viernes, 17 de noviembre de 2017

"Catástrofes familiares", todos los días



Vuelvo a insistir en la necesidad de que, de la manera que sea y por quienes sea, se creen centros de acogida inmediata para las personas que se separan, para que en el momento mismo en que se ven fuera de la protección de su propio techo, después de haber perdido el calor de hogar, no tengan que pasar la primera noche en la calle o en cualquier albergue, donde no van a encontrar con seguridad una acogida cálida y comprensiva.

Hace ya tiempo, cuando comprobaba que la mayor parte de las personas que vienen a esta oficina de personas sin hogar para pedir plaza en el albergue, son separados, y que a muchos les cuesta reorientar sus vidas, porque añoran todo lo que perdieron: la esposa, los hijos, los amigos, el trabajo, la comodidad del hogar..., pues se me ocurrió que tenía que haber albergues especiales, para separados, para que pudieran pasar los primeros momentos del abandono total en un ambiente adecuado, que les permitiera recuperarse anímicamente.

Está bien que el Estado apruebe leyes que permitan la separación, el divorcio, pero estaría completo este 'servicio' al ciudadano si previera también las consecuencias afectivas, laborales, sociales. Nunca tendría que permitir que se creara un nuevo tipo de marginado social. Es cierto que los motivos que provocan la separación son innumerables, pero para eso hay sociólogos, sicólogos, médicos, que podrían advertir a los gobernantes, y estos tomar en consideración sus diagnósticos y terapias, para facilitar los medios y recursos necesarios con el fin de evitar males mayores.

Esta larga introducción está motivada porque hoy, desde hace mucho tiempo, no me encontraba con alguien tan necesitado de desahogo, de hablar de lo que le pasa. Esta persona ya días que viene por la oficina, pero a penas habla, da como un poco de apuro hablar con él, de sacarlo que su aislamiento, de su ensimismamiento, o forzar su timidez. Sólo habla de golpe, y por pura necesidad, las palabras justas para hacerse entender, y huye. Esa es la impresión que yo tengo. Me escudo en que quizá ha hablado con los otros compañeros, o mejor que lo hagan ellos, yo estoy algo cansado de hablar de problemas y no voy a saber responder en caso de que esté pasando por un mal momento.

Hoy, llegó el momento propicio, comenzamos a hablar, incluso me atrevo a hacerle alguna pregunta personal; con su respuesta, y ante todo con su expresión, me invita a seguir haciéndole otra pregunta, y una más para aclarar aquello que él trata de contarme de su vida personal, que lo ahoga, que no acierta a decir porque le puede el sentimiento. Hace a penas un mes que anda por ahí, después de ser echado de casa por la fuerza de los acontecimientos, con escándalo incluido. Ahora tiene que someterse a la justicia, aunque él no se considera culpable. Con una sonrisa me dio la mano y las gracias por la charla.

Pues a ver si algún día, igual que ante las catástrofes naturales y accidentes el Estado facilita un servicio de emergencia de sicólogos, médicos, etc, el mismo Estado proporciona una ayuda semejante ante las numerosas 'catástrofes familiares', que son las separaciones, a menudo con violencia y a veces con muerte. También una ayuda especial para los hombres, que sufren 'discriminación negativa' a priori (para las mujeres hay oficinas en los ayuntamientos)... “¿¡los hombres son unos brutos!?”..., vienen a decir, a groso modo, las leyes de género Yo conozco a muchos que no lo son, X., tampoco me lo parece, por su forma de hablar y comportarse.

Mejor sería, insisto, una actuación discreta y efectiva, por personal autorizado y adecuado, que atendiera a las víctimas, y no permitir y fomentar tras cada crimen o acto de 'violencia de género' unas manifestaciones, más o menos espontáneas, en las que se pretende apoyar a las víctimas con pancartas y en silencio, o gritando al aire consignas contra la violencia de género, insultos y desahogos contra el criminal, que lo más que hacen es eso, gritar, creyendo que con eso se es menos 'machista', o 'más feminista'... Pero eso no hace sino fomentar la división y el enfrentamiento artificial entre hombres y mujeres, el peor, pues los géneros están 'diseñados' para entenderse, no para atacarse o imponerse uno sobre el otro, y si no se corrige pronto este trágico enfrentamiento se pone en peligro la paz familiar, la paz social,  la paz mundial, y el futuro de la humanidad.

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