Antonio Pernia, Svd
Nota de la SVD en
España: No transcribimos la totalidad por
su extensión; así que cumpla lo aquí ofrecido porque ‘no puede ser más, ni
menos’.
… “Dos desafíos…, una invitación a buscar la “otra cara” de
Dios. Porque esta “otra cara” de Dios se revela cuando nos encontramos
cara a cara con un extraño (multiculturalidad) y con los pobres (pobreza).
Como sabemos, es una antigua creencia bíblica (que el pueblo
hebreo recordaba constantemente) que Dios no es como nosotros. Dios es siempre
más que nuestro Dios, más de lo que hacemos de él. Una y otra vez los profetas
le recordaban a la gente que Dios no era un ídolo, obra de nuestras manos y
nuestra imaginación. Dios es siempre extraño y menos familiar de lo que pensamos.
Dios es el totalmente Otro.
En otras palabras, Dios siempre tiene “otra cara”. Y esta
“otra cara” de Dios se nos revela cuando nos ponemos frente a los que son
diferentes de nosotros, los que son distintos de nosotros: Los que son
socioeconómicamente diferentes de nosotros, es decir, los POBRES y la gente SIN
PODER, y los que son culturalmente diferentes de nosotros, es decir, el EXTRAÑO
y el EXTRANJERO.
Cuando nos ponemos “cara a cara” con el pobre y el
extranjero tenemos una visión de la otra cara de Dios. Y esta otra cara de Dios
nos invita a la novedad. Como San Agustín escribió una vez: “Dios está más
cerca de mí que yo de mí mismo, pero lo suficientemente diferente como para
hacerme más que yo mismo.” Y esto, precisamente, es el desafío de la Iglesia
Hoy: Buscar la “otra cara” de Dios y por lo tanto ser más que ella misma.
El desafío es promover una actitud de reflexión sobre el
misterio que nos lleva desde la cara familiar de Dios a la otra cara de Dios,
que nos llama a ser más que nosotros mismos, el misterio que nos mueve desde
nuestra experiencia tradicional de Dios a un encuentro con Dios que es lo
suficientemente diferente como para llamarnos a una forma diferente de ser.
Esta capacidad de ver la otra cara de Dios es una necesidad particular en el
mundo de hoy, donde la tendencia general es la de envolver lo que es diferente
en lo que es familiar.
La tentación es crear una imagen de Dios amistoso y
familiar, un Dios que es como nosotros. Esto lo convierte en un Dios doméstico
y manejable, alguien a quien se puede recurrir para todo tipo de consuelo
personal y político.
Ese tipo de Dios es completamente predecible y totalmente
carente de sorpresas…
… un Dios al que se puede recurrir para protegernos de
aquellos que no son como nosotros, para protegernos de los extraños y aislarnos
de los pobres. De hecho, vivimos en un mundo donde tenemos miedo a los extraños
y es indiferente con los pobres. Los extraños y los pobres son una amenaza para
nosotros. Los extraños son un peligro para nuestra seguridad y los pobres una
vergüenza para nuestro estilo de vida cómodo. Así que les decimos a nuestros
hijos “no hables con extraños” y les advertimos que “no se acerquen a los
pobres”. Pero, si no permitimos al
extranjero y al pobre acercarse a nosotros, nunca veremos la otra cara de Dios.
Si no nos encontramos cara a cara con ellos, nunca experimentaremos el
“giro” tan necesario para que podamos escuchar la llamada de Dios a una forma
diferente de ser y su llamada a ser más que nosotros mismos. El lenguaje del
extraño. Nuestro encuentro con un
extraño, con el que es culturalmente diferente de nosotros, nos revela la “otra
cara” de Dios, el misterioso rostro desconocido de Dios. Lo que el mundo
necesita hoy no es ver el rostro conocido y habitual de Dios, la imagen de Dios
que a menudo creamos según nuestra propia imagen, sino la cara desconocida y
misteriosa de Dios, la imagen de Dios
que está más allá de nuestras ideas y de nuestra imaginación.
No es el rostro de Dios complaciente y cómodo, sino el
rostro de Dios que nos desafía y nos perturba.
Y así, lo que
necesitamos hoy no es una evangelización que pueda explicar el misterio de
Dios con un lenguaje discursivo y filosófico, sino que pueda llevar a la gente al misterio mismo de Dios a través de un
lenguaje de signos y símbolos.
En otras palabras, no
es sólo necesario comprender el misterio de Dios, sino encontrarse con el Dios
del misterio.
Lo que se necesita en la evangelización hoy es un enfoque y
un lenguaje “mistagógico” EG 166). De este modo, el Papa Francisco habla de la via pulchritudinis o la “vía de la
belleza” (EG 167). La catequesis
debería mostrar que creer en Jesús y seguirlo no es sólo algo correcto y
verdadero (via rationis), sino algo hermoso y alegre, “capaz de llenar la vida
con nuevo esplendor y alegría profunda” (via pulchritudinis). La
perspectiva de los pobres. Nuestra solidaridad con los pobres, con el que es
socioeconómicamente diferente de nosotros, nos revela la “otra cara” de Dios –
no la cara familiar de Dios vista “desde el lado” de la historia, es decir,
desde el punto de vista de los vencedores y los poderosos, sino la cara
desconocida de Dios como se ve desde el “reverso” de la historia, es decir,
desde el punto de vista de las víctimas y los marginados.
La opción por los
pobres no es sólo una estrategia política, sino un reconocimiento de la propia
opción preferencial de Dios. En otras palabras, es la propia perspectiva de
Dios, la forma de ver la realidad de Dios. Como
tal, constituye una clave hermenéutica, es decir, una clave para la
interpretación de la realidad. En su entrevista con la revista jesuita
italiana, La Civiltà Cattolica, el Papa Francisco dijo: “Estoy convencido de
una cosa: los grandes cambios en la historia se hicieron realidad cuando la
realidad no fue vista desde el centro, sino desde la periferia. Es una cuestión
hermenéutica: La realidad se entiende sólo si se mira desde la periferia, y no
cuando nuestro punto de vista es equidistante de todo”.
Lo que se requiere en la actualidad, en la nueva evangelización, es la adopción de la hermenéutica de la
periferia, la perspectiva de los márgenes, la óptica de los pobres, la vista
desde la parte inferior de la historia. Porque sólo entonces podemos
comunicar efectivamente lo que el Papa Francisco llama el núcleo del kerigma
que proclamamos: La “infinita misericordia del Padre” (EG 164). Una espiritualidad
del encuentro. En la EG 78, el Papa Francisco lamenta el hecho de que en muchos
religiosos la vida espiritual ha llegado a estar “identificada con unos
ejercicios en los credos religiosos que pueden ofrecer una cierta comodidad,
pero que no estimulan el encuentro con los demás, el compromiso con el mundo o
una pasión por la evangelización”.
El Papa, por lo tanto, fomenta una Espiritualidad del Encuentro, un encuentro especialmente con
aquellos que son diferentes de nosotros: el pobre, el forastero, el extranjero,
el refugiado, el migrante, las personas desplazadas, la madre soltera, el padre
solo, los afectados por el VIH-SIDA, los buscadores de asilo, los no
cristianos, los no creyentes. De hecho, si nos rodeamos sólo con personas
como nosotros (gente religiosa de clase media, hombres de negocios ricos,
cómodos profesionales) nunca veremos la “otra cara” de Dios y nunca
escucharemos la llamada a ser más que nosotros mismos. Y sólo cuando llegamos a
ser más que nosotros mismos, llegamos a la plenitud. Como dice el Papa Francisco en EG 8: “Gracias
exclusivamente a este encuentro – o encuentro renovado – con el amor de Dios,
florece una amistad enriquecedora, nos liberamos de nuestra estrechez y nuestro
ensimismamiento. Llegamos a ser plenamente humanos cuando llegamos a ser más que humanos, cuando dejamos que Dios
nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar la mayor verdad de nuestro
ser”.
http://www.misionerosverbodivino.com/tag/antonio-pernia
(Como antiguo alumno, confío en que la difusión de tan estupendo artículo, o mejor, catequesis, en este sencillo blog, me esté permitida y pueda contribuir a difundir la labor de los misioneros del Verbo Divino, a los que debo mucho de lo hoy soy).
No hay comentarios:
Publicar un comentario