Daniel Medina Sierra
Muy a menudo recurrimos al abrigo del pasado, ese tiempo
en que todo nos parecía más esplendido.
Nos trasladamos siempre a momentos de
nostalgia o a momentos difíciles como la pérdida de un ser querido o cuando
estamos en una circunstancia angustiosa.
Los tres tiempos, pasado, presente y futuro; navegaremos
siempre entre dos tiempos, pasado y futuro, sin apenas reparar en el presente porque
presente es ahora, cuando escribo y el vuestro será el futuro para mí .
Cuando sufrimos calamidades nos refugiamos en el pasado,
habitamos en él, lloramos y reímos recordando escenas de un tiempo que ya no
volverá, pero lo vivimos como presente y sufrimos en presente el pasado. Dura
cura para el presente y mal augurio para el futuro. Heridas sin cicatrizar,
afrentas sin reparar, errores sin perdonar...
El pasado cura, sí, pero cuando se entiende como una
parte de ti, cuando entiendes que no cambiaras momentos ni escenas de ella,
cuando es una revisión de un libro aun por acabar pero sin opción a
reescribirla, solo y únicamente para recordar en que punto de tu vida estas.
También hay quien teme su pasado, quien lo ignora o se
miente a sí mismos endulzando las partes más oscuras esperando o rezando para
que nadie revele la verdad sobre ella. Hay quien prefiere simplemente no mirar
hacia atrás, quien la excluye y solo mira el presente, el hoy, el ahora, el ya.
El futuro para ellos es un ente macabro que les recuerda que nada es para
siempre y que los días de sol se acompañan siempre de días de lluvia.
Otros, como no podía ser de otra manera, miran al futuro,
a lo que queda por venir. No les importa el pasado y tampoco viven el presente,
solo esperan un futuro mejor.
Entonces ¿Cuál sería un equilibrio saludable para vivir
feliz en estos tres tiempos?
El equilibrio radica en ver el pasado y el futuro como un
proyecto de presente, complicado ¿verdad? Pues no lo es en absoluto. Nuestra
vida la debemos vivir en el presente, en disfrutar de cada momento que nos
regala la vida, miras al pasado para recordar de dónde vienes y a donde quieres
ir, miras al futuro con ilusión pero sabiendo que debes crear cimientos fuertes
con esfuerzo y disciplina y consciente en todo momento de que ese futuro puede
que nunca ocurra pero con la convicción de haber luchado y teniendo en
cuenta que tu futuro alternativo puede
ser aún mejor que el que soñaste. No se puede mirar al futuro con miedo como no
se puede mirar al pasado con tristeza o nostalgia. Vive el presente como tu
único momento e incorpora a tu día a día el valor del esfuerzo.
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