martes, 10 de marzo de 2020

José Jiménez Lozano, un cristiano rebelde que ennobleció a los desgraciados



Andrés Amorós

Esta semana falleció José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930), autor de novelas, ensayos, poesía y diarios. Fue un gran personaje y un ejemplo de independencia. Recibió el Premio Cervantes en 2002 y el Premio Nacional por toda su trayectoria.

... Fue gran amigo de Miguel Delibes y Américo Castro. Se definía así mismo como "un cristiano rebelde" y dicen que sirvió de modelo para el personaje de Mario en la obra de Delibes Cinco horas con Mario.

En sus libros, siempre se mostró preocupado por la convivencia, la Guerra Civil y la libertad. Fue un gran seguidor de Fray Luis, Santa Teresa y Cervantes, además de Pascal, Spinoza, Tolstoi y Dostoiewski. Ideó Las edades del hombre, fundación española que buscaba la difusión y promoción del arte sacro de Castilla y León.

Siempre quiso dar voz a los pobres y ennoblecer a los desgraciados: "La tarea del escritor es contar pequeños relatos de gente humilde que, si no, serían olvidados".

Fue un gran cervantino, con un estilo humanista, un lenguaje carnal y verdadero. El ideal del lenguaje estaba en Fray Luis: "armonía y dulzura". "Fray Luis ya es cosa nuestra", defendía.

Hace poesía breve, trasparente, sencilla.

"Lo políticamente correcto no permite una ironía ni una verdad".

"Si no cuento una historia cristiana, no digo nada".

Sobre España, dijo: "Se ha llegado a un nivel de necedad que, cuando alguien pronuncia la palabra España, parece que es franquista".

Otra de sus grandes citas: "Europa también tuvo Inquisición. Todos los pueblos tenemos cosas de las que avergonzarnos pero los españoles fueron los que adivinaron que un hombre, si no era libre, no era hombre y que todos los hombres son iguales".

"Carlos I, el único príncipe en la historia que reunió a su clero, sus universitarios y sus soldados para que se preguntase si la conquista de América era justa".

Sus poemas son cortos, sentenciosos.

LIBERTAD

Porque sí, el agua
echó a correr, saltándose el regato.
¿Hacia dónde?
¿Y qué le importa al agua?





Y a continuación le rindo mi homenaje particular, recordando parte del post que escribí en los comienzos de este humilde blog:

 “Yo tenía un enorme interés en escribir las historias de las personas que vienen a pedir ayuda a la oficina de PSH, me parecía un auténtico despilfarro  que quedaran en el anonimato total, olvidados para siempre, menos para Dios, claro. Yo tenía que  ayudar a Dios un poco, tenía que demostrarle que no estaban solas  aquí abajo.  Pero no encontraba un método para escribir que recogiera lo esencial, con un respeto religioso a su vida y persona. Un día, una persona conversa, evangelista, y un abogado “callejero”, con sus relatos  me dieron el empujón que necesitaba  para empezar a escribir, sacando a relucir la dignidad de estas personas que la sociedad  les niega de alguna manera.

Pero el método o la fórmula adecuada para atreverme a escribir temas tan serios no la descubro yo por mí mismo, ni me la dan estas personas sin más, ellas son indudablemente la causa principal, pero el método para escribir sin ofender, sin presuponer ni prejuzgar a personas demasiado encuadradas socialmente, y además marginadas, me lo había aportado mi maestro espiritual de cabecera durante muchos años: José Jiménez Lozano, nadie como él es capaz de escribir sobre la persona más humilde y convertirla en un protagonista con garra.

 En otros tiempos yo leía ficción, no pensaba que aquellos personajes pudieran ser reales,  mi gran asombro ahora ha sido este, descubrir que los personajes que yo creía que eran de ficción son reales, ayer, hoy y siempre.

Le doy las gracias a mi maestro, José Jiménez Lozano, aunque él no   sepa cuánto lo admiro y lo aprecio, porque ahora me atrevo a ser un discípulo suyo,  y no me importa si literariamente no paso de ser un mero aprendiz.”

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