sábado, 2 de junio de 2018

Estoy vivo, debo estar agradecido




Tengo muy pocas ganas de escribir, no sé por dónde empezar, son tantas las cosas que bullen en mi mente que se atropellan, y cuando quiero escribir sobre una de ellas, en seguida otras reclaman más atención. Reina la confusión en mi mente, como reina en general. Nada resiste el empuje hacia un cambio sin dirección, alocado, aunque quizá si esté provocado por una o varias mentes, que se recrean en el caos destructivo.

Poco después de haber comenzado a escribir tengo que cortar para ir a cumplir con mi turno de adoración al Santísimo. Claro, como no podía ser de otra manera, nada más llegar, de rodillas,  Le expongo al  Señor mi situación mental, y le pido sosiego para mi mente y mi alma, para poder acompañarlo como se merece. Inevitablemente salto de un pensamiento a otro, hasta que mis preocupaciones se van ordenando, y entonces sí tengo la claridad suficiente para pedirle una solución para cada una de ellas.

Pero, llego a la conclusión de que no es cosa de que Dios ponga remedio a cuanto me preocupa. Antes bien, en vez de quejarme tengo que dar gracias por estar vivo, y porque estamos vivos, y cuanto ocurre puede tener una explicación y hasta puede que no sea tan grave, sino simplemente un tropiezo en el camino que servirá para encontrar la solución que más convenga. Y si estoy vivo, debo además de estar agradecido,  seguir haciendo lo que en conciencia creo que sea lo mejor para contribuir a mejorar el mundo que me rodea.

¿Pero cuáles son esos asuntos que tanto me preocupan, al punto de no ser capaz de escribir nada sobre ellos, o no querer escribir, por pereza, por aburrimiento, incluso por cobardía, para no dar la cara?

Mi primera preocupación, en orden cronológico, es la falta de voluntarios en este proyecto, en el que llevo  once años, y porque quizá no me encuentro con las fuerzas suficientes para atenderlo como es preciso, y como solía hacer. La segunda preocupación es la situación de  Cáritas Arciprestal, la falta de organización y dirección por la discontinuidad con una organización que satisfacía a todos por su eficacia, etc. La otra preocupación  se debe a la cantidad de noticias negativas, en prensa o a través de comentarios,  que denuncian procedimientos poco ejemplares en la Diócesis. Y por último, la gran preocupación que nos afecta a muchos españoles, el nuevo gobierno ‘frankestein’ …

Como digo, reflexionando ante el Señor, llegué a pensar que no debía preocuparme tanto, porque eso supondría falta de fe, o dudar de la bondad de Dios. Si estoy vivo es motivo más que suficiente para estar agradecido, cosa mía y de cada uno  es comportarse de la mejor manera posible, y aportar aunque sea un granito de arena según los dones que Él nos haya dado. Y si se ponen muy mal las cosas, sé que la victoria final es la de Cristo, hasta entonces solo cabe creer y luchar sin desfallecer. Siempre con su ayuda, sin esperanza y sin confianza en que el bien ha de triunfar al final, es más difícil mantener el ánimo y las ganas de trabajar por el bien de todos, no me cabe duda.

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