Opinión de José Luís Nunes Martins
En un juego de equilibrios, los que se aman se fortalecen por medio de lo que tienen en común y se fortalecen, de la misma forma, en lo que tienen de diferente, aunque complementario. En lo demás se perdonan.
Alianza íntima de toda la vida, une dos existencias con un compromiso que, como un viento, va de un corazón a otro.
Invisible, se conoce solo por aquello que hace. Una brisa, sublime.
En un juego de equilibrios, los que se aman se fortalecen a través de lo que tienen en común y sefortalecen, de la misma forma, en lo que tienen de diferente, aunque complementario. En lo demás, se perdonan.
No podemos dejarnos llevar por las tempestades, a un lugar que ni ellas mismas saben cual es. Prueban nuestros propósitos y la firmeza con que creemos en ellos. La fuerza del perdón es capaz de calmar un huracán.
La eterna esperanza es la raíz de nuestro ser. La promesa de la felicidad ya es razón suficiente para una alegría verdadera y concreta, que nos hace crecer en las virtudes que nos permitirán alcanzar la paz de la sonriza de quien navega los mares del infinito.
La diferencia entre el viento y el amor es que el viento es ajeno a la voluntad humana, por más brillante y animado que sea.
Amar no es ser amado. La reciprocidad puede darse en algunos casos. El amor no es, en absoluto, personal, no dependiendo de cosa alguna.
Así como el viento es capaz de mover las arenas del desierto, del mismo modo el soplo del amor libera al hombre de la peor de las ventiscas: el egoísmo.
La intensidad regular es esencial... ni de más ni de menos. La constancia también... aunque puede comportar algunos fallos. La dirección es más importante, pues cuando no va de mí hacia el otro... no es amor.
Ilustración Carlos Ribeiro
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