domingo, 8 de junio de 2014

De la Homilía del Santo Padre. Domingo de Pentecostés.



“Todos fueron colmados por el Espíritu Santo”.

 … es un evento que se ha renovado y todavía se renueva. Cristo glorificado a la derecha del Padre sigue realizando su promesa, enviando en la Iglesia el Espíritu Vivificante.

El Espíritu Santo nos enseña: es el Maestro interior. Nos guía por el camino justo, a través las situaciones de la vida.  En los primeros tiempos de la Iglesia, el Cristianismo era llamado “el camino” y Jesús mismo es la vía.

 …nos recuerda todo lo que Jesús ha dicho. Es la memoria viviente de la Iglesia.

Este recordar en el Espíritu y gracias al Espíritu,  es un aspecto esencial de la presencia de Cristo en nosotros y en la Iglesia.
Todos nosotros hemos tenido esta experiencia, un momento, en  que nos viene otra [inspiración], y se relaciona con una frase de la Escritura.

Esto nos pide una respuesta: cuanto más generosa es nuestra respuesta, más las palabras de Jesús se vuelven en nosotros vida, actitudes, gestos, testimonio.

Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano: es un hombre o una mujer prisionera del momento, que no sabe hacer tesoro de su historia, no sabe leerla y vivirla como historia de salvación.

… con la ayuda del Espíritu Santo, podemos interpretar la inspiración interior y los hechos de la vida a la luz de las palabras de Jesús. Y así crece en nosotros la sapiencia de la memoria, la sapiencia del corazón, que es un don del Espíritu.

En ese día con los apóstoles estaba la mujer de la memoria, aquella que en el inicio meditaba todas estas cosas en su corazón. Era María nuestra madre, que Ella nos ayuda en este camino de la memoria.

Y el Espíritu Santo  nos hace hablar, con Dios y con los hombres. No hay cristianos mudos.

Nos hace hablar con Dios en la oración. La oración es un don que recibimos gratuitamente; es diálogo con Él en el Espíritu Santo, que reza en nosotros y nos permite de dirigirnos a Dios llamándolo Padre, Abbá.

Nos hace hablar en el acto de fe. Nadie de nosotros puede decir: 'Jesús es el Señor', lo hemos escuchado hoy, sin el Espíritu Santo.”

Y el Espíritu nos hace hablar con los hombres en diálogo fraterno, con amistad, con ternura, con mansedumbre.

Además nos hace hablar también a los hombres en la profecía, siempre con mansedumbre e intención constructiva.

El día de Pentecostés, cuando los discípulos “fueron colmados por el Espíritu Santo” fue el bautismo de la Iglesia, que nació 'en salida', para anunciar a todos la Buena Noticia.

Jesús había sido perentorio con los apóstoles: no tenían que alejarse de Jerusalén antes de haber recibido desde lo alto la fuerza del Espíritu Santo. Sin Él no hay misión, no hay evangelización. Por esto con toda la Iglesia, con nuestra Madre Iglesia católica invocamos, ¡Ven Espíritu Creador!



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