martes, 8 de marzo de 2016

Aquellos a quien nadie quiere escuchar


José Luis Nunes Martins


                                              (ilustração de Carlos Ribeiro)

Hay personas que no tienen a nadie que les escuche… Esta ausencia de amor no es tristeza, es algo mucho más profundo.

En el mundo de hoy estamos cada vez más cerrados y nos sentimos a gusto en esa nuestra comodidad. Llegamos incluso a pensar que los problemas del mundo acaban cuando desenchufamos la televisión. Esta ilusión de que dirigimos la realidad, nos da la falsa convicción de que son otros los que necesitan de nosotros que los escuchemos, y no nosotros a ellos.

Es preciso luchar mucho para que cada uno de nosotros sea capaz de evadirse de la prisión donde se encuentra.

En cualquier caso, no basta escuchar, es necesario aprender a escuchar al otro, en sus espacios, tiempos y modos. Con humildad, aprender con él… valorarlo hasta el punto de reconocer, en los éxitos y fracasos, posibilidades de enriquecernos.

Es más importante aún escuchar cuando no hay palabras. Los silencios íntimos se llenan de luz cuando son compartidos, cuando alguien está ahí, con nosotros. Juntos. Unidos en la presencia. Compartiendo el mismo espacio, el mismo tiempo y el mismo modo de decir lo que se  piensa y siente... un silencio lleno de emoción y de verdad que a nadie deja indiferente. A veces, los amigos, incluso los que ya han muerto, parece que no están, pero están. Siempre de forma consistente y auténtica, están y son. Son lo que somos, porque quieren estar con nosotros… lo mismo que nosotros.  
              

Hay quien consigue escucharnos, siendo capaz de hacerlo sin cansarse. Sin siquiera interrumpirnos para contarnos sus problemas, miedos, angustias. ¡Para estos, ningún elogio es bastante! Pero, a veces… estos son aquellos que nadie quiere escuchar.

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