domingo, 30 de noviembre de 2014

“la verdad os hará libres”


 Lo que más aprecio en este mundo es mi familia, aunque, en realidad, desde hace algunos años, sea más bien  un recuerdo entrañabilísimo, añorado. Los hermanos nos hemos ido distanciando desde la desaparición de los padres, especialmente la de mi madre, que sobrevivió a mi padre muchos años. La presencia de los padres, impide el distanciamiento real, porque al menos una vez al año se les va a visitar, o se les llama por teléfono una vez por semana.

A mi padre lo admiro todavía, y cada día más, su nobleza, su generosidad, recordada por muchos en el pueblo, sin distinciones. A mi madre la admiro de la misma manera, su entereza, su saber estar, su entrega, el amor que ponía en todo cuanto hacía, su sonrisa permanente, su fidelidad (aún recuerdo aquella mañana de verano, en que yo empecé a trabajar como un hombre, en las labores de la recolección, ¡me había preparado dos huevos con pimientos fritos para almorzar!...). A penas salía de casa, sólo para ir a misa, diaria mientras pudo. Los disgustos que le dimos los hijos no la marcaron, ella mantuvo siempre su carácter, acogedor, sencillo, noble… hasta que murió, o se apagó más bien, poco a poco, para darle tiempo a despedirse de los hijos ausentes. ¡Cómo nos leía los cuentos! Mi padre murió demasiado pronto, le falló el corazón, a pesar de tenerlo enorme, o quizá por eso mismo.

Como he dicho, los hermanos vivimos ahora más o menos distanciados, según les vaya la vida,  si bien la mayor distancia es  la física, y por pereza; los más pequeños y cercanos entre nosotros, vivimos en las antípodas y el resto en el medio. Es uno de tantos casos de familias cuyos miembros  tienen que buscar trabajo fuera del pueblo y emigrar a la ciudad. Hemos hablado alguna vez, los tres pequeños,  de lo dura que fue  aquella separación y la adaptación a la vida laboral y urbana; aunque a mí, gracias a Dios, no me fue tan mal ya que decidí ir a un colegio de frailes para huir de un  maestro gigantesco y brutal,  que me tenía aterrorizado. Algo de vocación sí tenía, y a mi madre eso le gustaba.

Esta larga introducción viene a raíz de una confesión que me hizo una amiga, trabajadora social.  Me lo decía con mucha cautela, para no herir mis sentimientos… Acababa de atender durante un largo rato, a una persona abrumada por un problema familiar, o mejor, por la relación con su mujer. Me decía: “me acordé de ti”, “me daba la impresión de que este hombre tenía el corazón roto”, “¿¡cómo puede haber mujeres así!?...

Muchas veces he hablado de las leyes tan injustas que pretenden regular las separaciones y divorcios, metiendo las narices en la vida más privada de las personas. Estas leyes parten de un principio radicalmente injusto: La discriminación positiva. Yo soy el primero que defiende a la mujer, y la maternidad, y la familia natural por encima de todo. Pero ante la justicia todos somos exactamente iguales, tanto si es hombre como si es mujer, o viceversa (y he alterado el orden poniendo primero el género masculino, aunque en la vida real sigo cediendo el asiento a una mujer).

Es absolutamente insensato que una mujer pueda aprovecharse de una ley para abusar de un hombre. Es una injusticia consentida y amparada. Es triste, es vergonzoso, humillante, para un hombre, ser acusado de no sé cuantas cosas, agrupadas en “malos tratos”, tener que pasar pensiones insoportables, y si además pierde el trabajo, pues puede verse en la calle, privado de cuantas comodidades disfrutaba en su casa. Lo pierde todo. Ya la separación de mutuo acuerdo, por la incompatibilidad de caracteres, es poca cosa, no es rentable…

Estas situaciones incluso pueden producir en los demás desprecio o burla, generalmente muchos se encogen de hombros, incluso los abogados, ellos se limitan a defender a la mujer como cliente, y si pueden sacar más, mejor. Parece además, que todos los separados son potencialmente violentos y culpables de malos tratos. Como los casos con violencia (y dejemos de una vez de apellidarla “doméstica”, porque parece un asunto menor, y no lo es, es igual que cualquier otro crimen, con sus circunstancias y protagonistas) son los más sonados, todo el mundo generaliza: “es que son…”

Si se publicara una estadística completa de los matrimonios rotos, con violencia física y sin ella,  quizá nos diéramos cuenta de la enormidad del fracaso social. Quizá nos pusiéramos a corregir la tendencia, porque hubiéramos asumido nuestra propia responsabilidad. No es culpable sólo el estado,  la crisis, los políticos, son culpables todos los que han aceptado sin la menor reflexión esas ideas de libertad caprichosa, creyendo que iban a ser más felices. Lo que han conseguido es ser más egoístas. Y es ese egoísmo lo que los hace tan exigentes e injustos, pretendiendo que el otro/a  les haga o permita ser felices, y si no lo consiguen  se lanzan desesperadamente a la satisfacción inmediata de sus deseos de felicidad, cayendo en múltiples adicciones; pero esta carrera los aleja de sus familias y amigos, provocando verdaderas tragedias familiares, tanto en el aspecto humano como económico y social. Nos convertimos en una carga insoportable para uno mismo  y para los demás.

Esta corrupción de las mentes y conductas era más tolerable mientras había riqueza, con la crisis quizá se produzca una catarsis, o una caída del caballo del progreso, progresista y desbocado, eternamente insatisfecho. Porque, cada uno “va a su rollo”, persiguiendo su fantasía, en una estampida que se dispersa en direcciones divergentes y opuestas. Es como si alguien hubiera arrojado sobre la sociedad una bomba de racimo,  o una atómica de esas que sólo destruiría a los seres vivos,  provocando múltiples ondas expansivas que la van destruyendo de manera selectiva, para que sólo sobreviva lo que interesa, la riqueza material y un gigantesco mecanismo egoísta, autoritario y esclavizador…  

El deterioro de la justicia comienza cuando los políticos eligen a los jueces, y se expande a todos los sectores sociales y a los individuos, cuando legislan para propagar o imponer sus ideologías, cuando utilizan la justicia para atacar la institución natural por excelencia, la familia, y transformar la sociedad desde arriba, dividiendo y enfrentando a las personas, creando batallas dialécticas absurdas e inconsistentes, pero que desgastan la convivencia. Si piensas así eres un machista,… y si de la otra manera, eres feminista, entonces eres o carca o progre, en todo caso ya somos enemigos a eliminar de nuestra vida, uno malo y otro bueno. O cuando  alterando conceptos, como el de género, sexo, matrimonio, familia, y creando una nueva generación de derechos, progres, impiden el desarrollo de una sociedad cohesionada y en paz.

Una vez, hace más de dos mil años, harto de nuestros fracasos, quizá, según nuestro criterio, pero en realidad compadecido, el Todopoderoso envió a su Hijo a salvar a la humanidad, con la entrega absoluta de su vida, sin exigencias, pero diciendo la verdad a todo el mundo y haciendo el bien del mismo modo, sin mirar la condición de la persona, sino cara a cara y al alma, implorándonos la conversión, y la realización de sus palabras sanadoras: “la verdad os hará libres”

jueves, 27 de noviembre de 2014

DÍA DE LAS PERSONAS SIN HOGAR 2014


DERECHO A UNA VIVIENDA DIGNA Y ADECUADA
(Las entidades Cáritas, FACIAM, fePsh, XAPSLL y BesteBi
convocan esta jornada anual, que se celebra el 30 de noviembre)

A mí el flashmob no me apetece mucho, pero  su organización, desarrollo, y el resto de las actividades, especialmente la convivencia y la ilusión derrochadas, tanto por los organizadores como por los voluntarios y acogidos de los distintos centros, sí que me han satisfecho al cien por cien.

Comenzaba el día lluvioso, tormentoso, o sea, una amenaza para la celebración de las actividades programadas en torno al Día de las Personas sin Hogar, pero, la Providencia quiso que la procesión con caretas blancas, y la lectura final del manifiesto en defensa del derecho a una vivienda digna para todos, se llevase a cabo. Con presencia de las cámaras de TVA, y la curiosidad de numerosos transeúntes que aceptaban curiosos los folletos que repartíamos. Hasta que de pronto se presentó un nubarrón dispuesto a soltar agua.

No importa, al mal tiempo buena cara (¡si estarán acostumbradas las personas sin hogar a las inclemencias del tiempo, a la indiferencia y hasta el desprecio de los humanos…), regresamos a los locales de Cáritas Diocesana, y continuamos las actividades programadas. Como el tiempo nos obligó a acortar las actividades de calle, pues adelantamos las actividades de la tarde, y así, en caso de que el tiempo empeorara podríamos irnos antes; una especial consideración con los asistentes de San Fernando, Chiclana, y más aún con los de Algeciras…

Los contratiempos no supusieron un obstáculo que no fuera fácilmente  superado de la manera más natural, en familia,  con la colaboración de todos. De manera que las amenazas que se cernían sobre esta celebración, se transformaron en un estrechamiento de lazos y un mayor conocimiento mutuo entre distintos grupos y personas del Programa de Personas sin Hogar de la Diócesis de Cádiz y Ceuta.



lunes, 24 de noviembre de 2014

Encuentro


Salí un momento a comprar una pila para el reloj, que lleva ya varios días parado, y no hace bien ver el reloj parado, cuando se les hace eterna la espera a los que tienen cita con la trabajadora social, deseosos de solucionar sus problemas, o simplemente desahogar su alma y escuchar palabras amigas que les permita ver con más claridad.

Pero el tiempo estaba de verdad detenido para M., a quien me encontré,… ¿casualmente? cuando volvía con las pilas. El tiempo seguía detenido en el reloj de la oficina (me esperaban impacientes como comprobé al regresar), mientras echaba a andar para M. Como ya nos conocíamos de meses atrás, no le costó demasiado aceptar un café y charlar. ¡Vaya si charlamos, hasta la infancia regresamos!

No deja de tener su misterio que haya que recurrir a la infancia para entender el presente. En aquellos días “felices”, a veces nos ocurren cosas terribles, sufrimos visiones espantosas, que nos sacuden y nos hacen perder la inocencia de golpe, la cual es tan necesaria para vivir la vida con normalidad, afrontando los problemas y desengaños progresivamente, cada uno a su debido tiempo y a edad adecuada para recibir el golpe.

Por eso crecemos, de alguna manera, unos más y otros menos,  con una visión deformada, velada o desconfiada de la vida. Por eso la vida supone, a la vez que un aprendizaje y una invitación, un ir desprendiéndose de aquello que la lastra, que hace que la veamos demasiado peligrosa, o rechazable incluso.

“Todo el mundo tiene derecho a ser feliz”, decimos con frecuencia, para quejarnos de lo mal que nos van las cosas, o para acusar a no sé cuantos de nuestras propias desgracias. Pero sólo se puede entender como un derecho si procuramos serlo de la manera adecuada, si lo que buscamos es la Felicidad, no la mía, en exclusiva, sin importar la de los demás.

La felicidad está ahí, al alcance de cualquiera, no es de nadie, uno se la encuentra y en seguida la comparte, porque es total, no es parcial; es de todos, nunca particular, ni se puede comprar, ni vender; como el aire es esencial para la vida, la felicidad lo es para una vida completa, inacabable.


Supone, por tanto, un cambio radical, si fuera verdadera, porque ya nadie me la puede quitar, la he vivido, sé como se llega hasta ella, y nadie, por más que se empeñe, conseguirá hacerme un desgraciado total.

domingo, 23 de noviembre de 2014

La verdad es el silencio




                                                     Ilustração de Carlos Ribeiro

Cada hombre tiene en sí una fuente de vida, de donde nacen todas sus obras: el sentir, el pensar, el decir, el callar y el hacer. Es un silencio cagado de sentido, una fuente que no deja nunca de correr… una tempestad buena.

Aquel que quiere ser feliz, debe darse. Ser es amar y amar es darse. Nadie puede ser nada si no es en su relación con los otros y con el mundo. El ser más perfecto sería imperfecto si se encerrase  en sí mismo y así se redujese a su propia individualidad. La vida es el don de ser don. Sirve para acercarse a la vida del otro. Para ser lo que le falta… amándolo.

La felicidad sólo es posible cuando comprendo que no es necesario más que lo esencial y resuelvo liberarme de lo que me sobra.

Es común, que los más generosos sean aquellos que menos tienen. Estos, son capaces de dar el debido valor a la verdadera carencia, distinguiendo de forma sabia lo que es importante de todo cuanto sólo parece serlo. En verdad, son bastantes los que, afortunados, viven atormentados por la posibilidad de perder no sólo lo que tienen, sino, además, de no conseguir lo mucho que siempre han soñado alcanzar… nunca tienen descanso, ni paz. Tal vez no sepan lo que es el silencio…

Sólo una persona capaz de darse, de realizarse, es feliz. El que vive centrado en sí mismo, aunque pase el tiempo alimentando su egoísmo, nunca tendrá paz.

Prefiero dar. Ser cuanto me llega y aún sobrar, antes así que ser un inmenso deseo que absorbe todo de los otros sin retribuir. Un agujero negro que todo lo atrae hacia sí… capaz de hacer desaparecer las estrellas… y como al mal sucede siempre el mal… destruye y se destruye.

Quien procura recibir es, en sí mismo una falta, una carencia, un deseo ardiente que se consume. Hay que aceptar lo que los otros nos quieran dar, aunque sea su indiferencia; una cosa mala es servirse de los otros para nuestros proyectos personales; el amor verdadero es gratuito y silencioso, mientras que el egoísta es interesado y ruidoso.

¡Unas manos vacías llenas de amor, dispuestas a crear lo que fuera necesario, son el mejor y más bello presente que podemos dar a alguien!


Que mis manos sean de quien las necesita. Que mi silencio sea un espacio donde el otro se encuentre a sí mismo y descubra su paz.

Larga es una vida llena. Cuando seamos capaces de desprendernos, de dejar de centrarnos en nosotros mismos y en nuestras necesidades, seremos más capaces de ser felices con lo poco que tenemos y somos.

Nuestra verdad somos nosotros. La verdad es la presencia. Aquí. En silencio.

Pero la verdad nunca llega a tocar a quien no la quiere aceptar. El silencio es muchas veces sentido como un vacío… cuando es, al final, la respuesta que tanto buscamos.

Un silencio es la más bella forma de decir el amor.

Para ser ángeles (y no es nada del otro mundo) basta que tengamos el coraje de estar presente, de demostrar que el silencio puede decir mucho… y de escoger gestos simples que puedan llevar al otro lo esencial que le falta.


Presencia. Silencio. Simplicidad.

martes, 18 de noviembre de 2014

La multitud, la soledad y el amor.



                                                     Ilustração de Carlos Ribeiro

Querida amiga,

Comprendo su miedo a una vida que acabe en soledad y donde nunca llegue al éxito profesional…

Creo que debe, en primer lugar, aprender a vivir sola. Más vale sola que fingir que ama. No crea que esto es sólo una etapa del camino, sino que es, en verdad, algo que debe ser una preocupación permanente también de quien ama a alguien con el que vive todos los días. ¡Pero nuestro amor nunca es por nosotros! Jamás nos podremos gustar a nosotros mismos si no hacemos nada por los otros. Amarse a sí mismo es una contradicción, una forma simple de decir egoísmo.

Sólo quien se acepta puede esperar ser aceptado por otro.

Es con humildad como se debe entrar y salir de la vida. No es ni siquiera una virtud. Es la verdad. Ninguno de nosotros es muy importante. Es fundamental conocer bien nuestro tamaño e importancia, a fin de que sepamos mejor lo que podemos y debemos ser.

Muchos buscan en la fama y en la fortuna la razón de su felicidad. ¡Se equivocan todos! Aunque en un primer momento los aplausos le parezcan el paraíso, no tardarán en sentirse todavía más vacíos y partan en busca de aplausos… claro, pronto llegan a un punto en que ya no hay aplausos suficientes para recatar de la angustia de no depender sólo de sí mismos, de su amor, para ser felices. Mientras tanto, fueron perdiendo lo esencial…

Las cosas son lo que son. Nunca son lo que parecen. Una vida buena es algo que depende de un esfuerzo enorme por echar fuera lo que no es importante, lo que es sólo momentáneo, por más que parezca importantísimo y eterno. Para ser feliz, querida amiga, tenemos que ser simples. Concentre sus fuerzas en coger sólo lo que es esencial dejando atrás todo el resto.

Su profesión es un medio, nunca un fin.

Precisamos trabajar y es bueno que no nos dediquemos sólo y exclusivamente a la familia, mas le pido que decida en concreto (no sólo con palabras) que la familia es lo más importante. Tenga una carrera que otros hasta pueden considerar soportable, domine la ambición, en cuanto lucha y  empéñese en amar a aquellos que tiene y va a tener en casa. Claro que no es fácil, nada lo es. Pues son esos, muchas veces, quien nos hieren en lo más hondo… pero, tal vez por la misma razón, son esos mismos quienes con una sonrisa y un abrazo nos transportan al cielo.

El sufrimiento forma parte de la vida. No huya de él. Acéptelo, afróntelo y comparta su lucha y los resultados de ella. Cualesquiera que sean. Quien no estuviera consigo en los peores días, tal vez no sea el ideal para los mejores, porque la estará utilizando como un medio y no la ama como un fin. Los egoístas son así, especialistas en el arte de fingir amor. No intente siquiera desenmascararlos, pues lo más probable es que la convenzan de que usted es la egoísta y no ellos. ¡Pero, ellos creen exactamente eso! ¡Es así como sobreviven! Maestros en el juego de engaños. Hasta se engañan a sí mismos.

Amiga, una advertencia especial: la inmensa mayoría de las personas piensa que la familia es más importante que el trabajo, en eso no hay discrepancias. Pero la vida son nuestras obras, aquello que decidimos, y no lo que creemos que es mejor o nuestras promesas, por más sinceras que sean. Por eso, vemos tantas personas que se empeñan mucho más en su vida profesional que en la personal… con resultados… lógicos. La vida personal se va desgranando, mientras la profesión sigue, muchas veces, hacia ningún lado. Incluso puede parecer que sube, ¡pero… es para caer! Son muchos los que ya tarde se dan cuenta que la felicidad está en la sonrisa sincera que podemos dar a quien está cerca, más que los aplausos y en la admiración que podemos recibir de gente que ni siquiera sabemos quien es.

Para que alguien sea  feliz necesita de amor… y eso no es algo que se consiga en un empleo. Amar es darse, no es vencer en un juego de intercambio.

Cuente conmigo. Estoy aquí. Confío en usted. Rezo por usted.


A su disposición.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Pobreza



El sol fundirá en oro la nieve fría;
En un baño de oro, la Tierra yace, postrada;
Un ciego gime en el suelo de la estrada
Y yo elogio el don de la luz de cada día.

Ahora, en el cielo rojo, el Sol, que arde, se enfría:
Cae, en el silencio, la tarde reposada.
sombrío, un viejo tiende la mano helada,
Y yo elogio el don del pan de cada día.

En el aire húmedo y absorto, asciende la luna;
Me rozan algunos que duermen en la calle,
Y yo alabo el don de un techo y una candela.

…hasta que habla alguien a quien  no miento,
Y mi alabanza de todos mis dones.- la siento
más miserable que la miseria ajena!

José Régio, Posesía 2001


sábado, 15 de noviembre de 2014

Una lección de humanidad


Cada día viene a tomar su vaso de sopa instantánea, aprovechando el microondas que tenemos; mientras los demás toman café, él toma sopa, para compensar un poco el efecto del vino, y así lo veamos que se cuida, que él cuando quiera deja de beber y ya está, hecho un señor, le dejará de temblar el pulso, y le cantará las cuarenta al lucero del alba. “¿Ves como a todo el mundo le gusta un vaso de vino. A mí no me hace efecto, yo me controlo, no necesito ir a ningún centro”, así responde cada vez que alguien le insinúa la conveniencia de solicitar un centro para rehabilitarse.

¿Y ahora qué? Se te ha ido la persona que más querías, la única que seguramente te escucharía y acogería. Luchaste por verla antes de morir, parece que presentías la cercanía de su partida definitiva, y sin embargo no lograste el permiso que te hacía falta para poder verla…

En esta situación, hoy estaba yo extasiado escuchando a mi amigo C. (cuando está tranquilo y feliz me da un beso y me dice que soy como su padre, que me quiere un montón) ¡Cómo le hablaba a M., con qué cariño, con qué sensatez. Él que ha pasado, cometido y asimilado ya auténticos desatinos. Acababa de decirme hacía un momento, y yo lo apoyaba, que haría lo posible por alejar a A. de M., y sin embargo ahora, olvidadas todas las amenazas, aconsejaba a M. que no guardara rencor a nada ni a nadie, que se dedicara a vivir el presente y a mirar hacia delante.

El tono y las palabras de C. nos seducían a cuantos lo escuchábamos, tuve que decirle  que hablaba con voz de locutor, que además hablaba como un sabio, y que le agradecía el apoyo que nos prestaba a los voluntarios hablándole así a M., porque él hablaba desde la experiencia. A pesar de lo mucho que ha pasado, no guarda rencor a nadie. Él tampoco pudo despedirse de la persona que más lo quiso, porque la indispusieron contra él, y sin embargo sabía que él era un poco el favorito.


Esas cosas le decía C. a M., y recibimos una lección de humanidad impresionante. Puede que no llegue a conseguir su objetivo, que M. le haga caso; pero a C. sí le hacen mella las palabras y los gestos , y lo prueba su agradecimiento, y lo refuerza siendo un consejero oportuno, totalmente desinteresado, por encima de diferencias y agravios. 

martes, 11 de noviembre de 2014

No pudo evitar desaparecer súbitamente, a solas.



Hemos ido hoy al cementerio, a acompañar a José en su última etapa en esta vida. No pudo más, sólo tenía ventitantos años, pero desde niño ha tenido que ir haciendo frente a una dificultad tras otra, y quiso, o no pudo evitar, desaparecer súbitamente, acabar de una vez, romper el círculo opresor que le impedía vivir hacia delante. Lejos de las miradas, a solas, sin testigos, para que nada ni nadie le pudiera hacer desistir o impedir su última decisión, con lo que le ha costado decidirse, sin pretender, seguramente, hacer daño a nadie más que a sí mismo…

Muy difícil resultaba contener las lágrimas, mientras los familiares que le acompañaban lloraban desconsolados, afligidos por un sentimiento de culpa e impotencia, gritándole su cariño hasta que sellaron la lápida. Entre ellos no estaba la madre, me dijeron, no la conocía siquiera.

Llevaba pocos días en el albergue. Yo no tuve oportunidad de hablar con él, sólo algunos saludos. Sí me había fijado en que venía acompañado de una chica, y supe después que era su hermana, que venía a apoyarlo. Me llamó la atención que hablaban entre ellos solos, en medio del alboroto general, que gesticulaban a veces y ella mostraba cierto abatimiento, como si no lograra convencerlo de algo. Tampoco ha acudido a su despedida nadie del albergue… quizá por la hora (la de la comida)…, el cumplimiento de los horarios… O quizá el temor en algunos a ver las consecuencias de ese mal pensamiento fugaz,  que a veces nos asalta en los momentos más difíciles, cuando las fuerzas se agotan.

¡Por qué cuesta tan caro morirse a veces! Al que se muere sin consuelo ni esperanza, y a la familia que se queda sin consuelo...

Con morirse ya es más que suficiente, pero queda la ingrata tarea para la familia de gestionar el entierro. Caro, muy caro (unos 4.000€, me han dicho que les habrá costado este). Deberíamos hacer algo para conseguir que los entierros fuera totalmente gratuitos para todos, con los impuestos que pagamos debería haber para ello. Así descargaríamos a la familia de una tarea incómoda. Sería un gran gesto de humanidad, de solidaridad colectiva, de humildad.


Que descanse en paz José en brazos de la Misericordia infinita, por la eternidad.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Corazones al mar




                                                  Ilustração de Carlos Ribeiro

La vida es dura. Las adversidades se suceden y sólo una voluntad persistente consigue tener paciencia para sufrir, y para luchar, sin desistir. Remando, siempre y cada día, contra las decisiones, mareas y suertes que nos apartan de lo que somos.

La experiencia nos construye. Si, por un lado, vamos aprendiendo como vencer los miedos que intentan anularnos, también las heridas de estas guerras van siendo cada vez más profundas y dolorosas.

Debemos perseverar tal como los pescadores que cada noche se lanzan al mar, dejando atrás a comodidad, cambiando la certeza de la derrota por la búsqueda de una vida digna, con rumbo, significado y valor. Para volver a hacer lo mismo a la noche siguiente. Los problemas nunca se vencen todos a la vez. Hay siempre uno… Muchas veces, sin siquiera una bonanza entre tempestades

Esta vida es un teatro donde se cruzan el heroísmo y la cobardía. Casi nunca las cosas son lo que parecen. Hay héroes y hay cobardes. Y, si hay quien, en busca de elogios y loores, exhibe sus hechos a la multitud, también hay muchos que, en la soledad del camino de la esperanza, doblan los cabos de la desesperanza sin que nadie se de cuenta. También es verdad que casi nadie tan siquiera cree que son posibles… males tan grandes… héroes tanto humanos como… divinos.

El tiempo es dolor, mas también lo consume y atenúa. Es preciso tener el coraje de tener paciencia… aprender a sufrir sin perder la esperanza. Nunca cediendo a la voluntad de dejar este mundo e ir más allá… de sí mismo.

El desafío de una vida feliz es el de ser nosotros mismos, a través de una esperanza profunda que se hace fuerza paciente.

Hay quien escoge el peso enorme de un cielo negro sobre sí… y hay quien siempre cree y siente las estrellas, aún cundo sus ojos no las pueden ver, aún cuando todo parece apuntar que han sido engullidas por los agujeros negros de nuestra angustia.

Debemos estar abiertos y atentos a lo mucho que nos sobrepasa. Respetando, siempre, aunque no lo comprendamos. Buscar la interioridad con la misma determinación de los que viven en los mares. Son duros. Resisten. Humildes, reconocen que grandes serán sólo los mares, los dolores y el amor.

Lo posible se retrasa. Hay fuerzas que surgen sólo cuando se agotan todas las otras. Cada hombre, en su vida concreta, tiene problemas serios que intentan destruirlo de forma personal e íntima. Es ahí, lejos del mundo exterior, lejos de cualquier posibilidad de mentira, cuando se debe creer y luchar. Cuando debemos ser más fuertes que el miedo. Es ahí, en ese mar que nos embiste y sacude, que nos susurra y grita, donde debemos luchar por el cielo. Porque, al final, la mayor tragedia es desistir… es desistir de querer.

El dolor tal vez sea una especie de examen previo a la sinceridad del corazón de cada hombre. No hay vidas banales, aunque haya vidas cenicientas, vacías de esperanza, vacías de color. Es soñando como soporto las desgracias, como supero la realidad y persisto en ser feliz aún cuando todo parece desilusión. Luchado soy fuerte… y amando llevo la luz a quien vive sin color.

La alegría más profunda es la de quien, a pesar de los sufrimientos, de las apariencias y de las impaciencias, ama. En los mares de lágrimas y por entre mil tormentas. ¡Demostrando que no hay imposibles ni absurdos!


Los pescadores no se hacen al mar para sí mismos. Van por quien aman. Por aquellos a quienes quieren todo el bien. En verdad, saben que sólo es nuestro aquello que damos. Aquello que fuéramos capaces de entregar, sin esperar nada a cambio. ¡Eso sí, es nuestro. Es lo que somos!

martes, 4 de noviembre de 2014

“NI DIOS, NI AMOR”


Hoy nos han visitado, entre las veinte visitas a lo largo de la mañana, dos chicos franceses. Hablaban con dificultad el español y por eso hablaban poco y tampoco daban pie a tener aunque fuera una pequeña conversación con ellos.

La espera para la entrevista con la trabajadora se alarga más de lo que ellos  desean, estaban cansados; se disculpó uno de ellos, que habla más español, porque daban mal olor y no les daba tiempo a ir al albergue a asearse y cambiarse de ropa.

Yo tenía la intención de preguntarles cómo es que venían de Francia, cómo andaban las cosas por allí, pero, un compañero voluntario, que sabe francés, hablaba de Francia en un tono que no le debía gustar mucho a uno de ellos, porque le contestó con bastante claridad y casi ofendido “yo soy francés, pero hijo de italiano y francesa. Soy un niño de la calle, porque no fui al colegio… España está mejor que Francia, por eso hemos venido”

Mientras yo preparaba alguna cafetera más, vi como este chico estaba callado, dibujando en un trozo de papel, para calmar los nervios de la espera.

Al rato, ya estaban junto a la puerta de la trabajadora porque les  había llegado el turno, y me acerqué con el papel que había dibujado y abandonado en la mesa. Le pregunté si lo había dibujado él y si me podía quedar con él,  me contestó con una sonrisa que sí. Amablemente me explicó lo que había dibujado: una casa, unos árboles o plantas, hasta el cementerio. Un pueblo.


Pero por detrás del dibujo había escrito, con mayúsculas: “NI DIOS, NI AMOR”, y se lo mostré. Sonrió. Expresó como pudo algunas críticas para decirme que en realidad no les ayudábamos mucho, que lo que él necesitaba era dinero. Me pregunto si yo era voluntario, y por qué… le señalé la palabra Dios y Amor, y volvió a sonreír, bajando la cabeza. Pudo haber sido el comienzo de una interesante conversación.



lunes, 3 de noviembre de 2014

El silencio del Cielo en nosotros




                                                 Ilustração de Carlos Ribeiro

Nuestra paz interior es esencial, por lo que debemos defenderla de cualquier ataque exterior. Muchos creen que la opinión ajena, la fama y la fortuna son contribuciones fundamentales para la felicidad, cuando, en verdad, no son sino engaños.

Para que otros piensen bien de nosotros, pasamos mucho tiempo comportándonos de acuerdo a las expectativas que no son  nuestras, ni buenas. Tememos incluso que una simple elección errada pueda manchar nuestra tan importante (supuesta) reputación… pasamos la vida inquietos y a merced de las limosnas de la opinión ajena… Debemos aprender de los otros las muchas lecciones que nos pueden dar, pero sin dejar nunca de ser quien somos, ni hipotecar nuestras potencialidades, sin las cuales perderíamos nuestra identidad y, en cierto modo, nuestra razón de ser, el sentido de nuestra existencia.

No debemos actuar bien para agradar a nadie, debemos hacerlo por respeto a nosotros mismos, cumpliendo nuestro deber de ser tan bueno cuanto nos fuera
Posible.

Igualmente cuando se alcanza lo que es digno de admiración ajena, luego aparece la envidia y la desconfianza. Peor, a partir de un determinado punto dejará de estar claro si quien está con nosotros… estará por aquello que somos o, tan sólo, por aquello que tenemos…

Pero la idea de vivir lejos de los otros, para evitar los males de su convivencia, tampoco es nada bueno. Sólo llegaremos a ser quienes somos a través de nuestras relaciones con los otros, en ellas nos construimos y realizamos.

Aquellos que escogemos, aquellos a quienes amamos, esos serán la fuente de los mayores regalos que la vida nos puede ofrecer, aunque sean, también, tantas veces, la causa de nuestras mayores amarguras.

Mi obligación es ser artífice de mi destino, y así, de forma cuidada y discreta, ir conquistando la paz interior, amando, dándome, sin contabilizar costos o destinatarios. Los árboles no cuentan los frutos que dan, mucho menos a quien.

El deber no es opuesto a la felicidad. La felicidad es nuestro deber.

Sin egoísmo, sin apartarnos de los otros. Siempre habrá gente ingrata, insolente, desleal, con mala voluntad y con egoísmos de todos los tamaños y formas, pero el peligro mayor es el de volvernos como esas personas… siendo que, ellos, también tienen un papel útil, porque nos muestran, por sus vicios, lo que debemos evitar. Son un ejemplo de lo que no debemos hacer.

Es nuestra obligación, también para con nosotros mismos, cuidar de todos aquellos que, por alguna razón, la vida los coloca cerca de nosotros.

Las relaciones se construyen. Del mismo modo  el amor por nuestro mejor amigo no es fácil y envuelve un trabajo arduo y persistente. No es nada natural… ¡Es divino!

¡Por más difícil que pueda parecer, la verdad es que podemos amar a quien escogemos y, más importante aún, podemos escoger a quien amamos!

Nunca es el agradecimiento o la admiración de los otros lo que nos da la paz. Sino que siempre que cumplimos nuestro deber experimentamos un estado de armonía con nosotros mismos y con todo el mundo que nos rodea. En este punto todo es perfecto.

Ayudar a los otros es la mejor forma realcanzar nuestra paz interior.

Nunca nadie de nosotros deja de ser aquel niño que, desde la ventana de la casa, admira la lluvia… mientras, reflexiona para sí, sueña con un mundo perfecto… ¡y descubre que, al final, el agua que viene del cielo… sólo volverá a él  después de haber cumplido aquí su misión!


Es esencial para nuestra paz interior que sepamos escoger lo que sentir, lo que pensar, lo que decir y lo que callar… lo que hacer y cómo hacerlo. Y es así, siempre con firmeza y delicadeza, tal como la gota excava la roca, como debemos luchar por el silencio del cielo que hay en nosotros…