Hoy ha venido un
hombre, pura sensibilidad. Está sentado escuchando atentamente la conversación,
participando nada más con gestos y asintiendo, negando, o sonriendo, según le
parezcan más o menos acertadas o interesantes las distintas aportaciones.
Sólo cuando se han ido,
o se han callado los que más hablaban, entonces se dirige a mí, para
manifestarme su confianza y a la vez contarnos lo que hace. Nos dice que él se dedica a bucear por ahí y
rescata monedas del fondo de la bahía, monedas de todas las épocas y de todos
los países. Nos muestra unas cuantas, y yo le pregunto donde las guarda,
porque al vivir en la calle no es muy prudente decirlo en público… (hacía un
momento que W. nos había contado cómo ayer tuvo que pelearse con dos extranjeros
porque le quisieron robar su guitarra).
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