martes, 10 de junio de 2014

“Construyamos espacios de esperanza” (Mensaje para la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad)



La Comisión Episcopal de Pastoral Social ha hecho público, conjuntamente con Cáritas Española, el Mensaje para la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad, que este año lleva por título “Construyamos espacios de esperanza” y que se celebrará el domingo 22 de junio.

El Secretario General de la Conferencia Episcopal Española (CEE), D. José María Gil Tamayo, ha hecho entrega al Presidente de Cáritas Española, D. Rafael del Río Sendino, en nombre de la CEE, de una ayuda económica por valor de 6.060.000 euros. Con este gesto, se hace efectiva la aportación extraordinaria que aprobó la Asamblea Plenaria el pasado mes de noviembre, con cargo a los presupuestos de 2014.
Este año, la mencionada aportación asciende a 6.060.000 euros, lo que supone el 2,4% del Fondo Común Interdiocesano y un incremento del 1% respecto al ejercicio anterior. Esta iniciativa, que se lleva a cabo por sexto año consecutivo, tiene su origen en la Asamblea Plenaria que se celebró del 24 al 28 de noviembre de 2008.

Esta aportación es una cantidad cuantificable, pero no es lo que la Iglesia aporta a Cáritas, porque Cáritas es la misma Iglesia. Es muy difícil contabilizar económicamente lo que supone el apoyo de cada una de las parroquias, que son las que corren con todos los gastos ordinarios, las que recogen los donativos, y también en las comunidades parroquiales donde surgen los voluntarios que entregan su tiempo y trabajo en Cáritas.


La fiesta del Corpus Christi nos invita a entrar en el misterio de la Eucaristía, "misterio que se convierte en el factor renovador de la historia y de todo el cosmos. En efecto, la institución de la Eucaristía muestra cómo aquella muerte, de por sí violenta y absurda, se ha transformado en Jesús en un supremo acto de amor y de liberación definitiva del mal para la humanidad"[1].
La Eucaristía, sacramento del amor, aviva en nosotros la conciencia de que donde hay amor brilla también la esperanza, pues allí donde el ser humano se siente amado, experimenta la salvación de Dios y descubre que es posible la esperanza.[2]
Desde este misterio de amor y de esperanza, que es la Eucaristía, los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social invitamos a todos los cristianos, y de manera especial a cuantos trabajáis en la acción caritativa y social, a abrir los ojos al sufrimiento de nuestros hermanos más pobres, a escuchar el clamor de los pueblos que padecen hambre y a construir juntos espacios de esperanza.

 Miremos la realidad desde los pobres

«He visto la opresión de mi pueblo» (Ex 3,7), dice Dios. La caridad comienza por abrir los ojos a la realidad, pero la realidad se puede mirar y valorar de diferentes maneras. Nosotros queremos ver la realidad con los ojos de Dios, desde el lado de los pobres, como nos pide también el Papa Francisco.[3] Una mirada así, nos permite señalar algunos indicadores verdaderamente preocupantes:
  • las personas que no padecen ningún tipo de exclusión social se han convertido en una estricta minoría.
  • La fractura social entre aquellos que se encuentran en la franja de integración y los que se encuentran en situación de exclusión se amplía,
  • Entre ambos grupos, unas clases medias que decrecen y transitan, en buena parte, hacia espacios de exclusión.
  • el aumento progresivo de la desigualdad, por la reducción de los servicios sociales, por las dificultades para acceder a la vivienda, por la bajada en el nivel medio de la renta, por el índice creciente de la pobreza infantil.

Escuchemos el clamor de los pueblos

Nuestro Dios, que tiene ojos abiertos para ver, tiene también oídos atentos para escuchar a su pueblo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores, conozco sus sufrimientos» (Ex 3,7). Y hoy hemos de escuchar  «el clamor de pueblos enteros, de los pueblos más pobres de la tierra» (EG n. 190) que no solo tienen derecho a la comida o a un decoroso sustento, sino también a otros bienes que les permitan vivir con dignidad, lo que implica educación, acceso al cuidado de la salud, acceso al trabajo y a otros medios de desarrollo[5].
Esta es la llamada que nos hace Caritas Internationalis en su campaña “Una sola familia, alimentos para todos”. No podemos olvidar que, según la FAO, hay más de 845 millones de personas con hambre crónica en el mundo, lo que constituye un verdadero motivo de escándalo, pues sabemos que existe alimento suficiente para todos y que el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la renta, problema que se agrava con la práctica generalizada del derroche y el desperdicio de alimentos.[6]

Generemos espacios de esperanza

Ante el sufrimiento de los pobres y el clamor de los pueblos, no podemos quedar inactivos ni sumidos en la indiferencia y el desaliento. Las palabras de Jesús: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía” (Lc,19) son una invitación a hacernos don, alimento, esperanza para los pobres. Así nos lo recuerda el Papa Francisco: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad: esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (EG n.187)
Ser instrumentos de liberación y promoción significa hoy  –según nos dice Cáritas en su Campaña- construir espacios de esperanza en medio de una sociedad asfixiada por la crisis:
  • Cuando respondemos con gestos sencillos y cotidianos de solidaridad y cambiamos nuestros hábitos alimentarios evitando el desperdicio de alimentos.
  • Cuando reconocemos la función social de la propiedad,  el destino universal de los bienes y defendemos los derechos de los más pobres aún a costa de renunciar los más favorecidos a algunos de sus derechos.
  • Cuando creamos una nueva mentalidad que nos lleva a pensar en términos de comunidad y a dar prioridad a la vida de todos sobre la apropiación indebida de los bienes por parte de algunos.
  • Cuando contribuimos a una economía al servicio del ser humano, no del dinero y el mercado, y rechazamos y denunciamos la economía de la exclusión y del descarte que mata.
  • Cuando apostamos por los más débiles, promovemos el desarrollo integral de los pobres y cooperamos para resolver las causas estructurales de la pobreza.
Con palabras de Francisco os decimos: «no os dejéis robar la esperanza».

Madrid, 15 de mayo de 2014
Comisión Episcopal de Pastoral Social
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[1] BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis, 10.
[2] Cfr. Mt 26, 26-28; Jn 15,3; 1Cor 10,17; 11, 17-34; Cfr. Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, n. 59.
[3] Cfr. FRANCISCO, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 187-192. En adelante EG.
[4] Nos referimos a los datos de Eurostat (2013) y al estudio “Análisis y Perspectivas 2014” de la Fundación FOESSA, publicado el 27 de marzo de 2014  bajo el título “Pobreza y Cohesión Social”.
[5] Cfr. FRANCISCO, Exhortación Evangelii Gaudium, 192.
[6] Cfr. FRANCISCO, Exhortación Evangelii Gaudium, 191.


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