miércoles, 26 de abril de 2017

La sustitución del hombre por la máquina y la carrera hacia el abismo


Enrique Dans

Un artículo con predicciones de Stephen Hawking compartido en el World Economic Forum con sus perspectivas sobre la sustitución del hombre por la progresiva automatización y el uso de inteligencia artificial me lleva a reflexionar un poco sobre las circunstancias en las que se desenvuelven ese tipo de procesos.

El artículo considera las profesiones relacionadas con la conducción, como taxista o chófer, como una de las más susceptibles de sufrir el impacto de la automatización, con una probabilidad del 89%. La promesa de Mercedes Benz de poner en el mercado taxis completamente autónomos en un plazo de tan solo tres años, unida a las inyecciones económicas de algunos gobiernos en ese tipo de proyectos y a la entrada progresiva de nuevos competidores significativos como Apple o Cadillac parecen estar configurando una hoja de ruta en conducción autónoma cada vez más clara y decidida.

En este contexto, los modelos económicos que rodean el fenómeno parecen ir definiendo de una manera cada vez más clara un escenario de carrera hacia el abismo, en el que la dinámica competitiva en un escenario desregulado lleva a una caída cada vez más fuerte de los ingresos que termina por asfixiar a los competidores tradicionales, dejando espacio únicamente para los entrantes que son capaces de aprovechar mejor las ventajas tecnológicas.

Una startup californiana creada en torno al concepto de taxis autónomos, Voyage, anuncia sus intenciones de ofrecer en el futuro transporte completamente gratuito, posiblemente financiado mediante publicidad. La idea resulta profundamente provocativa, y enlaza con algunas de las interesantes reuniones que mantuve en las oficinas de Daimler en Stuttgart hace algún tiempo, en las que algunos de sus directivos de innovación afirmaban estar trabajando de cara al futuro con modelos en los que el transporte dentro de las ciudades evolucionaba hacia esquemas completamente gratuitos para el usuario, y planteados siempre en modo servicio en lugar de en términos de posesión de un activo utilizado de manera subóptima. La idea de sistemas de transporte completamente gratuitos en función de una exposición a publicidad o mediante modelos de esponsorización no resulta extraña cuando hablamos de ciudades como Londres, en las que por tan solo dos euros, una persona tiene acceso al uso ilimitado de una bicicleta pintada con el rojo característico del logotipo del Santander, durante veinticuatro horas.

En San Francisco, la compañía de taxis más grande de la ciudad, Yellow Cab Co-Op, ha sido vendida a un competidor por un total de ¢810,000,  menos de lo que cuesta una casa en la ciudad. Los culpables de tan brutal depreciación no son únicamente Uber, Lyft y compañías similares que operan en la ciudad, sino la coincidencia de varias demandas por accidentes que resultaron en indemnizaciones multimillonarias, y dejaron a la compañía en bancarrota. En un escenario en el que la siniestralidad inherente a la conducción humana se convierte en una variable capaz de hundir compañías, la conducción autónoma, sujeta a un número dramáticamente inferior de accidentes, se perfila claramente como la alternativa triunfadora.

¿Puede pensarse en evitar la transición de una actividad configurada como tradicionalmente humana, como la conducción, hacia su automatización total, en un escenario en el que la dinámica competitiva se configura de esta manera? No, los procesos como tales son total y absolutamente inevitables, y aquellos que intenten negarlos se verán inmersos en la obsolescencia y en la pérdida de competitividad. La única solución es anticipar ese tipo de procesos y optar por sistemas que mejoren la cobertura social y las alternativas de los cada vez más afectados, en lugar de permitir una espiral descendente que termine generando un problema social irresoluble.


https://www.enriquedans.com/2017/04/la-sustitucion-del-hombre-por-la-maquina-y-la-carrera-hacia-el-abismo.html

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