jueves, 20 de marzo de 2014

De los sufrimientos útiles y de los inútiles.

Por José Luís Nunes Martins
publicado em 24 Nov 2012 - 03:00

Conocer la historia de la vida de alguien puede revelar muy poco respecto de lo que ella va a hacer hoy. Las circunstancias cambian, la capacidad de escoger se altera, el simple hecho de estar convencido de estar siguiendo una línea puede ser lo suficiente para querer salir de ella.

Es cierto que el ser humano tiende a refugiarse en el hábito. Pero es también verdad que nunca deja de ser libre, aunque permanezca fiel a una determinada opción. Ser fiel a sí mismo es sinónimo de una libertad elevada, asumida y fuerte. Pero hay pocos hombres libres hasta este punto.

La consciencia reescribe los datos del pasado a fin de crear narrativas más o menos fantasiosas que, o nos disminuyen los fallos o nos aumentan los aciertos. Así, la imagen que tenemos de nosotros mismos es casi siempre fruto de esta distorsión. Verdaderamente, tal vez no seamos tan exitosos, inteligentes y dotados como nos juzgamos… tendemos a mirarnos como héroes que ya superaron mil y un cabos de otras tantas, o más, tormentas.

Hay en estas narrativas a posteriori un error corriente. Se trata de la idea de que hay una relación directa entre el valor del objetivo que se pretende y el sacrificio que es necesario para lograrlo. Como si las cosas buenas tuviesen siempre un precio justo a pagar en dolor, directo y proporcional. No es así. El sufrimiento de un camino, por sí sólo, no es garantía de que el camino sea, siquiera, cierto.

Se tiende a promover el sufrimiento como la pena a pagar por lo que es bueno. De este modo, hay muchas historias donde la moralidad subyacente es la de que sólo con espíritu de sacrificio se pueden alcanzar bienes valiosos. En la realidad, a veces es así como acontece, pero no siempre. Muchos más son los sacrificios que se hacen por  alcanzar… cosa humana. Hay, desgraciadamente, mucho dolor en vano. Y hay bienes, muy valiosos, raros, al alcance de nuestra mano, aquí, ahora… ¡y no los valoramos por ser tan sencillos!

El sufrimiento no es bueno. Es un mal. Y, todo aquel que quiere ser feliz, debe luchar contra el mal, en el campo del enemigo – si necesario fuese, pero nunca haciéndola en su propia casa.

Hay sufrimientos inevitables que llegan en la vida, no es necesario escoger lo que puede ser evitado.

Tampoco vivimos para estar alegres a cada minuto. La felicidad es una forma de caminar, más que un premio al final de cualquier camino escabroso. Debemos aprender a afrontar la vida con generosidad, dando siempre lo mejor de nosotros mismos, y, cuando fuere tiempo de afrontar el sufrimiento, que lo hagamos entonces con corazón lleno de amor, no por el dolor, sino por la vida.

Nacemos con una voluntad grande de vivir, pero hay quien teme tener que estar sufriendo a cada hora… ora porque no tiene lo que desea; ora porque lo tiene pero teme perderlo; ora, finalmente, porque perdió lo que tenía.

Aquí, tal vez sea así más justo mirar la vida como una dadiva continua que envuelve un mundo inmenso de posibilidades. Pero, tal vez la esencia de la vida sea su dimensión intemporal. Eterna. De ahí, esta voluntad profunda que es la certeza de un infinito.

Hay instantes en que experimentamos lo eterno aquí. Siempre breves. Sencillos. Pero una señal. Como un rayo de luz que nos ilumina el camino a partir del destino. A partir de nuestra casa.


Ser feliz tal vez pase por una capacidad de compartir nuestro camino, de aceptar como nuestras las dádivas de las alegrías y de los dolores de otros. Obedeciendo humildemente, a cada instante, a nuestra esencia, a esta voluntad infinita de ser feliz, en los caminos de este mundo, a pesar de todo. Luchando contra todo sufrimiento. Contra todo mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario