Por Daniel Medina Sierra
Charlando hace unos
días con una buena amiga, surgió un tema recurrente: qué entendemos por el
concepto de Dios.
Nuestra amiga nos
comentaba que Dios nos concede el don más preciado del ser humano: la libertad.
Escuchando atentamente
sus argumentos, su visión de Dios, pensaba “¿Cómo puede estar tan segura, o al
menos eso parecía, de que Dios nos hace libres?
Desde luego, y puesto
que hablamos de Dios, mi planteamiento es subjetivo, por lo tanto no tengo la
certeza, sino mi propia vivencia.
Hace tiempo que he llegado
a la conclusión de que los hombres no somos libres en absoluto. Nuestro margen
de acción es muy limitado, ya que depende de factores externos, es decir, el país
donde naces, no es lo mismo nacer en un país
desarrollado que nacer en un país subdesarrollado; también interviene la
situación política, social. En el desarrollo personal tenemos también el núcleo
familiar, amistades.
Por lo tanto,
difícilmente un individuo podrá elegir cómo vivir su vida. Me podría extender,
pero creo que queda suficientemente caro mi alegato.
Un ejemplo claro lo
encontramos en los padres. Un hijo llora porque se ha caído y se ha hecho daño,
el padre lo cura, lo abraza, y el niño se siente a salvo.
El hijo sigue creciendo,
pero el padre sigue cuidándolo; se casa, tiene hijos, y el padre es dichoso con sus nietos, a
los que cuida con el mismo amor con que cuidaba de su hijo (o más); está
orgulloso de cómo su hijo ha crecido, habiendo sido un niño querido y esperado,
y cómo, siendo ya un hombre, enseña a su hijo a amar y respetar a los demás.
Otro amigo me explica
que si Dios interviniera de forma directa y evidente, no tendría razón de ser,
ya que entonces todo sería fácil y se daría por hecho…
Creo que no se da
cuenta de que lo que no tiene sentido es que los hijos lloren, sufran, y no
tengan siquiera el consuelo de un padre…
No, no somos libres,
somos esclavos unos de los otros, y no podemos despertar de esta pesadilla,
volver a sonreír, a dormir ocho horas seguidas...
No conozco un padre
amantísimo que deje sufrir a un hijo. Se culpa de todo al hombre pero… ¿A caso Dios
no interviene, los otros seres humanos no intervienen?... ¿Libertad?
Si fuera libre no sería
pobre, si fuera libre tendría una segunda oportunidad, si lo fuera… el trabajo
no estaría hecho y acabado, al contrario, quedaría mucho por hacer, pero, por
vez primera seríamos completamente libres, no me refiero al libre albedrío,
sino libres para amar, para ayudar, cumpliendo sueños; libres para no soñar con paraísos y ángeles
cantando al son de músicas celestiales, sino para construirlo aquí...
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