José Luís Nunes Martins
Cuando creemos que nuestra vida solo depende de nosotros, pasamos el tiempo inquietos, siempre corriendo, luchando o
huyendo. Una angustia permanente disfrazada de carrera contra el tiempo, que
estamos condenados a perder siempre. No solo porque son muchas las
condiciones que nos sobrepasan por completo, sino porque el tiempo siempre
tiene más tiempo y nosotros… no.
¿Cuántos de nuestros males han sido creados por nuestra
propia inquietud?
Cuando conseguimos asimilar que la vida depende poco de
nosotros, poco de los otros y mucho del cielo, entonces nuestros días y noches
se llenan de paz. Podemos descansar y restaurar lo más bello, profundo y
esencial que somos: amar y ser amados.
Amar es darse, con obras y talentos, a los otros, pero
siempre con una entrega de nosotros mismos al otro, a fin de que nos dejemos
amar, renunciando al yo y confiándonos al que no somos pero nos quiere bien.
No basta amar, es esencial que aquel que amamos se sienta
amado.
El amor entre dos personas diferentes no es igual, pues debe
tener en el centro al otro y sus necesidades particulares. Cuando alguien nos
ama, piensa en nosotros más que en sí.
Son muchos los que creen amar cuando, en busca del aplauso, aparece
queriendo cuidar de los otros como a él le parece bien y no como ellos
precisan. En verdad, no ama. Es necesitado y mendiga felicidad sin tener conciencia
de ello. Su debilidad no es su fragilidad, sino el hecho de no reconocerla.
Felices los que esperan, los que se desprenden de muchas
cosas suyas, para que haya espacio para lo más importante… el amor, el otro, el
cielo…
Es muy probable que busques a alguien que aún no conoces. Es
importante encontrar el camino hacia él y, paso a paso, amarlo, dejarse amar
por él.
Ser solo alma.
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