viernes, 7 de junio de 2019

Y parecía imposible…



Echaba de menos un motivo para volver a escribir algo sobre lo que ocurre cada día en este servicio que prestamos a personas sin hogar. Necesitaba algo que me sacara de mi atolondramiento, de mi incapacidad de ver nada que mereciera la pena ser contado.

Hoy me siento muy satisfecho, porque se ha cumplido uno de los objetivos del equipo, ideado y proyectado desde  hace mucho tiempo. Y era muy simple. Pero lo sencillo es casi siempre lo más complicado, porque así lo hacemos los humanos, ya que preferimos dejarnos llevar por los prejuicios, las costumbres y las normas, y siempre encontramos las disculpas oportunas o, muy probablemente, por pura y simple comodidad.

Pero sobre todo siento hoy un impulso irrefrenable de mostrar públicamente mi agradecimiento porque hemos podido ver cumplido ese objetivo. Pero, antes de nada, me pregunto a quién tengo que agradecérselo, si a las circunstancias, a las personas que han intervenido, o al Hacedor de todo bien, que sabiamente nos ha guiado.

La verdad es que por el largo tiempo de espera hasta que se ha cumplido, prefiero pensar que es obra, por sencilla que sea aparentemente, del Bien supremo, del bien absoluto, que no excluye a nadie, y que hace que determinadas personas den el primer paso hacia la materialización del bien, sin prejuicios, sin discriminar a nadie (ni a los enemigos según el Evangelio). “Haz el bien, y no mires a quien”. El Bien como la Verdad no le pertenecen a nadie, es de todos y a todos nos mueve, o al menos nos interpela en cada decisión que debemos tomar. Pero aunque todos conozcamos este principio de actuación, me temo que hoy no está de moda, por eso  merece la pena esforzarse en ponerlo en práctica, para que el bien y la verdad triunfen, único modo de salvarnos del fracaso colectivo.

Hoy, por fin, hemos hecho posible que X. se duche. Ha tenido que suceder que el servicio de Cáritas se traslade al Hogar Federico Ozanan, que el Hogar haya abierto sus puertas a alguien que no viene exclusivamente a pedir alojamiento , que las personas encargadas del mismo hayan facilitado los medios necesarios para que X. consiga algo tan simple, natural y vital.

X. es una persona frágil e indefensa,  un marginado de la sociedad opulenta y despreocupada, incluso un excluido  entre los propios marginados. Él mismo se aísla, creando sus propias barreras alrededor de su propio cuerpo, (que no se combaten, por supuesto, con el ambientador que siempre está listo para usar en cuanto X. aparece por la puerta). Es triste. Muchas veces teníamos que decir : “esto es Cáritas, y tenemos que atender a todo el que venga, venga como venga, a solicitar la ayuda que necesite. Aguantarse un poco”. Casi siempre todos abandonan el local hasta que el pobre X. se va, aunque no pasa nunca de la puerta; donde le servimos el café, y enseguida se va a tomarlo en la calle, a la que pertenece.

X. sufre esta y otras muchas calamidades, que aceleran el deterioro de su salud. A penas ve, con lo cual se mueve con gran dificultad por las calles. En estas condiciones no puede desplazarse hasta el Comedor Social, que lo han llevado hasta las afueras de la ciudad. La verdad es que no sé desde cuando no come caliente este hombre, pero un día lo vieron las trabajadoras del Albergue rebuscando algo de comida en el basurero, y desde entonces, cuando viene a tomar café, la cocinera le prepara algo de comer, fruta y dulces, y se va más contento. “No podemos permitir que teniendo comida de sobra en el albergue tenga que buscar la comida en el basurero”, se dijeron las trabajadoras con muy buen sentido.

Esa decisión que tomaron las trabajadores llevó a la segunda: la ducha;  y el remate lo pusieron “Los Ángeles peluqueros” (Barber Angels Brotherhood) quienes le cortaron el pelo  y la barba que tanto le molestaba, ya que todos los jueves cortan el pelo gratis a todas las personas sin hogar que lo hayan solicitado.


¿Y Los servicios sociales municipales no tienen nada que hacer en este caso, y otros semejantes, a pesar de las advertencias y requerimientos que los distintos trabajadores sociales plantean en sus reuniones periódicas? Esta sociedad es cada vez menos justa. Muy desarrollada, sí, muy progre, también, pero la atención a las personas en general, no solamente a los que tienen la desgracia de quedarse al margen, es cada vez peor, tanto en la administración pública como la privada; para hacer cualquier gestión hay que solicitarlo con tiempo, numerarte, esperar, contemplar la pantalla para ver que por fin ha llegado tu turno… Como resultado de toda esta despersonalización y numeración, Las personas nos estorbamos cada vez más unas a otras, hemos consentido que se abra un abismo de incomprensión que destruyen la comunicación, la tolerancia y la solidaridad, empezando en la propia pareja y la  familia, y continuando en todos los ámbitos de la vida social.  


3 comentarios:

  1. Afortunadamente no todo está perdido. La esperanza es lo único que no se puede perder, de lo contrario, estaremos abocados a la derrota anticipada. Muchas cosas han cambiado desde que empezaste de voluntario hace ya la friolera de trece años. Unas para peor y otras para mejor. X os agradecerá a todos el gran servicio que habéis y desde luego Dios todo lo ve y todo lo apunta, tal vez por ello, esteis en cierto sentido bendecidos por él.

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  2. Gracias,Dani,por tus palabras, que demuestran tener un buen juicio sobre la realidad de las cosas y las personas

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  3. Me alegro muchísimo ya que ver a ese hombre sufriendo y no poder hacer nada para ayudarlo, es muy triste. Siento agradecimiento por esas personas que desde la sensibilidad pudieron llegar a él, que no era fácil, y todo un logro. Es posible que ahora se deje ayudar y esas almas sensibles fueron el milagro. Gracias

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