Descansa en paz, Miguel Ángel. Has pasado por numerosos
trances, de algunos de los cuales hemos sido testigos, de este último no lo hemos
sido, aunque lo hayamos temido en algunos momentos. Pero este trance es el
último, y te permite ser juzgado por la Misericordia infinita de Dios, así que
esperamos que te sea favorable y pases a gozar de la paz eternamente.
Aunque algún tiempo habías dejado de acudir a la oficina de
Cáritas, tu recuerdo sigue muy presente, no eras una persona que pasara
desapercibida, no lo ibas a consentir, siempre encontrabas la forma de entrar
en conversación. Si no supimos atenderte como tú lo necesitabas, perdónanos
ahora e intercede para que estemos siempre dispuestos a atender a cuantos nos
pidan ayuda y sepamos hacerlo de la forma que más les convenga.
Muchas veces comentamos cosas de ti, como por ejemplo
aquella costumbre, o querencia, de ir a primera hora cada mañana, cuando el
cuerpo te lo permitía, a tomarte tu sopita caliente. Te cogimos una jarrita
para que pudieras tomarla calentita. Por esto, y por más cosas, sentíamos tu
aprecio, a pesar de tus enfados, sobre todo cuando alguien te llevaba la
contraria, incluso a veces tardabas días en volver. Pero te recuperabas en
seguida y sonreías, como si no hubiera pasado nada, como si la protesta hubiera
sido precisamente contra ti mismo, por tu rebeldía natural.
Al final pudiste volver a tu casa, con los tuyos, nos
alegramos mucho por ello, y ahora les queda la satisfacción de que llegada la
hora de partir para un mundo mejor, no estuvieras solo y en la calle, esa
reconciliación os habrá servido de mérito y ensayo para acceder al mejor de los
mundos, en la mejor compañía, y para siempre.
El sopas, como lo conocíamos. Yo lo conocí mucho antes de que acudiera a Cáritas por la relación de amistad que me unía a su hermano. Me he enfadado muchas veces con él pero siempre supo que me enfadaba por que me importaba. Recuerdo que me decia: Quien me iba a decir que siendo tú amigo de mi hermano serías quien me ayudaras. Lo acompamos cuando estuvo hospitalizado, y le dimos consejos, lo escuchamos.. Estuvimos cuando nadie lo estuvo. Él lo supo y lo sabe allá donde esté. Que Dios tenga más misericordia que aquí en este mundo. Hasta pronto Miguel
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