en definitiva, que falta una legislación a nivel nacional que solucione el problema de manera global, que facilite a los ciudadanos que hayan perdido por cualquier causa trabajo, familia etc., la incorporación a la vida ciudadana de plenos derechos. También pueden desempeñar trabajos sociales que enriquezcan la sociedad y a sí mismos. Se sabe el número de parados, de pobres, de ciudadanos que viven en la calle, las causas que los han conducido a esa situación; hay medios y personas capacitadas para aportar las soluciones más adecuadas a cada caso, entonces lo que falla es la voluntad política de acabar con estas situaciones de injusticia y de pobreza, que nos empobrece a todos, material y moralmente.

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