El amor supone un vaciamiento de nosotros mismos, con el
fin de dar espacio al otro.
Amar exige que seamos honestos y pacientes, que estemos
presentes de lleno y que esperemos, sin prisa y en silencio, por el otro, que,
tantas veces, acaba por llegar solo cuando está menos bien. Sólo así seremos el
refugio que importa a quien amamos, el lugar donde esa persona puede ser quien
es y donde encuentra el ambiente necesario para ser mejor.
El mundo anda cada vez más distraído y desenfocado, pero
la atención del amor pasa por una atención firme, capaz de detectar las
pequeñas señales que revelan los cambios y las necesidades más íntimas.
Un día de nuestra vida está siempre lleno de llamadas de
todo tipo. Somos llamados a responder a varias peticiones de atención. Ahora bien,
dar nuestro tiempo es una forma de darnos, pero la mayor parte de las veces
damos un poco de nosotros y seguimos a otra llamada, con la extraña expectativa
de que conseguiremos llegar a todas.
Vivir y amar supone que sepamos decir no. Es imposible
que estemos enteros, al mismo tiempo, en más de un lugar.
Nuestras elecciones del día a día, más que ser entre el
bien y el mal, es entre bienes diferentes, o sea, tenemos que escoger un bien
en detrimento de otros bienes. Claro que hay quien intenta conjugar más de uno,
pero el resultado nunca puede ser bueno, en la medida en que el amor y la vida nos exigen enteros y no solo una
parte de nosotros.
Es necesario ordenar nuestras prioridades y acceder a las más importantes. No tener prioridades es
lo suficiente para tener una vida caótica y, a pesar de tanto esfuerzo, poco
productiva.
Pero amar no es prestar solo atención, es darse. Entregar
el corazón entero y puro, tal como él es, a pesar de todo por lo que haya
pasado.
Por amor soy menos yo y en mí. ¡Y eso es tan bueno!
https://agencia.ecclesia.pt/por…/amar-e-entregar-se-inteiro/
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