Daniel Medina Sierra
¿Saben de ese dicho, ‘predicar
en el desierto’? pues así me siento la inmensa parte del día.
Tengo la impresión de no
saber si el idiota soy yo o son los demás, si estoy encerrado entre una masa de
locos, imbéciles, cortos de miras, estúpidos egoístas, populistas,
barriobajeros... o todo eso soy yo.
A día de hoy no hay
persona que me explique por qué aguantamos a estos parásitos y les atendemos.
Harto de personas que
vienen EXIGIENDOTE que le arregles sus problemas, amenazando, insultando,
pasando olímpicamente de los requerimientos necesarios para seguir prestando
atención y ayuda.
Manda a sus hijos menores
a que vengan por los alimentos, a que pasen la vergüenza que tendrían que pasar
los padres por no traer un puñetero papel ¿y qué le dices a un crío? pues...
pasas un mal rato.
Desconozco hasta qué punto
el desprecio de determinadas personas a la mínima educación o compostura puedan
llegar y, francamente, no lo quiero saber.
¿¡Vas a pedir alimentos
con un buen coche en la misma puerta!? Y ahora dale pañales, y dale toallitas,
y dale cereales, potitos...
Y el que le está ayudando
resulta que ni luz tiene en casa.
Es de locos, es el mundo
al revés. Las buenas personas que vienen voluntariamente a aportar parte de su
tiempo y esfuerzo sólo por ayudar a los demás.
Confieso que se me cae el
alma encima cuando pienso en mis compañeros que tanto amor y cariño dan y se
encuentran todos los meses con los mismos jil...
Los miro mientras tratan,
con poca fortuna, de darle a entender que nosotros SIEMPRE estamos del lado del más desfavorecidos, siempre , y no
atienden a razones, a buenas palabras; dan por hecho que a nosotros se nos
puede pisar o engañar libremente ¡somos voluntarios, ¿no?!
Tengo que reconocer que
mis compañeros, desde el primero al último, son mucho mejores personas que yo,
pues a veces cogía a uno de estos... La miseria humana es lo que más desprecio
me da.
Como siempre, hay que
aclarar, estos individuos son minoría pero jo..., lo siento, de vez en cuando jo...
Haceros una mínima idea de
lo que se os pasaría por la cabeza al ver a una chica monísima aparcando el
cochazo ¡No enfrente, no, justo en el escaparate! Luego imaginar la cara del
personal. En lo que a mí concierne se me quedó una cara de tonto.
Luego piensas para ti
mismo. Yo, que he luchado como el que más,
que estoy aportando lo que puedo, que no recojo comida, no pido, sólo trato
de ayudar. He sido completamente responsable de mis actos buenos y malos, y yo
no tengo ni para poder mantener luz y agua. Algo estamos haciendo mal.
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