lunes, 17 de octubre de 2016

Un golpe bajo a la esperanza



Hoy ha recibido un duro golpe la esperanza. No ha sido uno de los mejores días. Sí, algunas ayudas, como prestar el teléfono, para anular unas citas porque eran demasiadas, comprar unas docenas de huevos a A., para que puedan comprarse ellos algunas cosas, echar gasolina al coche. Pero, se nota la fatiga en los rostros de las personas que acuden diariamente a ver si pueden conseguir cualquier tipo de ayuda, una información para entretener el tiempo por lo menos.

Hoy he palpado el cansancio, el desaliento... Es demasiado tiempo, años, esperando para normalizar una vida que lucha, que bracea para no ahogarse en soledad y tristeza, para no dejarse vencer por la desesperanza.

En concreto, quien mejor expresaba hoy ese abatimiento era mi amigo J. mientras me comentaba el resultado de la cita en el Servicio Andaluz de Empleo (SAE). Nada. !No tenían ni idea, los mismos funcionarios! de una medida aprobada y publicada en las redes sociales que promete una ayuda especial para parados mayores de treinta años. !Sabemos más nosotros...!

No me cansaré de denunciar lo mal que ejercen su trabajo muchos trabajadores de los servicios públicos, la carencia de empatía que manifiestan con la persona que acude a ellos para resolver algún asunto, importante y decisivo a veces para sus vidas o las de sus familiares. No saben, no tienen la preparación suficiente, ni voluntad de enmendar sus carencias.

!Cuánta ilusión habían puesto las personas a las que había informado de esta ayuda hace unos pocos días!, habían pedido la cita el mismo día y... en poco tiempo, unos funcionarios de la "Oficina de Empleo" les 'cortan los vuelos', les hacen más  larga la espera, y ponen un obstáculo más en su carrera hacia la normalidad, tan llena de obstáculos, tan larga, años y más años.

Pero no es la culpa de los funcionarios, es de los políticos, legisladores, jueces e instituciones públicas que no cumplen con su promesa de fidelidad a la Constitución y como servidores publicos, en cambio son unos inútiles, unos ignorantes, cuando no unos aprovechados o unos descuidados guardianes de los bienes de todos. Ahí están todos esos juicios que atestiguan que todos hemos consentido, de una manera u otra, en la creencia de  que lo publico es un bien que está ahí para el que sepa aprovecharse de ello, el más pillo, no el más listo.

Y cuando terminamos de desahogarnos, de culpar a los políticos de que matan la esperanza, minan la confianza de la sociedad, entonces se me ocurre decir "y que vamos esperar de una sociedad en la que muchos estamos separados, divididos, enfrentados, enemistados..." Así es muy fácil ahora gobernar, porque no hay fuerza capaz de parar este desgobierno, este caos administrativo. Hemos vendido, como particulares y como sociedad, nuestra alma a la corrupción, en sus múltiples manifestaciones. La excelencia, lo noble y honesto, lo hermoso, han sido despreciados, humillados, desterrados, sustituidos por otros valores inconsistentes,  convencionales,  relativos, que conducen a la autodestruacción y al caos social.

"Ama al prójimo como a ti mismo". Habrá un mandamiento, o una ley, o un consejo, que mejor exprese como se puede construir una sociedad justa, equilibrada, pacífica, y todavía mejor si se le añade  "Amarás a tu Dios y al prójimo... y al prójimo como a ti mismo".  Dios ha escrito su ley en el corazón, en la intimidad de todos y cada uno, nadie podrá escapar a su propia conciencia, no está solo, todos dependemos de todos, y todos de Dios.

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