martes, 2 de diciembre de 2014

La caridad empieza por casa

(Rectificación:  retiro la frase "despido improcedente", y la acusación de despido, y pido disculpas a quienes hayan podido sentirse ofendidos)

Me siento muy a gusto aquí, en San Fernando, mi pueblo de acogida  donde menos tiempo he vivido, y sin embargo, es donde me gustaría permanecer el tiempo que Dios quiera, y lo digo porque, he comenzado a airear que quizá me tenga que ir de San Fernando, para seguir ayudando a mi hijo, así que si  tuviera que irme, podéis echarle la culpa a la crisis, y no sólo la económica…

Algunos amigos, que sé que me aprecian de verdad, me han  pedido  que no me vaya. Pero, no creo que todos los que me conocen piensen de la misma manera, incluso alguno pensará que “al enemigo que huye…” Pero no es ninguna huída. He dedicado gran parte de mi vida y de mi tiempo en este pueblo a Cáritas, en distintas parroquias, y sobre todo en el Programa de Personas sin Hogar, donde he estado de manera continuada, muy a gusto, durante algunos años.

Todo esto viene a que no me apetece decir lo que tengo que decir, ya que son esas cosas que en algún momento  molestan y hasta  duelen. Es cierto que he aprendido mucho desde que empecé, y sólo tengo agradecimiento por encima de cualquier descontento. Por otro lado son tantas las dificultades que hay que superar en la práctica del voluntariado, que si no las hubiera superado o soportado, pues quizá entonces el que verdaderamente habría fallado era yo mismo.

Por encima de todo admiro la labor de Cáritas, y por eso le he dedicado mi voluntariado. Y es precisamente esta admiración la que hace que me exija a mí mismo estar lo más preparado posible para atender de la manera más eficaz, pero sobre todo en el modo más adecuado y respetuoso de acoger a personas que necesitan ayuda. Me esforcé en que esta exigencia fuera sólo para mí, y traté de respetar y  aprender de otros voluntarios, con  más tiempo y experiencia que yo; pero llega un momento en que hay que afrontar la verdad y llamar a las cosas por su nombre.

Hoy mismo precisamente,  me he enterado de lo que le ha ocurrido a un compañero, y no me puedo contener. Nunca me ha gustado airear problemas de cáritas o de la Iglesia en general, pero hoy voy a romper esa costumbre. Lo que tanto me preocupa es la “extraña” relación entre algunos equipos de cáritas con sus presidentes, los párrocos. Y digo algunos, porque hay parroquias donde están a gusto y se esfuerzan por mejorar. Y digo “extraña” porque no tiene ningún sentido que se de esta relación tensa, algunas veces, y casi siempre poco satisfactoria, entre el cura y los que se dedican precisamente a la caridad con los más necesitados, los preferidos de Dios. Y hablo sólo de San Fernando,  y de lo que conozco directamente.

Lo que más molesta de algunos párrocos, y no a mí sólo, naturalmente, si no no estaría escribiendo de esta manera, es la falta de atención y apoyo en determinados momentos, tanto a los voluntarios como a los acogidos. La carencia de voluntarios conlleva la sobrecarga, desgaste o cansancio, en alguno de ellos, y  esta ha sido precisamente la causa por la que mi compañero y amigo,  ha tenido que dejar el equipo, y es el tercero que deja ese equipo.

La caridad empieza por casa. Una persona que se ha dedicado a este servicio en cuerpo y alma, necesita un reconocimiento, y puede seguir colaborando en lo que él se sienta útil, si así lo deseara, no se le deja ir con la sensación de despedido o inútil, en la Iglesia no es admisible.

Cáritas de San Fernando está haciendo mucho bien, sin duda, por eso merece que los equipos se esmeren, y se les mime, y se relacionen entre sí de manera  fluida y espontánea, y disminuyan las diferencias en lo que ofrecen y cómo lo ofrecen. ¡Ah, si fuera posible la fusión algún día, para que el bien común y la igualdad de trato a los necesitados sea una realidad! Para eso habrá que acabar con las diferencias, los personalismos y protagonismos en cada una de las  parroquias y entre las once parroquias de San Fernando, que tampoco son tantas...pero todas son Iglesia.

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