viernes, 15 de noviembre de 2019

La ostentación ornamental contra la discreción de la Navidad



Esta mañana cuando acudía a mi tarea de voluntario, iba algo adormilado, y de pronto algo extraño me sorprendió y espabilé de repente, hasta la irritación, tan temprano. Lo que vi fueron dos cubos enormes, parecidos a jaulas, colgando entre las fachadas de la calle Colón. Rápidamente caí en la cuenta de que eran los adornos de Navidad de este año. Horribles, sencillamente horribles y en absoluto inspirados en el espíritu navideño, entrañable, familiar y alegre.

Claro, esto me irritó porque pensé en seguida que era un  derroche innecesario, descarado, mientras los servicios sociales ven reducirse o ralentizarse los presupuestos y servicios. Si a este derroche sumamos las papeleras que ‘adornan’ la calle Real, parecidos a buzones de correos, aunque de color verde, claro, para aparentar un gran ecologismo, y que además te dan las gracias por cumplir con tu deber ciudadano, entonces, ya podemos hacernos idea del criterio que el gobierno municipal tiene de como repartir los presupuestos, el dinero de los impuestos que todos pagamos.

Fui todo el trayecto hasta el albergue pensando en la cantidad de quejas de personas y familias sobre el trato que reciben en los servicios sociales, y la trágica escasez de las ayudas que conceden. No soporto la ostentación ridícula, y estos adornos me parecen eso, una verdadera ostentación, ya que en el municipio de San Fernando no abundan las fuentes de riqueza ni por tanto los puestos de trabajo.
No estoy en contra de los adornos navideños, pero bastarían unos más sencillos y menos costosos, que recuerden y fomenten el verdadero espíritu navideño: la generosidad, la alegría, y el agradecimiento por la vida y por las cosas de las que podemos disfrutar y con las que podemos hacer que otros, menos afortunados, disfruten también, durante estas fiestas y durante todo el año, si fuera posible.

Además, en Navidad se celebra el hecho más grande y más discreto de la historia de la humanidad, aunque parezca una contradicción: Dios se hace hombre para acompañarnos en el camino que conduce a la verdadera felicidad, haciendo todo el bien posible. Si Dios, con toda su grandeza y poder se hace hombre, no es sensato que queramos deslumbrarnos con luces artificiales que nos impidan contemplar la verdadera Luz de los hombres.




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