miércoles, 14 de marzo de 2018

Providencia




Uno de estos días de fuertes tormentas, no recuerdo ahora cual era su nombre…, mientras salíamos un momento a la calle para tomar un poco  el aire, se acerca un palomo a comer algún resto de galleta que hubiera por allí. Le echamos una galleta entera, y entonces apareció otra paloma. Pero no la dejaba comer, seguramente estaba hambriento y no quería compartir la comida con su semejante.

Pero en esto que le sale otro competidor, un gorrión, un poco despeluchado o desplumado, empapado y con cara de frío y hambre. No se detuvo ante el tamaño del palomo y sus amenazas, incluso fue capaz de llevarse los trozos más grandes. Bravo por el gorrión.

No termina aquí la pequeña historia, las palomas no han vuelto a nuestra puerta, seguramente han encontrado otra fuente de alimentación. El que sigue viniendo, fielmente y con toda naturalidad, a pedirnos un poco de galleta, es el gorrión. Hoy tenía mejor aspecto, el tiempo estaba hoy menos desapacible.

Parece algo viejo, dijo un compañero. Sí lo parece, quizá por eso le cuesta más encontrar comida, y como se fía de nosotros, pues viene a nuestra puerta, ha visto que aquí entra mucha gente todos los días, incluso hay un ‘pobre extranjero’ que viene, casi a diario, a pedirnos un café, sin siquiera atreverse a entrar en la oficina, para no molestar con su olor, a veces insoportable, a los que esperan allí ser atendidos en sus necesidades.

Pequeñas historias de seres vivos, que se asocian con los humanos para que estos puedan compartir algo tan elemental como la comida que les sobra. No son solo historias de palomos y gorriones, ahora mismo hay que sumar, por suerte, otras tres asociaciones de personas necesitadas que se apoyan entre sí.

A menudo, las personas que vienen por aquí, ‘hacen gala de su soledad’, no se fían de los demás, aunque son compañeros de fatigas, y prefieren andar solos. Pudiera decirse que actúan como el palomo hambriento. Pero no es  del todo infrecuente encontrar humanos como los gorriones, son capaces de sacar lo bueno de los demás, incluso aunque esté como él ‘a dos velas’, y hasta son capaces de asociarse en amistad sincera, perdonándose hasta los ronquidos (quizá porque hasta dormidos necesitan saber que uno vigila, y cuida del otro.)

Nadie mejor sabe ayudar en lo que verdaderamente necesita  una persona marginada o necesitada que otra persona marginada o necesitada, basta que no haya perdido su sentido de la humanidad, porque en su caso se acrecienta, al ser su persona la que se pone en juego y comparte de igual manera la situación concreta que viva.

A veces la Providencia divina, ‘el cuidado amoroso que Dios dispensa a sus criaturas’,  nos sorprende. Sin duda es un misterio. Pero un misterio en el que estamos comprendidos e implicados todos los seres humanos. Por eso, hemos de estar muy atentos para no romper esa cadena misteriosa que nos sujeta a la vida, y nos responsabiliza de otras vidas ajenas. Esta no es una cadena que esclaviza sino una cadena (unas andaderas) que nos guía por el buen camino y al final nos salva.

4 comentarios:

  1. Pues si, es un gran misterio. Por qué ese gorrión escogió nuestra pequeña oficina, por que aparece casi a la misma hora, por que un animal salvaje muestra tanta confianza ante los preaentes: un milagro tal vez. Yo personalmente quedé impresionado, creí que exagerabas, pero no, no exagerabas.
    Tal vez nos esté diciendo algo, no sé.
    Cuando te toca volver a empezar de cero, cuando pierdes toda identidad de quién fuiste, es muy importante hallar la fórmula para empezar a caminar.
    Unos la hallan en la autodestrucción personal: acaban hasta perdiendo la cabeza hasta que, por así decirlo, se reinician otra vez. La hallan por medio de la compañía de un ` guía ' alguien que lo escucha, lo orienta, y lo acompaña en su periplo.
    Es una buena reflexión Octóvilo, me hará pensar y eso es bueno.

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  2. Muchas gracias. El primero que se sorprende soy yo, pero el mayor mérito tuyo es dejarte sorprender por la maravilla de la sencillez, lo natural.

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    1. Hace mucho que descubrí que las cosas más sencillas son, no sólo lo más importantes, sino las más complejas. Creo que es la forma que tiene Dios, entre otras desde luego, de comunicarse. Quien puede explicar la creación de una naturaleza tan compleja, sorprendente y maravillosa sin la creación de Dios.
      Yo tengo la inmensa suerte de tener un angelito de cuatro patas que demuestra el amor incondicional que siente, aunque este enamorado de Dehisi, tu canaria jajaja.

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