Echaba de menos un motivo para volver a escribir algo sobre
lo que ocurre cada día en este servicio que prestamos a personas sin hogar.
Necesitaba algo que me sacara de mi atolondramiento, de mi incapacidad de ver
nada que mereciera la pena ser contado.
Hoy me siento muy satisfecho, porque se ha cumplido uno de los
objetivos del equipo, ideado y proyectado desde
hace mucho tiempo. Y era muy simple. Pero lo sencillo es casi siempre lo
más complicado, porque así lo hacemos los humanos, ya que preferimos dejarnos
llevar por los prejuicios, las costumbres y las normas, y siempre encontramos
las disculpas oportunas o, muy probablemente, por pura y simple comodidad.
Pero sobre todo siento hoy un impulso irrefrenable de
mostrar públicamente mi agradecimiento porque hemos podido ver cumplido ese
objetivo. Pero, antes de nada, me pregunto a quién tengo que agradecérselo, si
a las circunstancias, a las personas que han intervenido, o al Hacedor de todo
bien, que sabiamente nos ha guiado.
La verdad es que por el largo tiempo de espera hasta que se
ha cumplido, prefiero pensar que es obra, por sencilla que sea aparentemente,
del Bien supremo, del bien absoluto, que no excluye a nadie, y que hace que
determinadas personas den el primer paso hacia la materialización del bien, sin
prejuicios, sin discriminar a nadie (ni a los enemigos según el Evangelio).
“Haz el bien, y no mires a quien”. El Bien como la Verdad no le pertenecen a
nadie, es de todos y a todos nos mueve, o al menos nos interpela en cada
decisión que debemos tomar. Pero aunque todos conozcamos este principio de
actuación, me temo que hoy no está de moda, por eso merece la pena esforzarse en ponerlo en
práctica, para que el bien y la verdad triunfen, único modo de salvarnos del
fracaso colectivo.
Hoy, por fin, hemos hecho posible que X. se duche. Ha tenido
que suceder que el servicio de Cáritas se traslade al Hogar Federico Ozanan,
que el Hogar haya abierto sus puertas a alguien que no viene exclusivamente a
pedir alojamiento , que las personas encargadas del mismo hayan facilitado los
medios necesarios para que X. consiga algo tan simple, natural y vital.
X. es una persona frágil e indefensa, un marginado de la sociedad opulenta y
despreocupada, incluso un excluido entre
los propios marginados. Él mismo se aísla, creando sus propias barreras
alrededor de su propio cuerpo, (que no se combaten, por supuesto, con el
ambientador que siempre está listo para usar en cuanto X. aparece por la puerta).
Es triste. Muchas veces teníamos que decir : “esto es Cáritas, y tenemos que
atender a todo el que venga, venga como venga, a solicitar la ayuda que necesite.
Aguantarse un poco”. Casi siempre todos abandonan el local hasta que el pobre
X. se va, aunque no pasa nunca de la puerta; donde le servimos el café, y enseguida
se va a tomarlo en la calle, a la que pertenece.
X. sufre esta y otras muchas calamidades, que aceleran el
deterioro de su salud. A penas ve, con lo cual se mueve con gran dificultad por
las calles. En estas condiciones no puede desplazarse hasta el Comedor Social, que
lo han llevado hasta las afueras de la ciudad. La verdad es que no sé desde
cuando no come caliente este hombre, pero un día lo vieron las trabajadoras del
Albergue rebuscando algo de comida en el basurero, y desde entonces, cuando
viene a tomar café, la cocinera le prepara algo de comer, fruta y dulces, y se
va más contento. “No podemos permitir que teniendo comida de sobra en el
albergue tenga que buscar la comida en el basurero”, se dijeron las
trabajadoras con muy buen sentido.
Esa decisión que tomaron las trabajadores llevó a la segunda:
la ducha; y el remate lo pusieron “Los
Ángeles peluqueros” (Barber Angels Brotherhood) quienes le cortaron el pelo y la barba que tanto le molestaba, ya que todos
los jueves cortan el pelo gratis a todas las personas sin hogar que lo hayan
solicitado.
¿Y Los servicios sociales municipales no tienen nada que hacer
en este caso, y otros semejantes, a pesar de las advertencias y requerimientos que
los distintos trabajadores sociales plantean en sus reuniones periódicas? Esta
sociedad es cada vez menos justa. Muy desarrollada, sí, muy progre, también,
pero la atención a las personas en general, no solamente a los que tienen la
desgracia de quedarse al margen, es cada vez peor, tanto en la administración
pública como la privada; para hacer cualquier gestión hay que solicitarlo con
tiempo, numerarte, esperar, contemplar la pantalla para ver que por fin ha
llegado tu turno… Como resultado de toda esta despersonalización y numeración, Las
personas nos estorbamos cada vez más unas a otras, hemos consentido que se abra
un abismo de incomprensión que destruyen la comunicación, la tolerancia y la
solidaridad, empezando en la propia pareja y la familia, y continuando en todos los ámbitos de
la vida social.
Afortunadamente no todo está perdido. La esperanza es lo único que no se puede perder, de lo contrario, estaremos abocados a la derrota anticipada. Muchas cosas han cambiado desde que empezaste de voluntario hace ya la friolera de trece años. Unas para peor y otras para mejor. X os agradecerá a todos el gran servicio que habéis y desde luego Dios todo lo ve y todo lo apunta, tal vez por ello, esteis en cierto sentido bendecidos por él.
ResponderEliminarGracias,Dani,por tus palabras, que demuestran tener un buen juicio sobre la realidad de las cosas y las personas
ResponderEliminarMe alegro muchísimo ya que ver a ese hombre sufriendo y no poder hacer nada para ayudarlo, es muy triste. Siento agradecimiento por esas personas que desde la sensibilidad pudieron llegar a él, que no era fácil, y todo un logro. Es posible que ahora se deje ayudar y esas almas sensibles fueron el milagro. Gracias
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