(Rectificación: retiro la frase "despido improcedente", y la acusación de despido, y pido disculpas a quienes hayan podido sentirse ofendidos)
Me siento muy a gusto
aquí, en San Fernando, mi pueblo de acogida donde menos tiempo he vivido, y sin embargo,
es donde me gustaría permanecer el tiempo que Dios quiera, y lo digo porque, he
comenzado a airear que quizá me tenga que ir de San Fernando, para seguir
ayudando a mi hijo, así que si tuviera
que irme, podéis echarle la culpa a la crisis, y no sólo la económica…
Algunos amigos, que sé que me aprecian de verdad, me han pedido que no me vaya. Pero, no creo que todos
los que me conocen piensen de la misma manera, incluso alguno pensará que “al enemigo que huye…” Pero no es ninguna
huída. He dedicado gran parte de mi vida y de mi tiempo en este pueblo a
Cáritas, en distintas parroquias, y sobre todo en el Programa de Personas sin
Hogar, donde he estado de manera continuada, muy a gusto, durante algunos años.
Todo esto viene a que
no me apetece decir lo que tengo que decir, ya que son esas cosas que en algún
momento molestan y hasta duelen. Es cierto que he aprendido mucho desde
que empecé, y sólo tengo agradecimiento por encima de cualquier descontento. Por otro
lado son tantas las dificultades que hay que superar en la práctica del
voluntariado, que si no las hubiera superado o soportado, pues quizá entonces
el que verdaderamente habría fallado era yo mismo.
Por encima de todo
admiro la labor de Cáritas, y por eso le he dedicado mi voluntariado. Y es precisamente esta admiración la que hace que me
exija a mí mismo estar lo más preparado posible para atender de la manera más
eficaz, pero sobre todo en el modo más adecuado y respetuoso de acoger a
personas que necesitan ayuda. Me esforcé en que esta exigencia fuera sólo para
mí, y traté de respetar y aprender de otros
voluntarios, con más tiempo y
experiencia que yo; pero llega un momento en que hay que afrontar la verdad y
llamar a las cosas por su nombre.
Hoy mismo precisamente,
me he enterado de lo que le ha ocurrido
a un compañero, y no me puedo contener. Nunca me ha gustado airear problemas de
cáritas o de la Iglesia en general, pero hoy voy a romper esa costumbre. Lo que
tanto me preocupa es la “extraña” relación entre algunos equipos de cáritas con
sus presidentes, los párrocos. Y digo algunos, porque hay parroquias donde
están a gusto y se esfuerzan por mejorar. Y digo “extraña” porque no tiene ningún
sentido que se de esta relación tensa, algunas veces, y casi siempre poco
satisfactoria, entre el cura y los que se dedican precisamente a la caridad con
los más necesitados, los preferidos de Dios. Y hablo sólo de San Fernando, y de lo que conozco directamente.
Lo que más molesta de
algunos párrocos, y no a mí sólo, naturalmente, si no no estaría escribiendo de
esta manera, es la falta de atención y apoyo en determinados momentos, tanto a
los voluntarios como a los acogidos. La carencia de voluntarios conlleva la
sobrecarga, desgaste o cansancio, en alguno de ellos, y esta ha sido precisamente la causa por la que
mi compañero y amigo, ha tenido que dejar el equipo, y es el tercero que deja ese equipo.
La caridad empieza por casa. Una persona que se ha dedicado a este
servicio en cuerpo y alma, necesita un reconocimiento, y puede seguir
colaborando en lo que él se sienta útil, si así lo deseara, no se le deja ir con la sensación de despedido o inútil, en la Iglesia no es admisible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario