José Luís Nunes Martins
jornal i
5 abril 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/luta-dia-dia
jornal i
5 abril 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/luta-dia-dia
Ilustração de Carlos Ribeiro
Hay, en nuestra vida de
todos los días, un enorme conjunto de pequeñas cosas que acaban por no herirnos
con intensidad, pero su persistencia nos daña. Su incansable sucesión llega a causar
angustia, en un corazón que casi nunca consigue llegar a percibir la razón de
tamaño dolor.
Es extraña la forma
como lo cotidiano consigue envolvernos al punto de, sin hacer nunca esfuerzo…
nos arrastra hacia abajo al mismo tiempo que nos sofoca, sin que tengamos
siquiera capacidad de rehacernos… creemos que es sólo un percance y que, en
seguida, volveremos a lo mejor.
La grandeza de alguien
no está en la importancia social de las funciones que desempeña, sino en la
perfección y devoción con que realiza cada una de sus tareas. Un portero que
recibe a cada persona como si fuera el rey; una persona que limpia cada escalón
de una escalera como si fuese un altar… así son los que conocen la verdad de la
vida. La grandeza de alguien no está en la importancia social de las funciones
que desempeña, sino en la perfección y devoción con que realiza cada una de sus
tareas.
Las grandes obras, como
las catedrales o los castillos, sobresalen no tanto por la amplitud de los
espacios, por la enormidad de las dimensiones. Sino en cada una de sus piedras,
en cada pequeña forma…en cada mínimo detalle.
Todo cuanto en nuestra
existencia no forma parte de nuestro sentido de la vida funcionará siempre como
un peso, grano de arena en el engranaje, simiente que se ha de hacer raíz de
tristeza.
Es preciso ser capaz de
aceptar que el mayor de los bienes a nuestro alcance, la felicidad, se
conquista aceptando e integrando en nuestra vida los pequeños trabajos que nos
cansan tanto o más que los grandes… es preciso comprender que el heroísmo
auténtico se revela en las tareas cotidianas. Tal vez sea más fácil dar la vida
toda sólo de una vez, como en el caso del mártir, que el martirio de la
paciencia de tener que hacer, un día y otro, siempre la misma cosa. La
felicidad premia más a la perseverancia que a la genialidad.
Los grandes tesoros se
hacen centavo a centavo.
Es preciso comprender
que los más pequeños sufrimientos pueden y deben ser parte de a esencia de
nuestra vida. Cualquier dolor al que no consigamos dar sentido se vuelve una
crueldad contra nosotros. Cuidemos de poner atención a cada día, a cada gesto…
colocar cada pieza en su lugar, construir… sabiendo que cada sufrimiento sin
sentido es una brecha… y que por la más pequeña grieta se hunden los mayores navíos.
Es una prueba constante
para nuestra fe seguir nuestro largo camino sin que nunca lleguemos a
contemplar la tierra prometida en el horizonte delante de nosotros…seguimos
siempre rumbo a algo que ha de aparecer… un día lo veremos.
Vivir para siempre
significa aprovechar cada uno de los días, dedicando cada hora devotamente a lo
que somos y a lo que queremos ser.
El martillar sobre la
espada del herrero le prepara el brazo para utilizarlo… como guerrero. Es con
determinación, atención y constancia como se forja y se fila una espada…
también será así como se hace un hombre.
La vocación del hombre
es crear. Completar la creación, creándose, en un esfuerzo constante donde cada
gesto es una obra única…
Caminar hacia el campo
de batalla forma ya parte del heroísmo del guerrero. Luchar contra el enemigo
que vive dentro de sí, en las dudas por donde la falta de fe se instala y en
los tedios de las aparentes insignificancias, será el mayor de los combates… la
última prueba a la que somos y a lo que
queremos ser.
Una vida sin nada por
lo que valga la pena morir, no tendrá nada por lo cual merezca ser vivida.
Ninguém é como nasce,
mas sim o que faz para ser o que sonha.
Nadie es como nace,
pero sí lo que hace para ser lo que sueña.
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