Si preguntásemos a toda la gente lo que quiere ser, la
inmensa mayoría respondería que quiere ser feliz.
Entre tanto, la felicidad depende de lo que cada persona
necesita para realizarse de forma plena. Ya que no hay dos personas iguales, tampoco hay dos
felicidades iguales, por eso, cualquier intento de establecer fórmulas
universales está condenada al fracaso.
Casi siempre sabemos lo que queremos, pero la verdad es
que casi nunca precisamos de aquello que queremos. Tal vez una fórmula eficaz
para garantizar la infelicidad de alguien sea la de darle todo lo que quiere.
La mayor parte de nosotros teme la opinión de los otros, razón
por la cual acabamos por tener límites interiores que nos impiden pensar y
sentir de una forma más libre. Queremos agradar a los otros, por lo que
buscamos nuestras respuestas más en las modas y opiniones ajenas que en aquello
que reside en el fondo de nosotros.
La felicidad es una verdad, no un fingimiento. Es
gratitud, no insatisfacción.
Ser feliz pasa por identificar con precisión nuestras
necesidades más íntimas, asumirlas y buscar aquello que las completa. Cualquier
preocupación por las modas es una superficialidad y una pérdida de tiempo.
La felicidad pase tal vez más por desechar que por
conquistar.
Evitar complicaciones, reducir a lo esencial, renunciar a
la tentación de lo superficial
¿Qué tienes que hacer tú para que tu alma quede en paz?
¿Hacer a otros felices?
https://agencia.ecclesia.pt/…/a-felicidade-nao-e-igual-par…/
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