domingo, 18 de diciembre de 2016

El sufrimiento...

José Manuel Almeida

Breve reflexión.

Precisamente en este bloque.
Cuando todos, o casi todos, prefieren el confort de sus hogares, hay pequeños grupos de personas que prefieren desafiar el frío, el mal tiempo, en busca de aquellos que sufren.
Los que sufren los 365 días del año, sin que nada ni nadie pueda resolver de manera definitiva y digna sus dificultades.
Los voluntarios intentan minimizar el sufrimiento ajeno, sufriendo y sintiendo esa voluntad de rescatar a alguien del mal camino, del vicio, o simplemente del infortunio.
No existen sociedades perfectas, ni modelos perfectos.
Si así fuera, no estarías ahora leyendo esta breve reflexión.
Todo sería un lecho de rosas, preferentemente sin espinas, para deleite de los políticos aventureros y mentirosos que nos engañan.
Cuando las noticias nos muestran los mayores desmanes ocurridos después de recuperada la libertad, son muchos los que se preguntan sobre el futuro de Portugal (aquí podríamos poner cualquier nombre de cualquier país, pues es universal el sentido de la reflexión, o así la entiendo yo), entregado a su suerte y a las órdenes de esta sociedad comercial que se llama UE(Unión Europea).
Un poco por toda Europa seres humanos sufren, son puestos a prueba diariamente en sus lugares de trabajo, en sus talleres, en los lugares más variados.
Les hablo de los hospitales, los centros de día, de los asilos de ancianos, de las instituciones de acogida de jóvenes...
Como tengo escrito aquí mismo, un país que no cuida de sus ancianos es un país sin futuro.
Y un país que no educa a sus jóvenes es un país que hipoteca su futuro.
Un país que ha dado nuevos mundos al mundo, depende ahora del resto del mundo.
Ironía del destino.
El sufrimiento no elige ideologías, ricos o pobres, viejos o nuevos.
El sufrimiento está ahí, anda por ahí, pero no lo siente el que no quiere sentir.
Quizás es hora de parar un poco, disfrutar de la lectura de un pequeño texto, para pensar en aquellos que sufren en silencio.
El peor dolor es aquel que no se escucha.
Es hora de escuchar a tu corazón.
Y si hay un gesto, un solo gesto, ese tiene un nombre:
Dar!
Dar sin recibir.
Ese es el secreto de la felicidad de algunos que minimizan el sufrimiento de muchos.
Tengan una excelente noche, en la comodidad de sus hogares.


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