(Programa de Cáritas Diocesana de Cádiz y Ceuta para las
personas sin hogar)
Daniel Medina Sierra
Hoy hemos sido invitados a la jornada de puertas abiertas de luz y Sal en San Fernando, una ocasión extraordinaria para compartir experiencias y para que nos explicasen los usuarios de la misma que actividades hacen y a que dedican ese espacio.
Fue, como esperaba,
muy interesante y muy grato el recibimiento de todos los componentes de esta
asociación.
Sería muy larga la
exposición y ya mi compañero en este post supongo que se extenderá con más
detalle de los procesos y de las actividades en cuestión, así que me centraré
en otras cuestiones también dignas de mención.
Siempre he dicho que
yo tengo la “ suerte” de pertenecer a los dos mundos, por un lado llevo una
vida digna con techo y comida, luz, agua y todos los recursos que una persona
pueda desear, no tengo un céntimo pero no carezco de ropa nueva, móvil,
televisión, ducha caliente, internet... y además tengo un padre adoptivo que me
quiere como propio, qué más puedo pedir.
Pero también
pertenezco al mundo de los pobres ya que todo esto se debe a la caridad de este
padre adoptivo, por lo tanto mi autonomía es escasa; si algo le pasase a él o
simplemente no quisiera que estuviera en su casa, se acabó.
He tenido que pasar
muchas penurias hasta llegar a donde estoy, he vivido como un animal
abandonado, sin luz, sin agua ni comida, sin nadie a mi lado... procuro no
pensar en ello mucho aunque lo tengo presente todos los días y todos y cada uno
de ellos lo vivo como el último día. Sé que esto no va a durar eternamente y
que no puedo relajarme ni confiarme porque toda esta experiencia me enseñó que
la vida es muy frágil y que lo puedes perder todo en un solo día.
Ahora estoy estudiando
y me vuelvo a mezclar con personas que no tienen ese problema y les decía que
mantengo esa privacidad solo a los voluntarios o a los usuarios, no por
vergüenza ni por el qué dirán, ni siquiera porque piense que me van a excluir,
es precaución. Si mi propia familia, mis propios amigos de toda la vida me
volvieron la espalda, ¿es conveniente exponer tu situación a compañeros a los
que apenas conoces y que compartirán espacio y tiempo durante un curso entero?
Mejor no probar suerte.
Un señor me decía que
no sabía dónde estaba su dignidad, si alguna vez la tuvo, y por qué la perdió,
solo quería trabajar, mezclase con la gente sin agachar la cabeza, recuperar su
antiguo estatus de ser humano. Ellos, todos, me confesaban sus preocupaciones,
esas que callan por no molestar o no ser pesados con lo mismo, están hartos de
esperar una subvención, hartos de aparentar normalidad cuando es un drama
interno, un corazón roto esperando otra oportunidad. ¿qué nos hace distinto a
los demás, somos solo “ personas sin hogar, excluidos sociales” o somos
personas como todos sin excepción?
Yo estoy viviendo una pequeña fantasía, creo
que soy hijo de un profesor, estudio pensando que el mañana será mejor y que
pronto volveré a ser el hombre que fui, pero estos golpes de realidad te
devuelve al mundo real. Vuelves a recordar que tu vida no te pertenece y que en
cualquier momento recaerás. No hay trabajo ni forma digna de ganarte un jornal
dignamente, dependes de ayudas puntuales, que tardan siglos en llegar y otros
tantos en volver a solicitarlas, y entre tiempo y tiempo nada, no existe programas
de formación subvencionados como hace veinte años, aprendías un oficio y
cobrabas el 70% del sueldo de un trabajador, cotizabas, te sentías útil.
Si
seguimos con esta política de subvenciones, la cultura de la miseria y la
dependencia será una pobreza crónica. Así, con esta situación cada vez más
asentada, me es imposible dar ánimos a estos hombres y mujeres con ganas de
vivir pero sin posibilidad real de hacerlo. Cómo puedo yo si dudo de mi propia
suerte.