lunes, 13 de febrero de 2017

DE LOS MOMENTOS PRUDENTES AL INSTANTE IMPRUDENTE


OPINIÃO DE JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

Nuestros apetitos necesitan ser moderados y encaminados, nuestras pasiones necesitan ser comprendidas. Cuando integramos las pasiones, ellas son utilizadas para realizarnos, cuando dejamos que nos dominen, nos orientamos para su propio bien, no para el nuestro.

Ceder a los apetitos es un camino siempre corto, porque en poco tiempo perdemos el equilibrio y caemos en los abismos de la vida. Dejarse llevar también por las pasiones nunca es algo que sea duradero. Son tan inestables como huidizas. Lo que es hoy, mañana ya no es.

Es importante aprender a orientar los deseos para que nuestras decisiones no nos desvíen del camino del bien.

La prudencia nos ayuda a encontrar la verdadera finalidad de nuestras acciones y a  descubrir los medios necesarios para llegar allí. Por más lejos, demorado y difícil que sea...

La vida es bella cuando es vivida sin excesos. Dentro de los límites de nuestras posibilidades y de acuerdo con las valoraciones más sensatas de nuestra razón.

Ser prudente es señal de inteligencia. Las emociones son una fuerza sublime, pero dejadas a rienda suelta arrastran al más fuerte de nosotros hacia la desgracia.

Un momento nunca es largo y un instante es aún más corto.

Pero hay algo mucho más importante de lo que son la razón y las pasiones, por el cual tenemos obligación de dejar atrás la racionalidad y las emociones. Es el amor. Y el amor exige un acto de fe.

La prudencia cuando se ama es cobardía. La pena de quien no se atreve a amar es pasar a vivir sin paz, atormentado por la idea de que no fue capaz de comprender que, más que las pasiones y las razones, la felicidad exige una última prueba de fe y de voluntad. Un salto capaz de romper todos los límites posibles.

Una prueba absoluta del creer y del querer.

Porque, al final, para el amor nada es imposible.




(ilustração de Carlos Ribeiro)



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