martes, 10 de noviembre de 2015

¡Descanse en paz, Miguel!



Descanse en paz Miguel, “El Argentino”. Ha sido huésped especial durante un largo periodo de tiempo en nuestro albergue. Especial porque ha vivido a bien con todos, al menos yo no he oído hablar mal de él nunca. Su delicada salud, es cierto, y su carácter suave, inspiraban simpatía y yo creo que no defraudaba, al menos a mí no me defraudó en el tiempo que lo he tratado, y en las conversaciones que hemos mantenido.

Ha sido especial también porque ha estado acogido al amparo de este albergue, precisamente cuando más lo necesitaba, y él ha sabido responder con su agradecimiento. Ha muerto en paz, silenciosamente, se fue apagando, sin renunciar del todo a  pequeños caprichos, contrarios a las exigencias médicas y enemigos implacables de su delicada salud.

 Total, ¿para qué tantos cuidados? ¿Qué podía esperar un emigrante,  tan lejos, y hace tanto tiempo, de su patria, sin otra  familia o amigos más que los que en estos momentos tenía? No se cuidaba mucho, pero sí procuraba vivir cada momento,  vivía muy intensamente, mostrando siempre una gran sensibilidad ante las cosas sencillas y naturales.

Yo guardo un recuerdo que ya he recogido en otro post anterior, fruto precisamente de una visita que nos hizo hace algunos meses, acompañado de un buen amigo suyo. Me dejó impresionado la confesión que me hicieron los dos, “solemos ir a ver la salida del sol juntos”…


Yo creo que ha sido una larga despedida la que ha vivido Miguel, él ya intuía lo que le esperaba, por eso iba en busca del sol, buscaba una vida mejor, más cálida y acogedora, y seguramente  ya descansa para siempre a la luz del Sol, en la mejor compañía.

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