sábado, 21 de diciembre de 2019

Una forma simple de rezar


Dez 20, 2019 - 17:59

José Luís Nunes Martins


Descansa un poco. Ve a la ventana. No pienses en tus cosas por un tiempo. Mira lo que tienes delante de tus ojos, poco importa que sea el mar, un edificio o una pared. Habrá cosas en las que nunca habías reparado… de tan preocupado que andas contigo.

Sin salir de la ventana, no dejes que la angustia tome, una vez más, el papel principal en la escena de tu interior, ni pierdas tiempo en hilvanar  más sueños. Déjate estar ahí. Sin prisa.

A tu cabeza van a llegar muchas ideas de cosas que tienes que hacer con urgencia, o por lo menos cosas que no puedes olvidar, so pena de que el mundo se acabe… mas confía en que es solo una parte de ti la que tiene miedo de estar en paz, señal de que tu vida ha sido una guerra sin fin.

No te angusties, no te pierdas en los laberintos de las desgracias que crees que has vivido. Rezar es abrir la ventana y dejar que corra el aire.

¡No pienses en ti. Olvídate de eso  durante un rato. Si el egoísmo diera resultado, gran parte de la humanidad ya sería feliz! Respira… inspirando con los ojos cerrados y expirando con una sonrisa. Recibe la vida con confianza, dala con amor.

Rezar nunca es a cerca de nosotros mismos. Nuestras cuestiones particulares ya el cielo las conoce bien, mucho mejor que nosotros, Rezar es tiempo de confiar. Estar atento es, con humildad, esperar indicaciones, ideas y sentimientos que nos edifiquen y ayuden, y no en nuestras preocupaciones cotidianas, sino en las decisiones que tomamos cada día y nos apartan o alejan de lo mejor de nosotros.

En esa ventana de lo que es, déjate envolver por la oración, donde se deben suceder pocas palabras con la fuerza del silencio y momentos de silencio que son, muchas veces, la respuesta más clara.

Aquel a quien rezas confía en ti, confía que sabrás ser libre. Para el bien, para tu bien y  de los otros.

Confía en ti. Decide con calma y después de descansar. Ahora tal vez sea mejor permanecer más tiempo en la ventana de la oración.

Cuidado. El tiempo del cielo no es el de nuestros relojes y calendarios. Un minuto es más que suficiente para que una vida que andaba lejos de casa cobre sentido, camino y luz. Pero eso no suele suceder cuando se exige o implora…

Desde la ventana de nuestro ser se ve el cielo. Hay también un espejo donde podemos vernos y preguntarnos a nosotros mismos si nos gusta el yo que allí está reflejado…

No busques cosa alguna, admira el cielo y encuéntrate. Aquí y allí.




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