Un amigo está presente. Cueste lo que cueste. No se queja
de los esfuerzos que tiene que hacer para conseguirlo, ni se justifica cuando, a
pesar de todo, no lo consigue. Un amigo puede incluso llegar con retraso, pero
llega. Las desgracias asustan a los que nos son amigos y llaman a los que lo son.
Un amigo está en silencio. Atento a lo que tenemos para compartir. No da grandes consejos, continúa en
silencio porque confía en nosotros.
Cuando tenemos que oír algo, el amigo es leal y nos dice
la verdad que necesitamos escuchar, no lo que queremos oír, ni lo que nos
hiciera sentir abrazados y queridos. Un amigo no cede a la tentación de
agradar. Al final, nada hay peor que el
beso del amigo traidor.
Un amigo está a gusto con nosotros, todavía más cuando
desistimos o fracasamos.
Nuestra tristeza y nuestra alegría forman parte de
nosotros, somos nosotros. Somos tristezas, alegrías y todo lo que hay en medio
de ellas. Un amigo se entristece y se alegra con nosotros, porque se dejó a sí
mismo para atrás, y está a gusto con nosotros, de la misma forma, y con la
misma intensidad, cuando nuestra vida es tan normal que carece de interés a
todos los demás.
Un amigo yerra, mucho, porque es como nosotros. Pero
debemos olvidar, tal como él olvida nuestras faltas. Un amigo no nos disculpa
nada, sino que perdona todo.
Un amigo es alguien que está atento a lo sencillo. Casi
todos los días necesitamos de un especialista en alguna cosa, puede ser una
cuestión médica, técnica, financiera, legal u otra cualquiera. Los amigos no
sirven para resolver esas cosas específicas y especializadas. De un amigo
necesitamos algo tan sencillo como su atención
a nuestras necesidades más simples. Todos los días.
Un amigo es aquel que nos permite sentir y pensar en voz
alta. Sin alejarse ni condenarnos, aunque digamos los mayores disparates.
Nadie tiene muchos amigos, pero son muchos los que no
tienen ningún amigo, aunque crean que sí los tienen.
Tenemos menos amigos de los que pensamos y más de los que
conocemos por su nombre.
Aquel que es exactamente nuestro amigo, no espera recibir
nada a cambio. Es amigo porque ha escogido serlo, no porque en eso vea un medio
para conseguir un fin cualquiera.
Si fueres amigo, ayuda. No hagas otra cosa sino eso. No
traiciones.
Sólo los amigos nos pueden traicionar. Nadie más.
Con un amigo estamos solos a dos. Y eso es tan bueno. Los
amigos son pobres, juntos. No hay mayor riqueza que esa. A veces, también son
felices, juntos. Esa es su más profunda alegría.
Todos queremos tener amigos, pero pocos de nosotros
procuramos serlo de verdad.
Hay muchos que parecen amigos sin serlo, no seas uno de
esos. Garantiza a tus amigos la certeza y la verdad de tu amistad, con tus
elecciones, con tu vida.
Guarda tus amigos. No los incomodes cuando no fuere
necesario. Pero si fuera importante, llámalos, no los traiciones.
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