sábado, 3 de noviembre de 2018

¿Qué sabes de tu final?




Casi todos estamos seguros de que nuestra vida terminará en un momento futuro. ¿Pero cómo será ese final? ¿Qué lo causará? ¿Qué implica?

En verdad, todos los días morimos un poco. Cada momento la vida nos empuja hacia adelante. Ya no somos lo que fuimos y aún no somos lo que seremos. Si a caso lo llegamos a ser. Nuestra existencia está inscrita en un tiempo rápido y fugaz. Todo pasa y no deja nunca de pasar. Esa es la mayor evidencia.

¿Es que tenemos conciencia de la muerte del pasado? ¿Somos capaces de darnos cuenta de las horas que pasamos sin arriesgarnos a ser quien somos o debemos ser? Ser señor de sí es ser señor del tiempo. Son muchos los que tienen una especie de vida a la que podíamos dar el nombre de pasatiempo.

Nuestra existencia es resultado de lo que elegimos de forma libreen la vida que un día nos fue entregada y en una noche nos será quitada.

¿Tiene importancia el final? ¿Qué relevancia tendrá el último capítulo si él fuese solamente eso: solo un episodio más de una larga serie? ¿Es que buscamos una vida teatral, donde todo esté permitido y donde  el final redime todo el mal?

No puedes esperar tener una vida plena si el final no estuviera presente en cada uno de tus días.

Qué bueno sería si fuésemos capaces de vivir como si el final de esta nuestra vida estuviese tan lejos como cerca. Tomando decisiones tan acertadas para lo inmediato como a largo plazo.

¿Y después del final de esta vida? ¿A qué vida voy? ¿Quién me espera? ¿Qué puedo esperar? ¿Cuáles son las razones de mi esperanza?

¿Puede la muerte anular la vida? No. Si escogemos nacer todos los días, ella podrá tal vez imponer una interrupción, un pasaje, pero no más que eso.

La muerte es solo una coma. No un punto y final. Un salto por encima de un vacío de  vida.

¿No sientes dentro de ti la vida más fuerte que la muerte? ¿Qué sientes en el fondo de ti? ¿Una oscuridad inmensa e inmortal o una luz sublime y eterna?

Así como a luz ilumina la oscuridad,  las tinieblas en cambio no oscurecen la luz. Tampoco la vida es presencia frente a la muerte,  y la muerte  en cambio  ausencia frente a la vida.

 Así como la luz no es la ausencia de oscuridad, la oscuridad en cambio es ausencia de luz. Tampoco la vida es la ausencia de la muerte, y la muerte sin embargo es solo la ausencia de vida.


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