José Luís Nunes Martins
La confianza es la principal moneda de cambio en nuestro
mundo. Para criar y mantener una relación humana de cualquier tipo es esencial
tener confianza. Sin ella, o hay un juego de engaños donde nadie gana, o se produce
la separación en poco tiempo.
Los puentes entre las personas están hechos de confianza.
Esperanza firme y convicción en el valor del otro y nuestro. Fe valiente.
¡Los que confían viven, ganan y pierden; los desconfiados
no viven y solo pierden! A veces, es bueno desconfiar, con humildad, de lo que
pensamos, sentimos y queremos.
Sin embargo, sin confianza en nosotros mismos no
conseguiremos alcanzar nada importante.
El que no confía en sí mismo, no confía en nadie. O
entonces termina por confiar en las personas equivocadas.
De la confianza nace la paz. Una especie de atrevimiento
frente al mundo imprevisible. Como si supiese que muchas cosas pueden cambiar,
pero hay personas que no cambian.
Los ignorantes son siempre desconfiados.
Los que pasan la vida exigiendo confianza no se dan
cuenta de que esa es una forma eficaz de ir desgastándose hasta el punto de
desaparecer.
Es imprescindible confiar en el otro para ganar la
confianza. Puede llevar años ganar la confianza de alguien, pero no es
necesario más que un instante para perderla toda de una vez.
Se debe creer en alguien, en lo que hace y en lo que
puede y va a hacer, para depositar en él la confianza. No se trata de una cuestión
de contabilidad, confiar es, y será siempre, un salto más allá de lo razonable.
Sin confianza jamás se hace alguna cosa grande. Es
importante desconfiar de los miedos que, de todos modos, tratan de quitarnos la
felicidad.
Confía. Se de confianza, igualmente. ¿Qué importa que
alguien confíe en ti si tú lo vas a traicionar cuando fueres puesto a prueba?
¿Y tú? ¿Cuántas personas pueden confiar en ti?
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