José Luís Nunes Martins
jornal i
13 de dezembro de 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/raiva-sinal-fraqueza
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13 de dezembro de 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/raiva-sinal-fraqueza
Ilustração de Carlos Ribeiro
La furia es una locura pasajera. Un deseo ciego e implacable de venganza que provoca, muchas veces, un mal mucho peor que la insignificancia que lo originó.
El que se deja llevar
por apetito y deseo de violencia, creyendo encontrar en la agresión una buena
respuesta, en poco tiempo pierde el control de sí mismo, da rienda suelta a los
impulsos, ya no es capaz de dominarse, y, por lo tanto, sólo parará demasiado
tarde.
Casi siempre el motivo
de ira es una sensación de injusticia que busca una inmediata compensación,
buscando equilibrar un desequilibrio con
algo aun más desequilibrado.
Del mismo modo que la
lucha, la rabia es un reflejo emocional que se puede volver permanente… Así, si
hay luchas que no acaban, también hay personas que andan siempre enojadas. Aún
sin grandes motivos para la cólera, parece que no se dan nunca a sí mismas la
alegría de andar en paz. Utilizan los tiempos que serían de descanso para pasar
revista a los peores momentos e imaginar estrategias para castigar a todos y
todo. Estas personas sólo pueden estar alegres en la hipótesis de que aplicaran
con éxito todas las penas que imaginan… pero, en verdad, de esta forma sólo
consiguen que la ira se apodere de ellas y así van perdiendo lo que son,
llegando al punto de no recocerse ya sin esta rabia profunda que les mata el
corazón.
Son siempre los más
débiles los que encuentran en la violencia un medio de hacer valer lo que creen
ser sus valores.
Hay gente que pisa a
los otros sólo para ser superior a ellos. En verdad, se hace aún peor. Porque
si ya era bajo, ahora se nota más. La verdadera nobleza de alguien no es vencer
a los más fuertes, sino levantar y cuidar de los más débiles.
Vivimos en un mundo con
muchas razones para irritarnos… pero
andar airados es una pérdida de tiempo. La vida es demasiado corta para
ser vivida en estado de pánico. Porque,
además, al contrario de otras emociones, la ira contribuye de manera mucho más
efectiva al malestar de los que rodean a quien se somete a ella.
La respuesta a una
injusticia, debe ser siempre una forma de prudencia. Corregir a alguien no
implica necesariamente de la rabia. Nunca se debe dar respuesta al mal que se
hizo en el pasado, sino crear una forma de perfeccionar y mejorar el futuro. No
puede ser nunca para el mal de la persona, pero, sí, para el bien. De todos.
Cuando a pesar de todo
no conseguimos equilibrar nuestras emociones, es importante que, por lo menos,
consigamos mantener la lucidez de garantizar que nos acordamos de todo y de
cada pequeña cosa que hicimos a fin de,
más tarde, con toda la calma, sinceridad y arrepentimiento, pedirnos las
debidas disculpas, con el compromiso de que el futuro va a ser la promesa del
pasado…
Cuando admitimos
nuestros errores con sinceridad y comprendemos sus mecanismos, disminuimos la
posibilidad de repetirlos.
¿Por qué razón alguien
escoge vivir con odio en vez de vivir la alegría?
La ira es una
debilidad. Los que pretenden hacerse pasar por fuertes… son siempre débiles.
No siempre es la
aspereza del mundo lo que nos hiere, a veces somos nosotros mismos los que
estamos demasiado sensibles. Es esencial que nos fortalezcamos a fin de no
irritarnos por insignificancias, pues, a veces, la furia, ella sí, causa
grandes desastres. Es como un abismo que llama a otro abismo, muchas veces lo
que comenzó con una irritación sin importancia acaba en una verdadera tragedia.
Es preciso cultivar la
dureza interior, pues los gusanos nacen en las tierras flojas.
La mayor parte de las
veces lo que nos enfurece ni siquiera nos provoca mal alguno. Es, sólo, algo
que aborrecemos… sólo porque no es como esperábamos. Siendo que, igual en los
casos en que se produce un daño, la rabia de la respuesta perdura, casi
siempre, mucho más que él!
Tenemos que
convencernos de que las cosas no acontecen siempre como nosotros las deseamos
y… más importante aún, ¡que eso no es ninguna injusticia!
¡Claro, todos tenemos
derecho a una insania una o dos veces por año, pero no una vez por semana!
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