Tengo muy pocas ganas de escribir, no sé por dónde empezar,
son tantas las cosas que bullen en mi mente que se atropellan, y cuando quiero
escribir sobre una de ellas, en seguida otras reclaman más atención. Reina la
confusión en mi mente, como reina en general. Nada resiste el empuje hacia un
cambio sin dirección, alocado, aunque quizá si esté provocado por una o varias mentes,
que se recrean en el caos destructivo.
Poco después de haber comenzado a escribir tengo que cortar
para ir a cumplir con mi turno de adoración al Santísimo. Claro, como no podía
ser de otra manera, nada más llegar, de rodillas, Le expongo al Señor mi situación mental, y le pido sosiego
para mi mente y mi alma, para poder acompañarlo como se merece. Inevitablemente
salto de un pensamiento a otro, hasta que mis preocupaciones se van ordenando,
y entonces sí tengo la claridad suficiente para pedirle una solución para cada
una de ellas.
Pero, llego a la conclusión de que no es cosa de que Dios ponga
remedio a cuanto me preocupa. Antes bien, en vez de quejarme tengo que dar
gracias por estar vivo, y porque estamos vivos, y cuanto ocurre puede tener una
explicación y hasta puede que no sea tan grave, sino simplemente un tropiezo en
el camino que servirá para encontrar la solución que más convenga. Y si estoy
vivo, debo además de estar agradecido, seguir haciendo lo que en conciencia creo que
sea lo mejor para contribuir a mejorar el mundo que me rodea.
¿Pero cuáles son esos asuntos que tanto me preocupan, al
punto de no ser capaz de escribir nada sobre ellos, o no querer escribir, por
pereza, por aburrimiento, incluso por cobardía, para no dar la cara?
Mi primera preocupación, en orden cronológico, es la falta
de voluntarios en este proyecto, en el que llevo once años, y porque quizá no me encuentro con
las fuerzas suficientes para atenderlo como es preciso, y como solía hacer. La
segunda preocupación es la situación de Cáritas
Arciprestal, la falta de organización y dirección por la discontinuidad con una
organización que satisfacía a todos por su eficacia, etc. La otra preocupación se debe a la cantidad de noticias negativas,
en prensa o a través de comentarios, que
denuncian procedimientos poco ejemplares en la Diócesis. Y por último, la gran
preocupación que nos afecta a muchos españoles, el nuevo gobierno ‘frankestein’
…
Como digo, reflexionando ante el Señor, llegué a pensar que
no debía preocuparme tanto, porque eso supondría falta de fe, o dudar de la
bondad de Dios. Si estoy vivo es motivo más que suficiente para estar
agradecido, cosa mía y de cada uno es
comportarse de la mejor manera posible, y aportar aunque sea un granito de
arena según los dones que Él nos haya dado. Y si se ponen muy mal las cosas, sé
que la victoria final es la de Cristo, hasta entonces solo cabe creer y luchar sin
desfallecer. Siempre con su ayuda, sin esperanza y sin confianza en que el bien
ha de triunfar al final, es más difícil mantener el ánimo y las ganas de
trabajar por el bien de todos, no me cabe duda.
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