¡El tiempo es una cosa extraña! ¡Es bueno tener tiempo,
es bueno no perderlo, ya que si no
hacemos nada bueno en él su vacío nos es pesado y penoso!
¡Es verdad que hay momentos por los cuales vale la pena
esperar años! ¿Pero entonces, qué debemos hacer entre tanto?
Una gran cantidad de tiempo no significa una mayor
calidad. Es esencial que tomemos el timón de nuestra vida en el mar de la
historia, sacando partido de todo el tiempo que nos es dado vivir. Todo.
Incluso aquel que nos parece sin sentido.
El mundo de hoy exige que seamos productivos, que le
entreguemos nuestros días a cambio de rentabilidad, sin desperdicio. ¿Pero qué
es perder el tiempo?
Saber esperar es, por sí solo, una excelente forma de
invertir nuestras horas.
Basta que pensemos que es posible decir la misma cosa a
la misma persona en momentos diferentes, y que eso puede tener resultados muy
diferentes. Por lo tanto, no basta hacer lo que es cierto, ¡es esencial acertar
en el momento de hacerlo!
¿Cuántas veces nos retrasamos (o nos adelantamos) al
tiempo que sería lo acertado hacer cualquier cosa?
La verdad es que ningún instante de cada existencia
humana se repite. Todo es único. Mientras tanto, con la misma oportunidad, unos
casi no tienen que esperar, mientras que para otros, una vida parece no ser suficiente…
La vida está inscrita en el tiempo, pero no es el tiempo.
Nuestros años son el papel donde nos es dado escribir, mucho o poco. La vida de
cada uno de nosotros es historia que decide escribir por sí mismo. Habrá quien
tenga mucho papel, pero una narrativa pobre, floja y sin mucho sentido,
mientras que otros son capaces de escribir una historia intemporal en una sola
página.
¡Aprovechemos todo el tiempo y cada una de las
oportunidades!
Antes que nada, ¡conviene que sepamos cuanto tenemos que
esperar! Y solo eso ya demora la concreción de cuánto tiempo, porque entre los
sueños sin sentido y la resignación absoluta hay un espacio mayor que la distancia
entre el cielo y la tierra.
Seamos señores del tiempo que se nos concede, encontrando
su sentido en lo más hondo de nosotros y haciendo que ningún día de nuestra
vida sea un intervalo inútil.
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