El Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza con el ir de las mujeres
hacia el sepulcro, temprano en la mañana del día después del sábado.
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Un ángel
poderoso les dice: «Vosotras no temáis» (Mt 28,5), y les manda llevar la
noticia a los discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos y va por delante
de vosotros a Galilea» (v. 7).
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Las mujeres
se marcharon a toda prisa y, durante el camino, Jesús les salió al encuentro y
les dijo: «No temáis: id a comunicar a
mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (v. 10).
La noticia se difundió:
- Jesús ha resucitado,
como había dicho…
- Y también el mandato
de ir a Galilea;
- Galilea es el lugar
de la primera llamada, donde todo empezó.
Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria.
Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos
y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un
nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.
También para cada uno
de nosotros hay una «Galilea», significa:
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redescubrir
nuestro bautismo como fuente viva,
-
sacar
energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana…
-
significa
sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me
tocó al comienzo del camino.
-
Con esta
chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz
a mis hermanos y hermanas.
-
Con esta
chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la
desesperación, una alegría buena y serena.
En la vida del cristiano, después del bautismo, hay también una
«Galilea» más existencial:
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la experiencia del encuentro personal con Jesucristo…
-
significa
custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por
mi camino, me miró con misericordia, me pidió de seguirlo;
¿Cuál es mi Galilea?
¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? … yo quiero volver allí
para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia.
El evangelio de Pascua es
claro:
-
es
necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos
de su resurrección.
-
Es volver
al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y
llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra.
«Galilea de los
gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso
de encuentro… ¡Pongámonos en camino!
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