OPINIÃO DE
JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
Nuestros
apetitos necesitan ser moderados y encaminados, nuestras pasiones necesitan ser
comprendidas. Cuando integramos las pasiones, ellas son utilizadas para realizarnos,
cuando dejamos que nos dominen, nos orientamos para su propio bien, no para el
nuestro.
Ceder a los
apetitos es un camino siempre corto, porque en poco tiempo perdemos el
equilibrio y caemos en los abismos de la vida. Dejarse llevar también por las
pasiones nunca es algo que sea duradero. Son tan inestables como huidizas. Lo
que es hoy, mañana ya no es.
Es
importante aprender a orientar los deseos para que nuestras decisiones no nos
desvíen del camino del bien.
La prudencia
nos ayuda a encontrar la verdadera finalidad de nuestras acciones y a descubrir los medios necesarios para llegar
allí. Por más lejos, demorado y difícil que sea...
La vida es
bella cuando es vivida sin excesos. Dentro de los límites de nuestras
posibilidades y de acuerdo con las valoraciones más sensatas de nuestra razón.
Ser prudente
es señal de inteligencia. Las emociones son una fuerza sublime, pero dejadas a
rienda suelta arrastran al más fuerte de nosotros hacia la desgracia.
Un momento
nunca es largo y un instante es aún más corto.
Pero hay
algo mucho más importante de lo que son la razón y las pasiones, por el cual
tenemos obligación de dejar atrás la racionalidad y las emociones. Es el amor.
Y el amor exige un acto de fe.
La prudencia
cuando se ama es cobardía. La pena de quien no se atreve a amar es pasar a
vivir sin paz, atormentado por la idea de que no fue capaz de comprender que,
más que las pasiones y las razones, la felicidad exige una última prueba de fe
y de voluntad. Un salto capaz de romper todos los límites posibles.
Una prueba
absoluta del creer y del querer.
Porque, al
final, para el amor nada es imposible.
(ilustração
de Carlos Ribeiro)
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