«En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con
Dios» (2 Co 5,20)
Queridos hermanos y hermanas:
… el gran Misterio de la muerte y resurrección de Jesús,
fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria. Debemos volver
continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón… este Misterio no
deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su
dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso.
1. El Misterio pascual, fundamento de la conversión
… Misterio de un
amor «tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una relación llena
de diálogo sincero y fecundo» (Exhort. ap. Christus vivit, 117). Quien cree en
este anuncio rechaza la mentira de pensar que somos nosotros quienes damos
origen a nuestra vida, mientras que en realidad nace del amor de Dios Padre, de
su voluntad de dar la vida en abundancia (cf. Jn 10,10).
… La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado:
por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar
con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren.
2. Urgencia de conversión
… La experiencia de la misericordia, efectivamente, es
posible sólo en un «cara a cara» con el Señor crucificado y resucitado «que me
amó y se entregó por mí» (Ga 2,20). Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a
amigo. Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal. Más que un
deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre
nos precede y nos sostiene. …La oración puede asumir formas distintas, pero lo
que verdaderamente cuenta a los ojos de Dios es que penetre dentro de nosotros,
hasta llegar a tocar la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez
más al Señor y a su voluntad.
... No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia, con
la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que decidimos el tiempo y el
modo de nuestra conversión a Él.
3. La apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus
hijos
... Esta nueva oportunidad (de conversión) debería suscitar en nosotros un sentido de
reconocimiento y sacudir nuestra modorra. A pesar de la presencia —a veces
dramática— del mal en nuestra vida, al igual que en la vida de la Iglesia y del
mundo, este espacio que se nos ofrece para un cambio de rumbo manifiesta la
voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación con nosotros.
En Jesús crucificado, a quien «Dios hizo pecado en favor nuestro» (2 Co 5,21),
ha llegado esta voluntad hasta el punto de hacer recaer sobre su Hijo todos
nuestros pecados, hasta “poner a Dios contra Dios”, como dijo el papa Benedicto
XVI (cf. Enc. Deus caritas est, 12). En efecto, Dios ama también a sus enemigos
(cf. Mt 5,43-48).
4. Una riqueza para compartir, no para acumular sólo para
sí mismo
Poner el Misterio pascual en el centro de la vida
significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en
las numerosas víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida
tanto del no nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de
los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la
tierra, de la trata de personas en todas sus formas y de la sed desenfrenada de
ganancias, que es una forma de idolatría.
Hoy sigue siendo importante recordar a los hombres y
mujeres de buena voluntad que deben compartir sus bienes con los más
necesitados mediante la limosna, como forma de participación personal en la
construcción de un mundo más justo. …Podemos
y debemos ir incluso más allá, considerando las dimensiones estructurales de la
economía. Por este motivo, en la Cuaresma de 2020, del 26 al 28 de marzo, he
convocado en Asís a los jóvenes economistas, empresarios y change-makers, con
el objetivo de contribuir a diseñar una economía más justa e inclusiva que la
actual.
Invoco la intercesión de la Bienaventurada Virgen María
sobre la próxima Cuaresma, para que escuchemos el llamado a dejarnos
reconciliar con Dios, fijemos la mirada del corazón en el Misterio pascual y
nos convirtamos a un diálogo abierto y sincero con el Señor. De este modo
podremos ser lo que Cristo dice de sus discípulos: sal de la tierra y luz del
mundo (cf. Mt 5,13-14).
Roma, junto a San Juan de Letrán, 7 de octubre de 2019
Memoria de Nuestra Señora, la Virgen del Rosario
Francisco
http://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/lent/documents/papa-francesco_20191007_messaggio-quaresima2020.html
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