Ya está bien. ¡Y suerte que no
pasa nada en las oficinas del SEPE, del SAE, del INSS, y cualquiera
otra que
tenga que ver con asuntos sociales, donde van parados, de larga duración o que no han trabajado aún en su vida; los que
han trabajado años y años y no tienen derecho a prestación alguna...; madres
separadas, divorciadas, con hijos, que
apenas sobreviven con las pensiones de sus ‘ex’ (ex maridos, ex pareja, ex
acompañante sentimental...), cuando se las pasan...! Aunque, según me ha dicho un usuario de esas oficinas
ya han ocurrido ‘cosas’, porque hay unos carteles en rojo, uno advirtiendo de
hacer fotos, audios o vídeos dentro del recinto, y otro advirtiendo la oportuna denuncia si algún
empleado recibía amenazas, insultos u agresión.
El usuario que me ha informado es
una amigo mío, que ha ido hoy al SEPE a solicitar la contraseña que le permita
obtener el último certificado que necesita para volver a percibir el salario
social,
dentro de otros largos meses de espera, y eso si no hay alguna otra
contrariedad administrativa..., yo creo, me dice, que intentan ‘desestabilizarnos
emocionalmente’... porque el funcionario no sólo no le facilita dicha
contraseña, le aconseja hacerse el carnet digital para obtener cualquier
certificado. Pero tiene que entregar ese mismo día el certificado a su
trabajadora social, en una oficina que está en el extremo opuesto. Mi amigo se
dirige a la oficina del DNI, pero el ordenador está averiado... Menos mal que
lo acompañaba otro usuario que disponía de moto y lo trasladó a la oficina de
su trabajadora social, para informarle a tiempo del incidente, y no sufrir
alguna penalización o retraso en la solicitud de la ayuda solicitada.
Es posible, o más bien probable, están
probando a ver hasta donde aguanta este modelo social, en el que el Estado
administra caprichosamente, discriminatoriamente,
o mejor, a conveniencia, los fondos que él mismo dedica a la partida de asuntos
sociales. Me recuerda todo esto un capítulo de Asterix y Obelix, “La Casa que
Enloquece”. El mismo Obelix, cae rendidos después de subir y bajar escaleras,
preguntar en una ventanilla detrás de otra en busca de un certificado para
enrolarse en la legión, o algo parecido.
¡Es tan larga la lista de
atentados contra la serenidad, la paciencia, el aguante de los ‘pacientes’
usuarios de estas oficinas, los ‘multiexcluidos’ sociales!, ¡Dice tan poco
bueno de esta decadente sociedad del bienestar!...que, da una pena enorme, y
sobre todo causa una indignación explosiva. De verdad que no sabe uno si alegrarse
de que no ocurra nada malo a diario en esas oficinas, si admirar la paciencia
infinita de tantas personas como acuden a diario a intentar solventar asuntos
vitales para sí mismos o sus hijos, de lo que depende si pueden comer en casa o
tienen que acudir a un comedor social o a cáritas; depende si duerme bajo techo
o tiene que dormir en la calle, quizá por una temporada, o quién sabe, si la
cosa se alarga puede que se convierta en ‘un sin techo’ de larga duración...
Hace unos días, en nuestra misma
oficina, una de estas personas, que hemos visto deteriorarse día tras
Eso es la calle, va acabando con
la dignidad de la persona, pasito a pasito, sin que se dé cuenta
siquiera; en
su fuero interno sigue viéndose persona, ser humano aspirante a cualquier cosa
buena que poder ofrecer, y con lo que dignificarse ante sí y ante los demás.
Pero la realidad es tozuda, su mente se aísla de la realidad, como un Quijote
que no le gusta lo que ve y se rebela, pero yerra el golpe y cae, y se
restablece para volver a caer; hasta que, al final, depende de otros que le quieran ayudar, o,
sencillamente, solo se encuentre a gusto en su falsa libertad, entre sus
‘alucinaciones’ y los pocos espacios accesibles que le queden, porque muchos a
los que se dirija serán meros ‘espejismos’ que le impulsan a ir de un lado a
otro, creyéndose que va a alguna parte..., a un lugar ideal donde todo sea
distinto, empezando por él mismo.
¡Dios tenga piedad de nosotros, y
no salve! Todos somos hijos suyos, unos más ‘hijos pródigo’ que otros. En
nombre de todos los que sufren alguna exclusión social: "¡Dios mío, ven en
nuestro auxilio, date prisa en socorrernos!”