Esta mañana cuando acudía a mi tarea de voluntario, iba algo
adormilado, y de pronto algo extraño me sorprendió y espabilé de repente, hasta
la irritación, tan temprano. Lo que vi fueron dos cubos enormes, parecidos a
jaulas, colgando entre las fachadas de la calle Colón. Rápidamente caí en la
cuenta de que eran los adornos de Navidad de este año. Horribles, sencillamente
horribles y en absoluto inspirados en el espíritu navideño, entrañable,
familiar y alegre.
Claro, esto me irritó porque pensé en seguida que era un derroche innecesario, descarado, mientras los
servicios sociales ven reducirse o ralentizarse los presupuestos y servicios.
Si a este derroche sumamos las papeleras que ‘adornan’ la calle Real, parecidos
a buzones de correos, aunque de color verde, claro, para aparentar un gran
ecologismo, y que además te dan las gracias por cumplir con tu deber ciudadano, entonces, ya podemos hacernos idea del criterio que el gobierno
municipal tiene de como repartir los presupuestos, el dinero de los impuestos
que todos pagamos.
Fui todo el trayecto hasta el albergue pensando en la
cantidad de quejas de personas y familias sobre el trato que reciben en los
servicios sociales, y la trágica escasez de las ayudas que conceden. No soporto
la ostentación ridícula, y estos adornos me parecen eso, una verdadera
ostentación, ya que en el municipio de San Fernando no abundan las fuentes de
riqueza ni por tanto los puestos de trabajo.
No estoy en contra de los adornos navideños, pero bastarían
unos más sencillos y menos costosos, que recuerden y fomenten el verdadero
espíritu navideño: la generosidad, la alegría, y el agradecimiento por la vida
y por las cosas de las que podemos disfrutar y con las que podemos hacer que
otros, menos afortunados, disfruten también, durante estas fiestas y durante
todo el año, si fuera posible.
Además, en Navidad se celebra el hecho más grande y más
discreto de la historia de la humanidad, aunque parezca una contradicción: Dios
se hace hombre para acompañarnos en el camino que conduce a la verdadera
felicidad, haciendo todo el bien posible. Si Dios, con toda su grandeza y poder
se hace hombre, no es sensato que queramos deslumbrarnos con luces artificiales
que nos impidan contemplar la verdadera Luz de los hombres.
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