domingo, 29 de junio de 2014

Después de llorar



                                                        Ilustração de Carlos Ribeiro

No es la tristeza lo que nos hace llorar, sino el amor que se enfrenta a los vacíos. Las angustias y la desesperación son expresiones de carencia.

Las lágrimas que brotan de nosotros y caen lejos de la mirada de los otros son las que más fuerza llevan en sí, las que hacen concreto y objetivo el sentir más íntimo.

A veces, el corazón cae en las trampas de las tristezas antiguas…. Otras, sentimos los espinos de las nuevas adversidades clavarse en la carne. Siempre hay tristezas, siempre hay sufrimiento, siempre habrá dolor mientras hubiere amor.

Las lágrimas no lloradas no dejan de ser amargas, mas esas, al contrario de las que brotan, corroen el interior de quien con ellas no llega a regar la tierra que le sostiene los pies.

La vida se hace también con nuestras lágrimas y se vence, muchas veces, con los ojos cargados de mar. El esfuerzo que se nos exige llega casi a ser imposible sin lágrimas. Llorar no es señal de derrota, más  bien lo es de un amor que busca la paz merecida.

El sentido de la vida cabe dentro de una gota de agua salada… la verdadera pasión es el dolor máximo del amor más profundo. Aquel que hace geminar en nosotros lo mejor… frente a lo peor.

Después de las lágrimas es tiempo de actuar.

Las lágrimas, tal como todo en esta vida, tienen un principio y un fin. El amor no. Vive entero, en cada momento, del cual es el principio y el fin.


miércoles, 25 de junio de 2014

Entre la vergüenza y el orgullo




                                                      Ilustração de Carlos Ribeiro


Desde la saludable modestia hasta la condenación absoluta de sí – por una especie de fantasma de culpa criado y alimentado por la propia víctima-  la vergüenza es una de las cosas más íntimas, duras y afiladas de miedo.

Es natural y deseable que la conciencia nos oriente a través de juicios de valor respecto de todo cuanto hicimos, hacemos y de lo que pudiéramos tener intención de hacer.

Un hombre (bien formado) es capaz de reconocer la diferencia que separa las buenas de las malas intenciones. El bien del mal. La virtud de conocer sus deberes, omisiones y errores.

La vergüenza puede ser, en algunos casos, un tipo de veneno que ataca las funciones del espíritu… colocando a la persona a merced de un hipotético enjuiciamiento de los otros, una especie de sentencia tanto injusta como inevitable.

Este pudor maligno rebaja a la persona hasta el punto de que ella se siente obligada a cavar un agujero, a fin de vivir dentro de él… escondida de aquellos de quien teme lo peor – un mal terrible que su miedo no le permite siquiera imaginar.

Esta vergüenza de quien no hace mal alguno es un problema serio en la medida en que nos impide ser quien somos…. Tal como si fuese un agujero negro que va apagando, una tras otra, las estrellas de nuestro cielo interior.

Sólo hay culpa después de una elección, nunca antes. La vergüenza sólo tiene sentido después de una mala elección, y sólo en la proporción de la falta y de las posibilidad de haber sido evitada. Un acción será tanto más vergonzosa cuanto mayor fuera el mal que provoque y más fácil hubiese sido evitarla.

La vergüenza coloca a quien la siente entre el vacío de una soledad remota y la confusión de un caos sin sentido. Un aislamiento delante de una multitud imaginaria de gente que apunta y grita acusaciones tremendas como si fuesen verdades.

Pero hay quien mantiene una postura opuesta en relación a la culpa… sintiéndose orgulloso de todo lo que hace. Igualmente del mal que hace. Pero, también aquí se comete un error grande en la medida en que, al contrario de lo que muchos creen, no basta asumir una culpa para vernos libre de ella… como si la exhibición eximiese de de cualquier castigo. ¡Puede parecer coraje, pero es sólo una cobardía refinada!

Enorgullecerse del mal que se protagoniza sólo puede ser una forma de intentar, de modo muy infantil, hacer frente a una vergüenza auténtica y que hasta podría ser benéfica en cuanto reconocimiento humilde y redentor.

La perfección se encuentra entre los males de la vergüenza y del orgullo. Importa por tanto que, en el secreto de las actuaciones de nuestro corazón, no permitamos ni que la vergüenza funcione como un elemento corrosivo que nos destruya la dignidad; ni, tampoco, que la euforia de la exhibición bruta nos impida comprender que también el pudor, a veces, forma parte del camino del perdón.

La cultura pasa de los mayores a los más jóvenes, haciéndolos capaces de ir creando, en sí mismos, mecanismos que les permitan sancionarse en nombre del común. Es aquí donde aparecen los caminos de la vergüenza como castigo y del orgullo como premio. Mientras tanto, hay gente mal formada que mira el control y la agresión de las conciencias ajenas a través de la violación sutil y eficaz de la intimidad, manipulando a quien así pasa a sentirse inferior de cara a estos diablos (que, tal como todos los otros, tiene siempre apariencia de ángel).

Los que son verdaderos culpables sólo rarísimas veces sienten su profunda deshonra… así como los que se sienten despreciables sin redención, casi siempre son, en realidad, sólo víctimas inocentes de una maldad, ajena o propia…


Es esencial que sepamos defender y promover nuestra intimidad. No todo es para todos. Son muchos los tesoros que pierden buena parte de su valor… porque quien los debía guardar los revela a quien no debe.

lunes, 16 de junio de 2014

Un resumen del " Avance de resultados de la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales, 2013". Fundación FOESSA. Junio 2014


(VIII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2014.
Informe sobre exclusión y desarrollo social en Andalucía)


El empeoramiento de la situación social en España se manifiesta en un claro descenso de la proporción de hogares y personas que se encuentran plenamente integrados.

  • Todos los espacios, desde la integración precaria o la exclusión moderada hasta la exclusión severa han aumentado significativamente:

En total,  la exclusión social en España ha pasado del 15,8% de los hogares en 2007,  al 21,9% en 2013,

En Andalucía se encuentran globalmente en una situación de mayor vulnerabilidad y exclusión (el 66,1% frente al 63,1%).
en la integración precaria el 44% de estos hogares, frente al 41,2% del conjunto de hogares en España.
En exclusión severa  un 10,6% (casi 2 puntos más que el total Estatal).

  • En términos de población y no de hogares, este empeoramiento se manifiesta todavía con más claridad:

El total, en España,  ha pasado del 16,3% en 2007 al 25,1% en 2013, siendo en los últimos cuatro años cuando se ha producido el mayor deterioro (un aumento de 6,5 puntos del espacio social de la exclusión).

En Andalucía, el 69,1% de la población no se encuentra plenamente integrada frente al 65,7% a escala estatal.
las personas afectadas por la exclusión severa (el 13,1%) superan a la población de España en más de 2 puntos porcentuales.
Sobresale el peso de las personas residentes en Andalucía en la integración precaria (43,9%) en comparación con el total estatal (3,3 puntos más).

El resultado:

un total de 11,7 millones de personas (3,8 millones de hogares) están afectadas en España por distintos procesos de exclusión social, ( 4,4 millones más que en 2007, un 60,6% más y 1,2 millones hogares más, un crecimiento del 48%).

La exclusión severa:
Más preocupante, tanto por la intensidad y acumulación de problemas que implica como por el aumento cuantitativo que ha experimentado:

Afecta a 5 millones de personas, un 82,6% más que en 2007.

Representa el 43,4% del total de la exclusión en España.

En  Andalucía más de 2,1 millones de personas, es decir el 25,2% del total de la población en la región (cerca de 700.000 hogares).
Es de destacar las 1,1 millones de personas (el 52% del total de la exclusión) que se encuentran en la exclusión severa (cerca de 335.000 hogares).

  • La cumulación de problemas en distintas dimensiones de entre las analizadas aquí (empleo, consumo, participación política, educación, salud, vivienda, conflicto social y aislamiento social) ha crecido significativamente, en 2013,
Además, éstas cada vez se acumulan más en los hogares afectados.

En Andalucía, la acumulación es aún más evidente:

Los hogares que no están afectados por ninguna dimensión es 3,4 puntos porcentuales inferior al total estatal;
los que acumulan problemas en 3 o más dimensiones supera en casi 5 puntos (el 22,6%) el total estatal.

  • No cabe duda de que son los ámbitos del empleo, de la vivienda y de la salud los que más han aportado al aumento de la fractura social a escala estatal:

la incidencia de los problemas de exclusión de empleo se multiplican por 2,5 y los de salud se duplican. Los problemas de vivienda que partían de un nivel relativamente elevado, se incrementan un 36%.

En Andalucía, se da una incidencia de manera más pronunciada:

casi la mitad de la población residente en Andalucía (el 47%) se ve afectada por problemas de exclusión del empleo (5,5 puntos más que el total estatal).
Esta situación se intensifica en la población que se sitúa en la exclusión (el 85,8%) y en la exclusión más severa (93,1%).
Se hace incluso más patente si se compara con el conjunto de la población de España en las mismas situaciones de exclusión, superándolas en 8,7 y 8,4 puntos respectivamente.

Un 33,2% de la población de Andalucía se encuentra afectada por los problemas relacionados con la vivienda, 4 puntos por encima del total estatal.
Esta diferencia es aún más visible entre la población en exclusión severa: nueve de cada diez de estas personas que viven en Andalucía (91,7%) se ven afectadas por estos problemas, 6,9 puntos más que para el conjunto de España.

Otra dimensión en la que la población de Andalucía se ve más afectada es la de la salud con un 24,8%, es decir 5 puntos más que la población general.

Es de destacar también la sobrerrepresentación tanto del conjunto de la población de Andalucía como de los sectores excluidos en los problemas de educación, los relacionados con el consumo y aunque en relativa menor medida de aislamiento social en comparación con los mismos datos obtenidos a escala estatal.

Por el contrario, la exclusión política y el conflicto social presentan menores déficits entre la población de Andalucía.


domingo, 15 de junio de 2014

Sentir y consentir




                                                         Ilustração de Carlos Ribeiro

No podemos controlar lo que sentimos, pero nos cumple, siempre, escoger entre consentirlo o dejarlo. No controlamos todo lo que pensamos, pero nos cumple la responsabilidad de escoger. No siempre optamos por decir o callar lo que es mejor, pero, a pesar de todo, es esencial trazar la línea que separa lo que queremos de lo que no queremos ser…

Ya lo que hacemos (y lo que no hacemos) depende, casi en la totalidad, de nuestra voluntad. Debemos pues ordenar lo que sentimos con vista a definirnos quien somos y quien queremos ser, a fin de actuar de acuerdo, sin grandes disculpas, mentiras o promesas vanas.

Cada uno de nosotros es la línea que va de lo que siente a lo que hace y que pasa por lo que piensa y dice… somos lo que escogemos sentir, pensar, decir y hacer. Somos querer.

La verticalidad de un hombre depende de la forma como asume lo que siente, de la profundidad con que piensa, de la verdad de lo que dice y del valor absoluto de sus acciones. Y, claro, de la armonía que consigue entre estas sus cuatro dimensiones.

Hay mucha gente desafinada… se pierden aunque algunos crean que así conseguirán sobrepasar (soslayar) la verdad. Un día se dan cuenta y comprenden que fueron al final esclavos del mundo, cuando podían haber sido señores de su destino.

La autoridad es el poder del autor, competiendo pues a cada hombre dominarse en los diferentes niveles, ordenándose en vista de su mayor bien.

No soy lo que siento, ni lo que digo, soy lo que quiero… y, en última instancia, lo que escojo hacer, por encima de todo.

Es propio del hombre elevase por encima de su condición animal, ponderando y juzgando sus acciones. Quien se rinde de forma pasiva a lo que siente, renuncia a ser hombre.

Es la esencia de la libertad: una voluntad esclarecida.

La espontaneidad de los instintos es algo primario, los apetitos son deseos pero no son voluntades, a pesar del engaño a que induce el lenguaje. Los apetitos son tendencias naturales básicas que corresponden a desequilibrios y necesidades primarias que, a pesar de todo, la voluntad humana puede superar. Los instintos son buenos, mientras son ordenados.

¿Cómo puedo llegar a ser quien yo quiero ser? A través del dominio de lo que consiento, pienso, digo y… hago.

No es bueno ser un solitario lleno de amor. Debe conseguir que esa voluntad se haga real, se practique, llegue al mundo concreto y lo enriquezca. Claro, importa analizar y evaluar muy bien lo que nos rodea, no vaya a abrazarse a alguien equivocado… es verdad que tenemos amor y brazos para dar, pero también tenemos ojos e inteligencia para escoger a quien debe llegar.

Si hay momento malos en la vida en que parece no haber nada que nos anime, será de esos, más que de cualquiera otros, de los que es  importante salir… buscar lo mejor con todas las fuerzas, contra todas las evidencias. Más determinante que las circunstancias será siempre la voluntad íntima de ser feliz. Las tristezas no pueden evitarse… son tiempos de extrema verdad y dolor, pero son momentos… a los que deben suceder otros momentos. En una línea en que el querer impera… a pesar de todo.

Todo tiene su tiempo, todo puede funcionar en armonía. Así haya buena voluntad.

Cuando andamos, un pié queda fijo para que el otro avance hacia delante. Importa aceptar que seguir de frente no es negar lo que queda atrás, sino que forma parte de algo mayor que el momento, mayor que el tiempo…


Desengáñese quien en esta vida piense que la lucha acaba después de una batalla. Siempre habrá más batallas, más heridas, tal vez aún más profundas, pero también más conquistas, más alegrías y siempre, siempre más vida… para continuar la lucha. Así hay que querer, para caminar rumbo a lo mejor de nosotros.

martes, 10 de junio de 2014

“Construyamos espacios de esperanza” (Mensaje para la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad)



La Comisión Episcopal de Pastoral Social ha hecho público, conjuntamente con Cáritas Española, el Mensaje para la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad, que este año lleva por título “Construyamos espacios de esperanza” y que se celebrará el domingo 22 de junio.

El Secretario General de la Conferencia Episcopal Española (CEE), D. José María Gil Tamayo, ha hecho entrega al Presidente de Cáritas Española, D. Rafael del Río Sendino, en nombre de la CEE, de una ayuda económica por valor de 6.060.000 euros. Con este gesto, se hace efectiva la aportación extraordinaria que aprobó la Asamblea Plenaria el pasado mes de noviembre, con cargo a los presupuestos de 2014.
Este año, la mencionada aportación asciende a 6.060.000 euros, lo que supone el 2,4% del Fondo Común Interdiocesano y un incremento del 1% respecto al ejercicio anterior. Esta iniciativa, que se lleva a cabo por sexto año consecutivo, tiene su origen en la Asamblea Plenaria que se celebró del 24 al 28 de noviembre de 2008.

Esta aportación es una cantidad cuantificable, pero no es lo que la Iglesia aporta a Cáritas, porque Cáritas es la misma Iglesia. Es muy difícil contabilizar económicamente lo que supone el apoyo de cada una de las parroquias, que son las que corren con todos los gastos ordinarios, las que recogen los donativos, y también en las comunidades parroquiales donde surgen los voluntarios que entregan su tiempo y trabajo en Cáritas.


La fiesta del Corpus Christi nos invita a entrar en el misterio de la Eucaristía, "misterio que se convierte en el factor renovador de la historia y de todo el cosmos. En efecto, la institución de la Eucaristía muestra cómo aquella muerte, de por sí violenta y absurda, se ha transformado en Jesús en un supremo acto de amor y de liberación definitiva del mal para la humanidad"[1].
La Eucaristía, sacramento del amor, aviva en nosotros la conciencia de que donde hay amor brilla también la esperanza, pues allí donde el ser humano se siente amado, experimenta la salvación de Dios y descubre que es posible la esperanza.[2]
Desde este misterio de amor y de esperanza, que es la Eucaristía, los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social invitamos a todos los cristianos, y de manera especial a cuantos trabajáis en la acción caritativa y social, a abrir los ojos al sufrimiento de nuestros hermanos más pobres, a escuchar el clamor de los pueblos que padecen hambre y a construir juntos espacios de esperanza.

 Miremos la realidad desde los pobres

«He visto la opresión de mi pueblo» (Ex 3,7), dice Dios. La caridad comienza por abrir los ojos a la realidad, pero la realidad se puede mirar y valorar de diferentes maneras. Nosotros queremos ver la realidad con los ojos de Dios, desde el lado de los pobres, como nos pide también el Papa Francisco.[3] Una mirada así, nos permite señalar algunos indicadores verdaderamente preocupantes:
  • las personas que no padecen ningún tipo de exclusión social se han convertido en una estricta minoría.
  • La fractura social entre aquellos que se encuentran en la franja de integración y los que se encuentran en situación de exclusión se amplía,
  • Entre ambos grupos, unas clases medias que decrecen y transitan, en buena parte, hacia espacios de exclusión.
  • el aumento progresivo de la desigualdad, por la reducción de los servicios sociales, por las dificultades para acceder a la vivienda, por la bajada en el nivel medio de la renta, por el índice creciente de la pobreza infantil.

Escuchemos el clamor de los pueblos

Nuestro Dios, que tiene ojos abiertos para ver, tiene también oídos atentos para escuchar a su pueblo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores, conozco sus sufrimientos» (Ex 3,7). Y hoy hemos de escuchar  «el clamor de pueblos enteros, de los pueblos más pobres de la tierra» (EG n. 190) que no solo tienen derecho a la comida o a un decoroso sustento, sino también a otros bienes que les permitan vivir con dignidad, lo que implica educación, acceso al cuidado de la salud, acceso al trabajo y a otros medios de desarrollo[5].
Esta es la llamada que nos hace Caritas Internationalis en su campaña “Una sola familia, alimentos para todos”. No podemos olvidar que, según la FAO, hay más de 845 millones de personas con hambre crónica en el mundo, lo que constituye un verdadero motivo de escándalo, pues sabemos que existe alimento suficiente para todos y que el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la renta, problema que se agrava con la práctica generalizada del derroche y el desperdicio de alimentos.[6]

Generemos espacios de esperanza

Ante el sufrimiento de los pobres y el clamor de los pueblos, no podemos quedar inactivos ni sumidos en la indiferencia y el desaliento. Las palabras de Jesús: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía” (Lc,19) son una invitación a hacernos don, alimento, esperanza para los pobres. Así nos lo recuerda el Papa Francisco: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad: esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (EG n.187)
Ser instrumentos de liberación y promoción significa hoy  –según nos dice Cáritas en su Campaña- construir espacios de esperanza en medio de una sociedad asfixiada por la crisis:
  • Cuando respondemos con gestos sencillos y cotidianos de solidaridad y cambiamos nuestros hábitos alimentarios evitando el desperdicio de alimentos.
  • Cuando reconocemos la función social de la propiedad,  el destino universal de los bienes y defendemos los derechos de los más pobres aún a costa de renunciar los más favorecidos a algunos de sus derechos.
  • Cuando creamos una nueva mentalidad que nos lleva a pensar en términos de comunidad y a dar prioridad a la vida de todos sobre la apropiación indebida de los bienes por parte de algunos.
  • Cuando contribuimos a una economía al servicio del ser humano, no del dinero y el mercado, y rechazamos y denunciamos la economía de la exclusión y del descarte que mata.
  • Cuando apostamos por los más débiles, promovemos el desarrollo integral de los pobres y cooperamos para resolver las causas estructurales de la pobreza.
Con palabras de Francisco os decimos: «no os dejéis robar la esperanza».

Madrid, 15 de mayo de 2014
Comisión Episcopal de Pastoral Social
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[1] BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis, 10.
[2] Cfr. Mt 26, 26-28; Jn 15,3; 1Cor 10,17; 11, 17-34; Cfr. Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, n. 59.
[3] Cfr. FRANCISCO, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 187-192. En adelante EG.
[4] Nos referimos a los datos de Eurostat (2013) y al estudio “Análisis y Perspectivas 2014” de la Fundación FOESSA, publicado el 27 de marzo de 2014  bajo el título “Pobreza y Cohesión Social”.
[5] Cfr. FRANCISCO, Exhortación Evangelii Gaudium, 192.
[6] Cfr. FRANCISCO, Exhortación Evangelii Gaudium, 191.


domingo, 8 de junio de 2014

De la Homilía del Santo Padre. Domingo de Pentecostés.



“Todos fueron colmados por el Espíritu Santo”.

 … es un evento que se ha renovado y todavía se renueva. Cristo glorificado a la derecha del Padre sigue realizando su promesa, enviando en la Iglesia el Espíritu Vivificante.

El Espíritu Santo nos enseña: es el Maestro interior. Nos guía por el camino justo, a través las situaciones de la vida.  En los primeros tiempos de la Iglesia, el Cristianismo era llamado “el camino” y Jesús mismo es la vía.

 …nos recuerda todo lo que Jesús ha dicho. Es la memoria viviente de la Iglesia.

Este recordar en el Espíritu y gracias al Espíritu,  es un aspecto esencial de la presencia de Cristo en nosotros y en la Iglesia.
Todos nosotros hemos tenido esta experiencia, un momento, en  que nos viene otra [inspiración], y se relaciona con una frase de la Escritura.

Esto nos pide una respuesta: cuanto más generosa es nuestra respuesta, más las palabras de Jesús se vuelven en nosotros vida, actitudes, gestos, testimonio.

Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano: es un hombre o una mujer prisionera del momento, que no sabe hacer tesoro de su historia, no sabe leerla y vivirla como historia de salvación.

… con la ayuda del Espíritu Santo, podemos interpretar la inspiración interior y los hechos de la vida a la luz de las palabras de Jesús. Y así crece en nosotros la sapiencia de la memoria, la sapiencia del corazón, que es un don del Espíritu.

En ese día con los apóstoles estaba la mujer de la memoria, aquella que en el inicio meditaba todas estas cosas en su corazón. Era María nuestra madre, que Ella nos ayuda en este camino de la memoria.

Y el Espíritu Santo  nos hace hablar, con Dios y con los hombres. No hay cristianos mudos.

Nos hace hablar con Dios en la oración. La oración es un don que recibimos gratuitamente; es diálogo con Él en el Espíritu Santo, que reza en nosotros y nos permite de dirigirnos a Dios llamándolo Padre, Abbá.

Nos hace hablar en el acto de fe. Nadie de nosotros puede decir: 'Jesús es el Señor', lo hemos escuchado hoy, sin el Espíritu Santo.”

Y el Espíritu nos hace hablar con los hombres en diálogo fraterno, con amistad, con ternura, con mansedumbre.

Además nos hace hablar también a los hombres en la profecía, siempre con mansedumbre e intención constructiva.

El día de Pentecostés, cuando los discípulos “fueron colmados por el Espíritu Santo” fue el bautismo de la Iglesia, que nació 'en salida', para anunciar a todos la Buena Noticia.

Jesús había sido perentorio con los apóstoles: no tenían que alejarse de Jerusalén antes de haber recibido desde lo alto la fuerza del Espíritu Santo. Sin Él no hay misión, no hay evangelización. Por esto con toda la Iglesia, con nuestra Madre Iglesia católica invocamos, ¡Ven Espíritu Creador!



¿Pedir ayuda o ser ayuda?




                                                     Ilustração de Carlos Ribeiro


La felicidad está hecha de alegrías y tristezas. Es lo que brota de un corazón que, al latir, desborda de amor. Juzgar que una vida buena corresponde a una existencia sin sufrimientos es no comprender la esencia de la vida, olvidándose de uno de sus pilares fundamentales. Es verdad que nadie desea el dolor… y, mientras tanto, sin sufrimientos, ¿quién desearía la felicidad? ¿Quién estaría dispuesto a perseguirla, sufriendo también por (aún) no ser feliz?

Amar es dar y aceptar lo que el mundo y los otros pudieran o quisieran dar… Podrá ser poco… o nada incluso… En cualquier caso, es siempre mejor dar que recibir. Sólo es necesitado quien se hace dependiente de la generosidad ajena.

Lo contrario de la felicidad es el miedo. Un vacío que, en lucha constante, nos destruye desde dentro, cavando en nuestro interior. Ser feliz pasa por ir más allá del miedo, llenando los vacíos con las alegrías y tristezas, respondiéndole con la certeza de la esperanza. Temer, sufrir, pero sonreír. Una armonía de equilibrios.

Una sonrisa es la mejor forma de amparar las lágrimas.

Amar es una inmensa gratitud del corazón. La vida es un don. Un milagro. Amar será la respuesta a la gracia original de que podemos estar aquí, hoy mismo, ahora, así… Una bondad y generosidad inmensa que debemos hacer llegar a la vida de los otros. Siendo que mi bondad no depende de la pobreza de otros, sino tan sólo de mi verdadera riqueza.

La verdadera riqueza no está en lo que se tiene, porque eso se va a perder (más tarde o más temprano), sino en lo que se es, por eso, se puede dar.

Sólo quien escoge ser bueno se da a los otros, porque reconoce en sí un valor, una luz única de la cual los otros pueden estar necesitados. Pero mi bondad sólo podrá realizarse si yo así escojo, si yo corro el riesgo de fracasar al dar un paso adelante, a pesar del miedo… la responsabilidad de escoger qué es más fuerte: mi voluntad de ser feliz o el miedo.

El deseo nos consume. Ser feliz pasa por ser capaz de dominar y disminuir los deseos. Cuando se desea mucho, que también la vida, el mundo y los otros, sean generosos, todo parece poco. Pobres y desgraciados son aquellos que tienen mucho y eso no les llega, y ricos serán aquellos que les basta y sobra lo poco que tienen…

Es, pues esencial, comprender que mi felicidad depende de lo que yo decida desear. Para los infelices el valor está en lo que no tienen…

Mucho de lo que somos ahora es obra nuestra. Pero lo esencial es. Esta elección fundamental entre valorar o despreciar lo que se tiene y lo que se es… ser feliz es construir un camino y recorrerlo, no es un destino ni el destino, es una elección. Dura. Que se lleva a cabo en el tiempo. Una lucha contra los días de euforia y contra las noches de desesperación. Aceptando, siempre y sin miedo, que se puede perder lo mejor que hoy está aquí…

Ser feliz es ser capaz de crear y alimentar la alegría verdadera que brota del propio corazón que ama. Una gratitud por la existencia. Una sonrisa por la vida. Que sirve a los otros, dándoles el amor y el alma que pueden estar echando en falta…


Nuestra existencia es un soplo que nos llega de lo alto sin pedir nada a cambio. ¿Qué importa pues que no comprendamos el sentido exacto de todo? Nada. Desde el momento en que sepamos reconocer el valor absoluto de nuestra propia vida, con cada una de las alegrías y tristezas… desde que tomemos la decisión de luchar por ser buenos, felices… por merecer estar aquí.

domingo, 1 de junio de 2014

De lo extraordinario a lo imposible




                                                    Ilustração de Carlos Ribeiro

Hay quien, cargando su cruz, centre su atención en el peso de la cruz; y hay también quien, en la misma situación, se concentre en la fuerza que sus hombros tienen para soportar adversidades y para avanzar a pesar de ellas. La tristeza y la alegría profundas, en la abrumadora mayoría de los casos, se eligen.

Quien llega hasta el límite… descubre siempre más y siempre es capaz de más. Si las desgracias parecen no acabar nunca, tampoco las fuerzas para sobrellevarlas parecen agotarse nunca. Y si es verdad que ellas sólo se muestran  cuando son necesarias, la conclusión que debemos sacar – y que nuestra experiencia comprueba- es que todos nosotros tenemos muchas fuerzas más allá de las que conocemos.

La vida no tiene un valor oculto que sólo algunos puedan descubrir. Su sentido resulta de la construcción de la existencia que nos es propia a través de cada una de nuestras decisiones. Es el hombre, cada uno de nosotros, quien propone y realiza el significado, el valor y el rumbo de su existencia. El sentido de la vida.

Lo que escogemos, porque lo escogemos y el tiempo en que lo hacemos, manifiesta al mundo, a los otros y a nosotros mismos, nuestra identidad en un determinado punto de su construcción. Lo que escogemos está ahí… y hasta ahí.

Las aventuras y desventuras  por las cuales paso a fundamentarme como persona. Es cierto que partimos de una base, de un contexto, de un conjunto de posibilidades y de condiciones… la libertad, por tanto, no es la ausencia de obstáculos, sino aquello que decidimos ser frente a eso y a partir de ahí.

Son las adversidades y los fracasos, mucho más que los éxitos, los cuales exigen decisiones fuertes y significativas, que nos obligan a ser mejores. La mayoría de las experiencias no destruyen, de forma necesaria, la identidad, permitiendo también despertarla y perfeccionarla, a  fin de superarlas y volverse… mayor y mejor.

Tal ves no fuésemos tan diferentes de lo que somos si a nuestro pasado le fuesen retirados los mejores momentos de nuestra existencia… pero tal vez resultáramos irreconocibles si, por cualquier hechizo, nos librasen de nuestras peores desgracias, de los dolores más profundos por los que pasamos… Al final, es en esas alturas que nosotros escogemos en las que definimos a la persona que queremos construir… los caminos que para eso tenemos que recorrer… lo que somos… lo que vamos a ser.

Lo que más nos daña es también lo que nos puede volver más atentos, moderados, justos y fuertes.

Cualquier dolor, con sentido, se vuelve soportable. Y por fuerza tiene que estar al servicio del sentido. Nuestra noción tradicional, judeocristiana, de un Dios todopoderoso, nos dice justamente que su fuerza se revela sólo en la más absoluta vulnerabilidad. Al darme a los otros con los  brazos abiertos me expongo a ser herido. ¿Pero  de qué vale la vida sin los otros? ¿O cuál es el sentido de la soledad?

La fe es una apertura. Un acto de confianza en lo que está más allá del entendimiento. No contar con la certeza de los misterios en la vida es quedarse sólo con lo que es sólido y superficial sin admirar lo que hay en lo más profundo, ágil y bello… hay quien, para ver o escuchar a Dios, se recoge y se cierra en sí mismo… pero hay también quien le basta abrir los ojos para conseguir ver…

Todos tenemos fuerzas, más de las que creemos tener. Es, por tanto, cuando estamos débiles cuando escogemos ser fuertes. ¡Porque es también cuando alcanzamos el límite de nuestras fuerzas y nuestros talentos cuando… sin mucha explicación… más fuerzas y talentos surgen… volviéndonos capaces de hacer lo que antes era imposible!


La verdadera felicidad es la desgracia vencida.