domingo, 2 de marzo de 2014

La perfección es lo bueno, si eso fuera lo mejor posible



                                                      Ilustração de Carlos Ribeiro

Es lo que hacemos, lo que sale de nosotros, lo que nos crea, estructura y proyecta. No será nunca lo que nos acontece lo que nos determina, porque nada de lo que nos llega de fuera puede alterar nuestra esencia, sin nuestro consentimiento. Decidimos lo que somos y somos lo que decidimos, siempre. Y eso es bueno. Somos nuestras decisiones. La respuesta al mundo que nos es dado.

No somos omnipotentes, pero esa condición no nos impide que seamos buenos y, dentro de la bondad, nos cumple ser lo mejor que nos fuera posible, dentro de las
posibilidades que aceptamos cuando nos son dadas…

Puede incluso una circunstancia adversa tornar más fácil y cómodo ceder a la tentación de desistir y dejarnos contaminar por un mal exterior, pero es siempre y sólo la voluntad propia la que permite y protagoniza nuestras desgracias. Así, como también son nuestras elecciones las que nos apartan de los malos caminos y nos hacen avanzar por el menor.

No hay mayor obra humana que contribuir a la felicidad de otra persona. Pero, siendo que lo más profundo de cada hombre depende sólo de sí mismo, importa entender que nuestra ayuda (siempre externa) no garantiza cosa alguna, sólo podemos inspirar, compartir y amar…

Le falta a muchos el humilde heroísmo que, amando, abre el corazón al otro, con confianza y fe, lo deja actuar en nosotros… siendo que todos los pasos tienen siempre que ser dados por uno mismo. Todos. Los mejores y los peores. Sólo yo soy responsable por lo que fuere hecho en mí, al final, sólo yo puedo dejar esculpir mi alma.

Aquel cuyo corazón cumple su deber es feliz. Ser lo mejor que se puede ser es bueno, y ser bueno es ser perfecto, cuando se escoge lo mejor.

La perfección no es imposible, es ser bueno, tan bueno cuanto sea posible. Nadie nos puede exigir más de lo que está a nuestro alcance. Ni Dios, tampoco nosotros mismos, menos aún los otros… nadie tiene por deber algo por encima de sus posibilidades. Hacer el bien es bueno. Hacer lo mejor posible es… perfecto.

Muchos entienden que la perfección es inalcanzable. Les es más fácil pensar que se trata de una aspiración ideal, creen que  un esfuerzo para perfeccionarse bastará… y que algunas de sus faltas son trazos de su esencia, sin que haya ahí posibilidad de perfección…por lo que, no valdrá la pena (por mas leve que sea) insistir en perfeccionar lo existente…

Pero siempre que una esencia no se cumple, hay mal. Nada. Vacío. El mal es esta carencia: una distancia a la perfección posible… un desierto donde se escoge degenerar en vez de generar; abortar en vez de nacer.

Hay en mí un soplo que me estimula e ilumina, que me puede hacer volar sobrepasando las montañas de este mundo… es lo que debo ser. Lo mejor que puedo.

Ser perfecto es sólo eso, ser lo mejor que se puede ser. Ser perfecto no es ser mejor que ninguno, sino tan sólo lo mejor posible. La bondad no es una propiedad de los seres, es la generosidad sencilla de ser, es la perfección.

Ser feliz es posible y depende sólo de mí, en la medida en que soy capaz de amar. La estrella que me guía entre mis tinieblas está en mí, así como el cielo que tantas veces creo que es de otro mundo.

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