Cuando yo llegaba hoy a
la oficina ya estaba la tertulia animada, y centrada en un hombre, de mediana
edad, que hablaba y gesticulaba acompasadamente, de modo que tenía pendiente de
sus palabras a todos los oyentes, incluso los que más hablan a diario, hoy sólo
interrumpían tímidamente de vez en cuando, más para expresar su admiración o
conocer cómo había llegado a esas conclusiones y por qué.
Cada respuesta era una
información sobre su vida. Iban sumándose más oyentes, y la curiosidad era
creciente, rozando cierta perplejidad a veces, ¿¡cómo era posible que este
hombre, con esa capacidad mental que dice tener, y que yo no me atrevo a
cuestionar, sea un sin techo!? Esta misma duda le manifestó directamente uno de
los oyentes, de los que más habla a diario. Estaba estupefacto, mudo,
asombrado. (Bueno, hoy este admirador estaba de capa caída, con los pies
mojados, además de haber dormido en un cajero… ¿se estará encontrando por fin
consigo mismo?)
Pero sigamos con la
novedad. El hombre nuevo, es un hombre de medina edad, procede de una mezcla de
razas y culturas, ha vivido en multitud de lugres, ha conocido todos los
estratos sociales, tiene estudios elevados e interdisciplinares, ha realizado
el camino de Santiago seis veces, completo, hasta Finisterre. Es capaz de
ayunar durante cuarenta días, y es vegetariano. Gran conocedor de la Biblia, su
personaje modelo es Job, después de
Jesús, naturalmente.
¿Y por qué es Job? Quizá lo sea por varios
motivos, pero al ser preguntado respondió que quién iba a ser su modelo cuando
él había perdido a toda su familia en un accidente, a su mujer, embarazada, y
seis hijos, por culpa de un borracho…hace unos dieciséis años. Él jamás
renegará de Dios, cuando vengan los infortunios se arrodillará e implorará la
ayuda de Dios, porque, repite una y otra vez, Él es el camino, no hay otra
forma de salvarse, y pronto vendrá con todo su poder, al final de los tiempos…
Me atreví a interrumpir
su discurso cuando trataba de explicarnos que el fin del mundo está próximo, y acudía para
probarlo, a los mayas o a las profecías de Malaquías; le dije que si era
cristiano, debería saber que Jesús mismo dijo que no sabríamos el día ni la
hora, que lo importante es que nos esforcemos en vivir dignamente. No le
pareció mal, pero siguió con su tesis, ya que seguramente la tiene bien
construida en su cabeza, capaz de relacionar y sintetizar los más variados
conocimientos, y distingue perfectamente entre fe y razón.
En cualquier caso él no
da muestras de tener prisa, pues sabe sacarle partido a la vida, y además
comunica a los que quieran escucharle cuanto sabe, sin esperar recompensa
alguna.
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