Como cada año hemos celebrado el encuentro anual de fin de
curso, aunque en realidad, nuestra labor es constante, y no es que vayamos a
cerrar el ‘negocio’, o ‘el colegio’ o la ‘facultad’, aunque, ciertamente,
también muchos voluntarios, se vayan unos días de vacaciones, y la
actividad sea menor.
No voy a empezar diciendo que la asistencia fue bastante
reducida, porque ya es repetirse, y tampoco haría así justicia a los que, venciendo
un montón de obstáculos y al propio cansancio, sí estuvieron presentes, siendo
suficientes para dejar constancia de que la labor de Cáritas sigue siendo
necesaria, y por eso sigue estando presente, y se reúne en la Iglesia, por
supuesto, de la que forma una parte esencial.
Comenzó el encuentro con una Eucaristía, la Eucaristía de
cada día en la parroquia, esta vez en la parroquia de San José Obrero, donde
hemos sido muy bien acogidos. El P. Lázaro, su párroco, celebró la misa, y nos
dirigió unas palabras en su homilía para exaltar la labor que hacemos los
voluntarios de Cáritas, como el corazón de la Iglesia que somos. Hemos de llevar
a Cristo en el corazón cuando actuamos con un necesitado, y de ese modo es Él
que actúa, la gracia, no nosotros. Y terminó con una súplica, que ese corazón
de la Iglesia sea cada vez más grande.
Luego pasamos al comedor para compartir nuestras abundantes
y sabrosas viandas, y en un ambiente fraternal
compartir experiencias y noticias, entre
los voluntarios de los diferentes equipos.
Solamente destacar dos cosas. Una se refiere a la asistencia,
no tan numerosa como ocasiones anteriores. Hablando con un compañero insinuaba
que quizá se debía a la ausencia de un coordinador. No podía faltar la alusión,
indirecta al menos, a Juanjo y su estupenda
labor de coordinación.
La otra cosa que me gustaría resaltar es que el deseo del P. Lázaro, de que el corazón de la Iglesia sea
cada vez más grande, sea una realidad , y aumente así el número de voluntarios de Cáritas en calidad y en
cantidad, para hacer el mayor bien
posible, de la mejor manera posible.
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