José Luís Nunes Martins
Out 11, 2019 - 17:04
Las consecuencias de esta dependencia son enormes. No hay
un pedazo ni resquicio de nuestra vida donde el teléfono no esté presente y no
se tenido como algo valioso.
Las tecnologías de la comunicación abren puertas, pero
cierran muchas otras, algunas de ellas esenciales.
Es importante que aprendamos a utilizar eta arma con sabiduría,
para no ser víctimas de nuestra ingenuidad.
Nos puede parecer que perdemos la capacidad de estar
solos, en silencio, solo pensando… y recordando o soñando… Como si nos hubiese
robado el aquí y el ahora. Necesitamos un auxilio que nos ayude a pasar el
tiempo, como si el tiempo fuese una cosa más que hay que combatir. Como si
nuestro yo fuese desagradable y necesitáramos una distracción que nos
mantuviese lejos de él. ¡Una especie de tirano disfrazado del mejor amigo!
De tiempo en tiempo vale la pena parar. Retirarnos,
pensar en paz en lo que queremos para nosotros mismos, cuál ha sido la raíz de
nuestras elecciones y en cuanto de lo que existe de negativo en nuestra vida
puede ser mejorado. En esto, ni en el tipo de gama de la tecnología nos puede
ayudar. No hay página en internet ni aplicación que nos pueda servir… ¡Pero el botón
donde se apaga el aparato puede ayudar!
Las tecnologías pueden darnos todas las informaciones,
pero no determinan la forma como debemos interpretar y valorar. Nuestra existencia
es una respuesta a lo que sucede a nuestro alrededor, no una mera consecuencia de
las circunstancias. Aprender a sentir, pensar, actuar y reconducir es esencial
si queremos ser felices y vivir nuestros días cada vez mejor.
¡Nadie nos conoce mejor que nosotros mismos, nadie nos
puede ayudar tanto como nosotros mismos, solo necesitamos de oportunidades y
alguna práctica! Cada uno de nosotros tiene un mundo dentro de sí, montañas,
mares, desiertos, selvas, planicies, playas… y todo lo demás. Vale la pena
viajar por allí. A pie y en helicóptero. Poniendo nuestra atención en las
flores más pequeñas como en los horizontes más lejanos. Conociéndonos a partir
de lo que ya somos.
¿Cuántas conclusiones podemos sacar de las lecciones que
la vida ya nos ha dado?
Los teléfonos y los ordenadores no sirven para nada de
esto. Nos dan solo novedades, pero ¿cuántas de esas noticias son verdaderamente
importantes?
¿La sed urgente de informaciones actualizadas es señal de
que estamos atentos al mundo distante y a los otros o… huyendo de nosotros
mismos y de aquellos que no están cerca?
¡Sabemos lo que los demás andan haciendo. Y es eso lo que
nosotros hacemos!
Lo más importante no es estar siempre alerta máxima, sino
conseguir vivir de forma calma y en paz.
Nos venden esperanza de perfección y nos creemos que la
felicidad está a tres o cuatro cliques de distancia, solo tienen que ser los
acertados… nos angustiamos porque nunca acertamos. Serán necesarios inmensos
fracasos hasta que algunos perciban que la verdadera alegría no brota de
ninguna pantalla, por mejor que ella sea.
Parece más fácil confesarnos tras de un teclado, ¿pero, porqué
será que de ese modo no sentimos la falta de la mirada y la presencia de otro?
¿Será que nos volvemos incapaces de ser humanos? ¿O dejamos de creer en el amor
de los otros?
El amor es mucho más que lo visible. Más que las palabras
o imágenes, es invisible y potente como el viento, que nada dice ni se deja
ver. Solo sentir. Cuando estamos presentes.
Hay quien se pasa el día echándose fotos a sí mismo. ¿Por
qué y para qué? ¿Qué quiere decir esta voluntad de aparecer? ¿Será hambre de
amor? ¿Del verdadero yo o solo del que se
ve?
Los teléfonos son muy obedientes, pero siempre están
seduciéndonos. Nos prometen el universo entero, pero, en verdad, nos roban el
tiempo y la atención que necesitamos para vivir el mundo a nuestro alrededor.
Son inteligentes, ¿Pero no debemos nosotros ser más inteligentes que ellos?
Cada vez son más los que pasan el tiempo con la cabeza baja,
no están mirando la profundidad de la vida, sino mirando para un aparato que
nunca va más allá de la superficie de la realidad.
¡Aprovechemos cada día, porque cada día es una vida!
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